Nuestro Andar Diario 20 de septiembre de 2005

Nuestro Andar Diario

20 de septiembre de 2005

Lucas 4:21-30
21 Y comenz? a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura que hab?is o?do. 22 Y todos hablaban bien de Él y se maravillaban de las palabras llenas de gracia que sal?an de su boca, y dec?an: ?No es éste el hijo de Josí? 23 Entonces Él les dijo: Sin duda me citar?is este refr?n: «Mídico, c?rate a ti mismo»; esto es, todo lo que o?mos que se ha hecho en Caperna?m, hazlo también aquí en tu tierra. 24 Y dijo: En verdad os digo, que ning?n profeta es bien recibido en su propia tierra. 25 Pero en verdad os digo: muchas viudas hab?a en Israel en los días de El?as, cuando el cielo fue cerrado por tres a?os y seis meses y cuan-do hubo gran hambre sobre toda la tierra; 26 y sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado El?as, sino a una mujer viuda de Sarepta, en la tierra de Sid?n. 27 Y muchos leprosos hab?a en Israel en tiempos del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naam?n el sirio. 28 Y todos en la sinagoga se llenaron de ira cuando oyeron estas cosas, 29 y levant?ndose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad para despe?arle. 30 Pero Él, pasando por en medio de ellos, se fue.

Simplemente se fue
Isa?as se refiri? al Mesías venidero –Jesís– como el «Pr?ncipe de Paz» (Isa?as 9:6). Una y otra vez durante su ministerio, Jesís neutraliz? situaciones potencialmente explosivas en las que las personas podr?an haber salido heridas. Cierto, persigui? a los cambistas hasta sacarlos del templo, y «les cay? encima» a los fariseos (Mateo 23), pero sÉlo por buenas razones. Jesís consideraba sus acciones cuidadosamente a fin de proteger a gente inocente del peligro.

La acci?n de Jesís en Lucas 4 tiene que asombrarte. Él fue a la sinagoga en Nazaret, se le dio un rollo abierto en Isa?as 61:1-2, y comenz? a ense?ar. De manera amable y l?gica les dijo a las personas que Él mismo era el cumplimiento de esas palabras prof?ticas. La multitud se exalt? y lo acusí de blasfemia. Lo arrastraron a la cumbre de una colina cercana y se prepararon para causarle un da?o mortal.

En este momento de peligro, cuando esa turba iracunda podr?a haber causado el incumplimiento del verdadero propósito de su venida, Él podr?a haberse defendido. Una palabra suya y legiones de ?ngeles armados habr?an intervenido. Podr?a haber llamado fuego del cielo. Podr?a haberlos atacado con ceguera o con un rel?mpago. Pero en vez de ello se alej?. Simplemente se fue.

Presenci? un acto similar a ese cuando trabajaba en una f?brica. «El Gran Al» era un hombre enorme y fuerte. Pero era amable y era creyente. Una noche, tres o cuatro tipos comenzaron a burlarse de Él y a acosarlo con comentarios racistas. Lo hostigaron sin misericordia tratando de hacer que perdiera el control y peleara. De repente, Él se levant? y camin? hacia ellos, sus ojos centelleaban. «?Ah? está!» Pensí. La tensi?n era enorme, hasta que Él pasí justo al lado de ellos y regresí a su estaci?n de trabajo.

Al era Jesís entre ellos. Y me ense?? una valiosa lecci?n. Algunas veces, así como lo hizo nuestro Señor, un cristiano debe tener el amor y el autocontrol para simplemente alejarse.  –DCE

destino
?C?mo reacciono cuando me atacan o me ridiculizan?

en resumidas cuentas: alejarse puede demandar una gran fortaleza.

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