Formulando las preguntas correctas

    Escuchando para que nuestros hijos hablen
    Sharon Jaynes

    Formulando las preguntas correctas



    La señora McVey era una abuela que le dio quejas a mi esposo de que sus dos nietos mostraban muy poco interés en ella. Nunca iban a visitarla ni la llamaban por teléfono para saber cómo estaba. Steve sintió curiosidad y llevó a la señora McVey a visitar a sus dos nietos.

    Efectivamente, cuando contestaron a la puerta, no estaban muy entusiasmados de verla, pero conscientes de su deber, le dieron un abrazo y la invitaron a entrar. Se sentaron silenciosamente en la sala, la abuela esperando que los malagradecidos muchachos mostraran un poquito de amor y de respeto, y los jóvenes esperando que la visita terminara.

    Fue allí cuando Steve trató un pequeño experimento formulándole unas cuantas preguntas al más pequeño de los dos niños.
    “Peter, ¿cómo te va el béisbol este año?”
    “Bien”, contestó.
    “¿Quién es el mejor bateador?”, le preguntó Steve.
    “Joe; él es realmente bueno”, contestó Peter con un diminuto rayo de entusiasmo.
    “Supe que hiciste un juego doble el otro día. ¿Qué pasó?”

    Con eso, Peter comenzó a sentirse entusiasmado. Su semblante cambió de aburrimiento a entusiasmo. Comenzó a charlar tanto que Steve apenas si podía intercalar una palabra de casualidad. Peter estaba hablando de sus dos temas favoritos: el béisbol y sí mismo.

    A partir de allí, la conversación fue cuesta arriba, con Steve formulando buenas e importantes preguntas, y los muchachos contándole todo lo que él quería saber de sus vidas. No querían que se fuera. Steve estaba en “la onda” porque estaba interesado en ellos y ellos lo sabían.

    Su abuela podía haber sido llamada “la abuela más en la onda” si ella hubiese mostrado interés en sus nietos, en vez de esperar que ellos estuvieran interesados en ella. Los muchachos no funcionan de ese modo. Todas las madres de adolescentes han tenido esta conversación con sus hijos o hijas:
    “¿Qué tal te fue hoy en el colegio?”
    “Bien”.
    “¿Qué hiciste?”
    “Nada”.
    “¿Tienes mucha tarea?”
    “No”.

    Si alguna vez se ha llegado a frustrar con este idioma monosilábico, tal vez el problema no sean las respuestas, sino que las preguntas necesitan mejorar un poco.

    Existen dos tipos de preguntas: las cerradas y las abiertas. Una pregunta cerrada es una que puede contestarse con una palabra: “Bien”, “Mal”, “Nada”, “Sí”, “No”. “¿Te fue bien?” “¿Te gustó la cena?” “¿Estuvo difícil el examen de matemática?” Estos son paralizadores de la conversación y es difícil escuchar si nadie habla.

    Una pregunta abierta es una que saca información de la persona. “¿Qué fue lo mejor que pasó hoy en la escuela?” “¿Con quién te sentaste a la hora del almuerzo?” “Si pudieras hacer algo para Dios, y el dinero no fuera inconveniente, ¿qué sería lo que haríasí” Cuando su hijo o hija comience a hablar, usted necesitará “completar el ciclo” con preguntas que siguen una secuencia lógica, mostrando que está sintonizado y que quiere saber más.

    2 COMENTARIOS

    1. QUIERO SER UNA EXCELENTE CATEQUISTA Y ESTOY PREPARÁNDOME PARA ELLO, AUNQUE YA HE HECHO MIS PRIMERAS CLASES CON LOS NIÑOS, AUN NO ME SIENTO LO SUFICIENTE PREPARADA Y LE PIDO MUCHO AL ESPÍRITU SANTO QUE ME ILUMINE EN MIS ESTUDIOS DE LA «ESPAC «,PARA SERLO. SOY MUY FELÍZ POR LLEVAR LA VIDA AL SERVICIO DEL DUEÑO DE LA VIDA AUNQUE TENGO QUE ALTERNARLO CON MI NIETECITA, PUES LA TENGO QUE LLEVAR A LA IGLESIA, EN EL MOMENTO DE LA CATEQUESIS, PERO HASTA AHORA NO HA SIDO INPEDIMENTO PARA REALIZAR MIS LABORES A JESÚS. DIOS LOS BENDIGA.

    2. MUY LINDA ENSEÑANZA .TENGO UN HIJO ADOLECENTE Y A TRAVEZ DE ESTA REFLEXION ,ME HE DADO CUENTA Q ESTABA ACTUANDO COMO LA ABUELA .DIOS LOS BENDIGA GRANDEMENTE .PERTENESCO A UNA IGLESIA MUY HUMILDE PERO CON MUCHA PRESENCIA DE DIOS SU NOMBRE ES AMOR ETERNO JEREMIAS 31:3 GRACIAS X LOS DEVOCIONALES DIARIOS Q LLEGAN A MI CASILLA CADA MAÑANA .

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