2 Samuel 13:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Relato de la abominable perversidad de Amnón al violar a su hermana. Tenemos razón para pensar que el carácter de Amnón era perverso también en otros aspectos; si hubiese tenido temor de Dios, no se habría entregado a esta vil pasión.

I. El diablo, como espíritu inmundo que es, puso en el corazón de Amnón la pasión carnal hacia su hermana Tamar. La belleza es un lazo para muchos, y así lo fue para Tamar. El deseo de Amnón era: 1. En sí mismo, contra la naturaleza, pues lo que intentaba era un incesto. Tal es el espíritu de rebeldía que anida en la corrompida naturaleza del hombre, que tiende a desear el fruto prohibido; y cuanto más fuertemente prohibido está, tanto más vehementemente es deseado. 2. Para Amnón era una tortura. Tan atormentado estaba por no hallar el medio de violar la virginidad de su hermana, que se angustiaba hasta enfermarse (v. 2Sa 13:2).

II. El diablo, como serpiente astuta, puso en su mano el medio de conseguir lo que deseaba. Amnón tenía un primo muy astuto (v. 2Sa 13:3).

1. Este primo, y amigo, que se llamaba Jonadab, se dio cuenta de que Amnón enflaquecía y obtuvo de él la confesión de que estaba prendado de Tamar (v. 2Sa 13:4): «Hijo del rey», le dice, con lo que da a entender que, como príncipe heredero, tenía poder suficiente para conseguir lo que deseara; por tanto, sólo necesitaba poner en práctica dicho poder.

2. Amnón tuvo la desvergüenza de descubrir a Jonadab su pasión, llamándola falsamente amor («Yo amo a Tamar»), y Jonadab le dijo lo que tenía que hacer para obtener lo que deseaba (v. 2Sa 13:5). Amnón, aunque se sentía enfermo, iba y venía sin guardar cama; ahora debía fingirse tan enfermo como para no levantarse del lecho. Los mejores manjares de la mesa del rey no le satisfarán, a no ser que le sean llevados por mano de su hermana Tamar.

3. Siguió Amnón estas instrucciones y así tuvo a Tamar al alcance de su mano. David estaba muy encaprichado de sus hijos, y preocupado si enfermaban; tan pronto como supo que Amnón estaba enfermo, vino a visitarle. Al marcharse el rey (siempre excesivamente indulgente con sus hijos), es de suponer que le diría a su hijo: «¿Necesitas algo que yo te pueda procurar?» «Sí, padre, contestó Amnón;.te ruego que venga mi hermana Tamar, y haga delante de mí dos pastas (u hojuelas) fritas, para que yo coma de su mano» (v. 2Sa 13:6). David no vio razón para sospechar nada malo y, por tanto, dio órdenes inmediatas a Tamar para que fuese a casa de su hermano (v. 2Sa 13:7) y le asistiese en su enfermedad. Vemos, de paso, que los hijos del rey habitaban en casa propia (v., además, v. 2Sa 13:20 y 2Sa 14:24).

4. Al haber conseguido que viniera su hermana, pide y consigue quedarse a solas con ella (v. 2Sa 13:9 esto es, sin criados). Tamar no se imagina todavía los corrompidos deseos que anidan en el corazón de su hermano y, por eso, no tiene escrúpulo en estar sola con él en la alcoba (v. 2Sa 13:10). Y ahora Amnón se quita la máscara, deja a un lado la comida y el malvado la llama «hermana» cuando tiene la desvergüenza de pedirle que se acueste con él (v. 2Sa 13:11).

III. El diablo, como fuerte tentador, cierra los oídos de Amnón a todas las razones con que su hermana resiste su asalto e intenta persuadirle para que desista de su malvado propósito. 1. Le llama hermano, trayéndole a la memoria el cercano parentesco que hacía ilegal la unión con ella (Lev 18:9; Lev 20:17), aunque el contexto posterior indica que lo que Tamar le reprochaba era el estupro como «insensatez pecaminosa» (v. 2Sa 13:12), ya que el hebreo dice: nebalá (de «nabal»). 2. Le suplica que no la fuerce, ya que ella no está dispuesta a consentir en lo que para ella sería una deshonra, y para él una infamia propia de perversos (v. 2Sa 13:13). 3. Como último recurso, le ruega que hable al rey, pues el rey no se la negará para casarse con ella. De la petición de Tamar se deduce: (A) Que ella pensaba que, en un caso tan excepcional, el rey podría dispensar de la ley divina. Aunque esto no era cierto, es preciso tener en cuenta la ofuscación de Tamar en aquel momento de apuro, y el somero conocimiento de la ley que tenían las mujeres. (B) O que, en aquel tiempo, algunas de las leyes mosaicas habían caído en desuso. (C) Quizá Tamar quería dar largas al asunto hasta salir del atolladero en que se hallaba, aun en el caso de que supiera que la unión matrimonial con su hermano era ilegal. «Mas él no la quiso oír.» Todas las razones de Tamar resultaron ineficaces, y al ser Amnón más fuerte que ella, la sujetó y se acostó con ella, violándola (v. 2Sa 13:14). Es probable que Amnón fuese anteriormente un joven de vida licenciosa, pues cuesta creer que súbitamente llegase a tal grado de perversidad.

IV. El diablo, como torturador traicionero, inmediatamente convierte en odio el amor que sentía Amnón hacia Tamar (v. 2Sa 13:15).

1. La echó de su casa por la fuerza (vv. 2Sa 13:15-17). Despedirla de su casa, como si ella hubiese cometido alguna perversidad, la obligó a ella, en defensa propia, a declarar el crimen. De aquí hemos de aprender las terribles consecuencias del pecado (fascina como serpiente, para terminar dejando su veneno). No es un caso excepcional el de Amnón. El pecado, dulce al cometerlo, se vuelve después amargo y odioso y, aun en el caso de que la conciencia del pecador no quede herida, suele ocurrir que lo que con tanta vehemencia se desea, se desprecie y odie una vez conseguido.

2. ¿Y cómo queda la pobre víctima? (A) Se lamentó amargamente de la injuria recibida, pues era una mancha sobre su honra aunque sin desdoro de su virtud. Rasgó su fino vestido (la frase hebrea ketonet passim, como en Gén 37:3, Gén 37:23, Gén 37:32, significa «túnica de mangas largas», más bien que «vestido de diversos colores») en señal de pesadumbre, se puso ceniza en la cabeza, en señal de disgusto de su propia belleza, y finos ornamentos, causa de la detestable pasión que Amnón había concebido hacia ella, y se fue gritando (v. 2Sa 13:19), con lo que expresaba en alta voz la humillación que había recibido. Comenta Hummelauer: «Si ella hubiera vuelto silenciosa a su casa, todos la habrían considerado culpable, y parece que Amnón intentaba justamente eso». (B) Se retiró a casa de su hermano (de padre y madre) Absalón, y allí vivió en pena y soledad (v. 2Sa 13:20), en señal de su modestia y de su detestación de la impureza. Absalón le habló con ternura, le pidió que no se acongojara por esto, y tramó en su corazón vengarla de la injuria inferida por Amnón.

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