Un medico tuvo que aplicar una dolorosa inyección en una niña de cuatro anos.  Cuando ella se quedo  sabiendo lo que el medico iba a hacer, se puso muy nerviosa.  Al ver el tamaño de la aguja en las manos del medico, creyó  que era grande lo suficiente para matar un elefante.  Giro  los ojos en dirección a su padre que, fijando sus ojos en de ella, agarro  firme sus manos.  Una expresión de confianza y tranquilidad surgió  en el rostro de la niña.  Sabia que no estaba sola y había confort, no en las palabras de su padre, pero en su presencia en aquel momento de prueba.

Que maravilloso es saber que, en todos los momentos, buenos y malos, podemos mirar para nuestro Dios con la certeza de que Esta  allí, presente, amoroso, presto a agarrar en nuestras manos y transmitirnos la seguridad de que tanto necesitamos.

Si enfrentamos un momento de aflicción, si pasamos por crisis que se asemejan al valle de la sombra de la muerte, si no vemos salida o por lo menos una tenue luz en el fin del túnel, de cualquier forma nuestro Señor esta  a nuestro lado y durante todo el prueba podremos contar con el confort de su presencia.

Si, por el contrario, debemos estar gozando de la plenitud de la paz y del sosiego, sabemos que allí, bien cerca, bien junto, el Señor continua caminando con nosotros, compartiendo de nuestra alegria y aplaudiendo nuestro tiempo de victoria.

Quiere estemos navegando en mares tempestuosos, quiere estemos disfrutando las delicias de las aguas tranquilas, queremos estar siempre al lado del Salvador.  Es la razón de nuestra felicidad y el responsable por el gozo que habita en nuestro corazón.

publicado para : www.DevocionalesCristianos.org