1 Reyes 8:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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El templo sin el Arca, aunque ricamente embellecido, era como un cuerpo sin alma, un candelero sin lámpara o una casa sin residentes. Todas las expensas y labores empleadas en esta grandiosa estructura carecerían de valor si Dios no las aceptaba. Por eso cuando toda la obra estuvo terminada (1Re 7:51), lo único necesario era traer el Arca. Esto es lo que había de coronar a la obra.

I. Salomón presidió este servicio como lo había hecho David cuando fue traída el Arca a Jerusalén. Se hizo la convocación general (v. 1Re 8:1) el mes séptimo, en el día de la fiesta solemne (v. 1Re 8:2). El autor sagrado se refiere a la Fiesta de los Tabernáculos, que caía en el día quince de dicho mes (Lev 23:34). David, varón bueno, trajo el Arca a un lugar conveniente, cerca de él. Salomón, varón grande, la trajo a un lugar grandioso. Esto enseña a los hijos a seguir adelante en el servicio de Dios desde el punto en el que sus padres estaban cuando murieron.

II. Todo Israel asistió a la ceremonia, con sus jueces y los jefes de las respectivas tribus y clanes, con los altos funcionarios civiles y militares, etc. Vinieron juntamente en esta ocasión: 1. Para honrar a Salomón y agradecerle, en nombre de toda la nación, los buenos servicios que había prestado en la construcción de esta gran obra. 2. Para honrar al Arca del pacto. Los favores generales requieren también un agradecimiento colectivo. Todos los que se presentaron delante de Jehová sacrificaron ovejas y bueyes en cantidad innumerable (v. 1Re 8:5); no se presentaron con las manos vacías.

III. Los sacerdotes cumplieron con su oficio en la ceremonia. En el desierto, los levitas estaban encargados de transportar el Arca, pero ahora (al ser la última vez que el Arca había de ser transportada) lo hicieron los sacerdotes mismos, igual que fue a ellos a quienes se ordenó hacerlo cuando rodearon los muros de Jericó. Se nos dice aquí: 1. Lo que había dentro del Arca: solamente las dos tablas de piedra (v. 1Re 8:9), un tesoro incomparablemente mayor que todos los objetos que habían dedicado David y Salomón. La vasija con el maná y la vara de Aarón estaban junto al Arca, pero no dentro de ella. 2. Lo que fue introducido junto con el Arca: el tabernáculo de reunión (v. 1Re 8:4), que recientemente se hallaba en Gabaón, el cual rendía ahora, por decirlo así, todo su carácter sagrado en favor del nuevo santuario, que era el lugar que, de aquí en adelante, había de ser el punto de reunión de Jehová con su pueblo. De modo semejante, todo lo santo que se halla ahora en la Iglesia de Dios será absorbido por la perfección de la nueva Jerusalén (Apo 21:2). 3. El lugar en el que fue colocada: en el santuario (lit. oráculo) de la casa, en el Lugar Santísimo (que lo era precisamente por el propiciatorio del Arca), debajo de las alas de los querubines (v. 1Re 8:6), es decir, de los querubines gigantescos que Salomón había erigido (1Re 6:27), con lo que daba a entender la especial guardia y protección de los ángeles, bajo los que se llevan a cabo las ordenanzas de Dios y las asambleas de su pueblo (comp. con 1Co 11:10; 1Pe 1:12).

IV. Dios reconoce benévolamente lo que se ha llevado a cabo y da testimonio de su aceptación (vv. 1Re 8:10, 1Re 8:11). Los sacerdotes pudieron llegar hasta el Lugar Santísimo mientras la Gloria de Dios no había cubierto el lugar; pero, desde el momento en que Dios manifestó allí su Gloria, nadie, bajo pena de muerte, podía acercarse al Arca, excepto el sumo sacerdote en el Gran Día de la Expiación (Lev 16:1-34).

Por eso fue por lo que únicamente cuando los sacerdotes habían salido de allí, tomó posesión del lugar la shekinah en la nube que cubrió, no sólo el Lugar Santísimo, sino el templo entero, de forma que los sacerdotes que se hallaban allí para quemar incienso en el altar de oro no pudieron permanecer allí (v. 1Re 8:11). Con esta emanación visible de la Gloria divina: 1. Dios honraba el Arca y la reconocía como señal de su presencia. Esta Gloria se había visto empañada por los frecuentes traslados, la modestia de los recientes alojamientos y su exposición a las miradas de todo el pueblo; pero Dios quería mostrar ahora que le era tan estimable como siempre y que quería que se la considerase con la misma veneración que había tenido la primera vez que Moisés la introdujo en el tabernáculo. 2. También daba testimonio de que aceptaba el templo con todo su mueblaje como un buen servicio prestado a su nombre y a su reino entre los hombres. 3. La manifestación de la Gloria de Dios provocó en el pueblo un sentimiento de santo pavor; y lo que ahora veían confirmaba su creencia en lo que habían leído en los libros de Moisés concerniente a la Gloria con que Dios se había aparecido a sus antepasados. 4. También se mostró Dios bien dispuesto a escuchar la oración que Salomón estaba a punto de dirigirle. Pero esta Gloria de Dios se manifestó en una nube densa, oscura, para significar: (A) La oscuridad de aquella dispensación comparada con la luz del Evangelio (nótese, en 1Ti 6:16, lo de «luz inaccesible»). (B) La oscuridad de nuestro estado presente con el de la visión futura (1Co 13:12), que será nuestra felicidad en el Cielo, cuando se descubra el velo de la Gloria de Dios (Apo 21:23; Apo 22:5).

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