Nuestro Andar Diario 21 de julio de 2005

Nuestro Andar Diario

21 de julio de 2005

Proverbios 15:26-33
26 Abominaci?n al SE?OR son los planes perversos, mas las palabras agradables son puras. 27 Perturba su casa el que tiene ganancias il?citas, pero el que aborrece el soborno, vivir?. 28 El corazón del justo medita cómo responder, mas la boca de los imp?os habla lo malo. 29 El SE?OR está lejos de los imp?os, pero escucha la oraci?n de los justos. 30

 La luz de los ojos alegra el corazón, y las buenas noticias fortalecen los huesos. 31 El o?do que escucha las reprensiones de la vida, morar? entre los sabios. 32 El que tiene en poco la disciplina se desprecia a sí mismo, mas el que escucha las reprensiones adquiere entendimiento. 33 El temor del SE?OR es instrucción de sabidur?a, y antes de la gloria está la humildad.
Humildad antes que honra

Si el Señor lo hubiese permitido, mi hermano mayor, Dick, tendr?a hoy 68 a?os de edad. Pero Dios se lo llev? a casa en la Pascua Florida de 1995. Muri? en Sudbury, Ontario, adonde Él y su esposa, Shirley, hab?an estado ministrando durante muchos a?os a las necesidades del pueblo nativo canadiense de la Confederaci?n de los Tres Fuegos (las tribus de los Ojibwe, de los Potawatami y de los Odawa).

Ese verano, en la fecha de su cumplea?os, a Dick se le rindi? una ceremonia de «tambores de honor» en su memoria. Hombres especialmente seleccionados de la Reservaci?n Wilwemikong en la isla Manitoulin, cerca de la cuenca norte del lago Hur?n, llevaron a cabo la ceremonia. Esta ceremonia se realiza sÉlo para honrar a aquellos cuyas vidas han causado un impacto positivo en la comunidad ind?gena. Tal vez esa era la primera y ?nica vez en que un misionero blanco, anglosaj?n y protestante de los EE.UU. era honrado con una ceremonia ojibwe de tambores de honor en una reservaci?n india canadiense.

Pero era una ceremonia bien merecida. Richard Ohlman era un seguidor de Jesís amable, humilde, honesto y modesto que nunca habr?a imaginado que su memoria ser?a honrada como lo fue ese día. Sirvi? a las personas que Él y Shirley amaban porque quer?a que ellos tuvieran la misma paz y el mismo gozo que recib?a Él de su fe en Jesís. Él no esperaba honra por hacer simplemente lo que sab?a que Dios quer?a que hiciera. Pienso en Dick cuando leo acerca del hombre sabio y justo que se menciona en Proverbios 15, cuya sabidur?a viene del «temor del SE?OR», y cuya «humildad está antes que la gloria» (v.33).

En el funeral de Dick, llevado a cabo en la iglesia de donde ven?an nuestros padres en Grand Rapids, Michigan, una peque?ita ojibwe se escap? de la mano de sus padres y corri? hacia el altar. Todos quedamos cautivados cuando se detuvo y luego se quedó quieta por un momento junto al f?retro.

No estamos seguros de qué hab?a en la mente de esa preciosa ni?ita, pero mi hermano mayor, Jim, se inclin? hacia m? y susurr?: «?A Dick le hubiera encantado eso!» Estoy seguro de que sí, por cuanto Él amaba al pueblo ojibwe, el pueblo que más tarde lo honr?.  –DO

destino
?Hay alguien que haya impactado mi vida con una demostraci?n viva de lo que significa servir al Señor con humildad? ?He tomado el tiempo para honrar a esa persona por su ejemplo? ¿De qué maneras podr?a mostrar mi gran estima por aquellos que me han mostrado cómo servir al Señor con humildad y fidelidad?

en resumidas cuentas: los que buscan honra rara vez la encuentran.

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