Relexiones Cristianas – TREMENDA CIRUGÍA…!!!

Una hermosa y curvilínea trigueña, Silvia Sossi, estuvo a punto de ser coronada «Señorita Adolescente». Todo esto ocurría en San Marino el primer día de noviembre de 1983.

La joven de dieciocho años, que cautivó al jurado y al público allí reunido con un número musical en el que cantó y bailó, parecía la segura ganadora del concurso. Pero los organizadores descubrieron que se habían falsificado los documentos de la bellísima Silvia.

Su verdadero nombre era Fabio Sossi. Fabio, que se había sometido a una operación quirúrgica, protestó airadamente ante los jueces: «Deben juzgarme por lo que soy, no por lo que era.» Sus alegatos no fueron oídos, y fue eliminado del concurso.

Hay muchas personas que actúan como este individuo, quizá no tratando de cambiar su aspecto físico, sino revistiéndose de una falsa personalidad, tratando de ocultar así su verdadera identidad. Tal vez convenzan a cualquier otro de su fingida religiosidad, de su aparente bondad, de su simulada sinceridad; pero ante Dios, que todo lo escruta y para quien no hay nada oculto, no esconden nada. De ahí que afirme el salmista David: «No me llega aún la palabra a la lengua cuando tú, Señor, ya la sabes toda.» 1 Dios no solamente oye lo que decimos en voz baja sino que aun conoce nuestros pensamientos.

La historia está llena de hombres y de mujeres que llevaron una doble vida en la sociedad. Daban la impresión de ser honorables jueces, dignos mandatarios, escrupulosos comerciantes, laboriosos trabajadores, excelentes profesores, respetables padres de familia; pero en el fondo ocultaban sus verdaderas ocupaciones y estilo de vida, tales como mafiosos, dueños de prostíbulos, adúlteros, hampones o ladrones. Por un tiempo pudieron engañar, y hasta en algunos casos escapar a la justicia humana, pero al final no podrán escapar a la justicia divina.

«Porque es necesario —afirma San Pablo— que todos comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba lo que le corresponda, según lo bueno o malo que haya hecho mientras vivió en el cuerpo.» 2 Nadie puede escapar a ese juicio del Hijo de Dios. Y conste que Jesucristo es el único Juez y Jurado cuyo fallo afecta nuestro destino eterno.

Si de veras queremos ser transformados desde adentro hacia afuera, más vale que, en lugar de disponernos a que un cirujano humano cambie nuestro aspecto físico, permitamos más bien que el Cirujano divino transforme nuestra vida entera. Gracias a Dios, a diferencia de una operación de cambio de sexo, o de la cirugía estética o plástica, la cirugía integral de Cristo no depende de nuestros recursos económicos sino de nuestra decisión de confiar en Él como nuestro Diseñador, Salvador y Señor. Todos tenemos acceso a esa cirugía del alma, sin que importe nuestra condición económica o social en esta vida. Basta con que le pidamos que su próxima intervención quirúrgica sea la nuestra.


1 Sal 139:4
2 2Co 5:10

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