Estudio Bíblico | Explicación de Zacarías 5:1 | Comentario Bíblico Online
1. Tenemos primero la visión del rollo volante. Este rollo vuela (v. Zac 5:1) a fin de que todos puedan leerlo desde cualquier lugar donde se hallen. Hoy estamos familiarizados con los anuncios «volantes» hechos desde las avionetas comerciales. Por eso mismo, las dimensiones de este rollo (v. Zac 5:2) son las que corresponden a un anuncio volante: nueve metros de largo por cuatro y medio de ancho, las mismas que las de la entrada en el templo de Salomón (v. 1Re 6:3). Es una imagen apropiada para el tiempo (tras del exilio) en que habría un renovado deseo de aprender la Torah o Ley.
2. Lo peculiar de este rollo es que está completamente abierto. Por supuesto, como en otros lugares, está escrito por los dos lados. Contiene sendas maldiciones contra dos pecados bien especificados: hurtar y jurar en falso. Robar los bienes o la fama es grave daño contra el prójimo. Peor todavía es invocar el nombre de Jehová para sellar un testimonio falso. Los que tal hacen han de ser destruidos (v. Zac 5:3) o, como dice a la letra el texto, cortados (hebr. niqqáh), es decir, extirpados, como se hace con un tumor maligno, de entre una fiel congregación.
3. De acuerdo con Isa 55:11, la Palabra de Dios cumple su misión con eficacia (ese es el sentido de los vv. Zac 5:3 y Zac 5:4) por la autoridad que la respalda. Así, el caso es conectado con el pacto, como en Deu 29:12, Deu 29:18. El versículo Zac 5:4 pone de relieve que, sin la cooperación de ninguna agencia humana, la Palabra de Dios hace su obra eficaz (comp. con Heb 4:12) e impone su juicio, sea cual sea el juicio de los hombres, dentro de la conciencia. Dice Buck: «La maldición que entra en la casa de cada pecador insinúa que cada uno es responsable de sus pecados (cf. Eze 18:1.). Y por el hecho de que la maldición permanece dentro de la casa hasta consumirla … se indica que ningún culpable puede escapar delante del juicio de Dios (cf. Amó 5:18, Amó 5:19)». Esta función de la conciencia voz de Dios que acusa y persigue fieramente al delincuente ha sido expuesta de mano maestra por Dostoievski en su novela Crimen y castigo. Feinberg, por su parte, asegura: «Que nadie se llame a engaño: No hay nada tan letal ni tan ineludible para nosotros, en cuanto concierne a nuestros poderes personales, como el pecado».
