Reflexión Bíblica: Al Servicio De Dios

Al Servicio de Dios En La Biblia

Un sirviente del Emperador Carlos V se moría, después de muchos años de servir fielmente a su amo.
Querido amigo, dijo el Emperador, junto a la cama del moribundo: me has servido con tanta devoción que solo deseo poder darte algo, en cambio. ¿Quieres alguna cosa Dime lo que deseas y yo veré que se te conceda?

Sí, respondió el moribundo. Quisiera recibir un favor de vuestras manos.

¿Qué deseas preguntó ansiosamente el Emperador?

Dadme un día más de vida, tan solo un día más.

¡Ay! Exclamó. Se me considera uno de los monarcas más poderosos sobre la tierra, pero lo que me pides es más de lo que mi poder puede darte. Solo Dios puede conceder y prolongar el don de la vida.

Suspirando profundamente, dijo el moribundo:

Entonces ahora veo claramente que fui un tonto al no dedicar al servicio de Dios más tiempo que al servicio de un rey terreno.

Al servicio de Dios: Un llamado a la prioridad divina

La historia del sirviente del Emperador Carlos V nos invita a reflexionar sobre nuestras prioridades en la vida y el valor de dedicar nuestro tiempo y esfuerzo al servicio de Dios. A menudo, nos dejamos llevar por las preocupaciones terrenales y nos olvidamos de lo realmente importante: nuestro vínculo con nuestro Creador.

En el relato, vemos cómo el Emperador reconoce la devoción y lealtad del sirviente, pero también comprende que su poder tiene límites. No puede otorgarle un día más de vida, pues solo Dios posee el poder de conceder y prolongar el don de la vida.

Este momento de reflexión del moribundo revela una profunda verdad: dedicar nuestra vida al servicio de un rey terreno, por más poderoso que sea, es insuficiente y nos deja con un sentido de vacío y arrepentimiento. Solo al dedicarnos al servicio de Dios, encontramos plenitud y propósito.

La Palabra de Dios nos enseña sobre la importancia de priorizar nuestro servicio a Dios. En Mateo 6:33, Jesús nos insta a buscar primeramente el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás nos será añadido. Cuando ponemos a Dios en primer lugar en nuestra vida, todas las demás cosas encuentran su correcto orden y propósito.

Asimismo, en Efesios 2:10 se nos recuerda que somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras que Dios preparó de antemano para que las hagamos. Nuestra vida adquiere significado cuando nos dedicamos al servicio de Dios y a cumplir su propósito para nosotros.

La historia del sirviente nos desafía a evaluar nuestras prioridades y a redirigir nuestro enfoque hacia el servicio a Dios. ¿Estamos invirtiendo suficiente tiempo y esfuerzo en nuestro crecimiento espiritual, en la adoración, en el estudio de su Palabra y en servir a los demás en amor? ¿O nos encontramos distraídos por las preocupaciones mundanas y dejamos de lado lo eterno?

La conclusión es clara: debemos aprovechar cada día y cada momento que se nos concede en esta vida para dedicarlo al servicio de Dios. No esperemos a estar en nuestro lecho de muerte para reconocer que nuestras prioridades estuvieron desenfocadas. Dediquemos hoy mismo nuestro tiempo, talentos y recursos al servicio de Dios y busquemos su voluntad en todo lo que hagamos.

Que esta historia nos inspire a ser sabios administradores de nuestro tiempo y a buscar constantemente el reino de Dios. No permitamos que el mundo nos robe el tiempo y la atención que le pertenecen a nuestro Creador. Vivamos cada día con la perspectiva de la eternidad, sabiendo que solo en el servicio a Dios encontraremos plenitud y satisfacción duraderas.

Que el ejemplo del sirviente nos motive a valorar cada día como una oportunidad para servir a Dios y a los demás, con diligencia y devoción. Recordemos siempre que nuestro verdadero propósito yace en el servicio a nuestro Dios, quien nos ama y nos ha llamado a vivir para su gloria.

¡Dediquemos nuestras vidas al servicio de Dios y experimentemos la plenitud y el propósito que solo Él puede brindar!

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