El Hijo Pródigo – EXAMEN DE CONCIENCIA

EXAMEN DE CONCIENCIA

 “Me levantaré, iré a mi Padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti”

¿Quién no ha metido la pata hasta el fondo alguna vez? Con uno mismo, con sus seres queridos, hasta con Dios… y sin que haya mucha excusa ni explicación. ¿Qué hacer ante ello?

 

Hay mucha gente que “lo soluciona” por su cuenta con Dios. Hay otra mucha que, como insistimos tanto en que Dios nos perdona todo, ha perdido la capacidad de percibir el mal causado… Hay quien lo identifica únicamente con incumplir normas, y quien cree que llamamos pecado a cosas que no lo son.

 

A veces hay que detenerse y pensar en aquello que, en nuestras vidas, supone una barrera en la relación con Dios, con nuestro mundo, con sus gentes o incluso con nosotros mismos. Aquello con lo que destruimos la voluntad de Dios para nosotros.

 

Decimos que pecamos “de pensamiento, palabra, obra…”. Y es verdad, algunas veces lo que pensamos, decimos o hacemos está mal. Hacemos daño a otros. (O se lo haríamos).

 

Generamos dinámicas hirientes, con juicios a veces acerados e injustos (depensamiento), con críticas mordaces (de palabra), negándonos a darles una oportunidad (de obra). Pecamos al convertirnos en el centro de nuestra vida, como si todo girase en torno a cada uno de nosotros. ¿No hay alguna vez que mis sentimientos se vuelven el único grito que oigo, mis deseos la única motivación y mis necesidades el único horizonte?

 

Tal vez en muchos casos no está tanto el acento en el tipo de vida que llevamos. Es fácil encontrarse con gente que, con honestidad, te dice que no siente que haga cosas muy malas…  Y puede ser que sea así. Pero es importante pensar no sólo en lo que hacemos, sino en lo que dejamos sin hacer.

 

Si por miedo o por indiferencia, desaprovechamos la vida. Si, por comodidad, no somos capaces de dar aquellos pasos que sentimos que tendríamos que dar. Si, por egoísmo, dejamos de tender una mano, decir una palabra que nos pueda implicar, abrazar una situación complicada… entonces tal vez esté ahí nuestro pecado.

 

“El que haya oído y no haya puesto en práctica es similar a aquel hombre que edificó su casa sobre arena”. (Lc 6, 49)

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí