Devocional Diario 12 de Agosto del 2005

Viernes 12 de Agosto del 2005

Efesios 2:14, 17-18

Porque él (Cristo) es nuestra paz.Vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos… Por medio de él… tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.

A los que desean la paz

La paz entre las naciones no es más que una utopía. La paz universal sólo será establecida cuando Jesús, el Príncipe de paz, reine en la tierra. Él la impondrá por su soberana autoridad. Felizmente la tierra gozará la paz de que fue privada desde el pecado inicial de Adán y Eva.

El hombre tampoco puede conocer la paz en su conciencia y en su corazón mientras no se reconcilie personalmente con Dios. Todos somos rebeldes por naturaleza; es necesario que reconozcamos sinceramente que tal como somos no podremos presentarnos ante el supremo tribunal. Nuestra alma no tiene paz mientras no haya aceptado al Señor Jesús como su Salvador personal, quien hizo la paz por la sangre de su cruz. Entonces el creyente justificado ante Dios tiene paz con él; su conciencia limpiada no lo turba más, su corazón experimenta el amor de Dios y descansa apaciblemente en él. Al conocer a Dios como su Padre, le confía sus preocupaciones, y la paz “que sobrepasa todo entendimiento” llena su alma (Filipenses 4:7). Cualesquiera sean los disturbios en el mundo y las pruebas personales que lo afectan, él avanza hacia la morada del descanso celestial, diciendo como la oveja del Salmo 23: “No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo”. Y Jesús también nos dice: “La paz os dejo, mi paz os doy… No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27). “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1).

© Ediciones Bíblicas “La Buena Semilla 1166 PERROY (Suiza)

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