2 Samuel 5:17 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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El especial servicio por el que David fue exaltado al trono de Israel fue que salvase a la nación de manos de los filisteos (2Sa 3:18). Aquí se nos refieren dos grandes victorias que obtuvo contra los filisteos, por las que no sólo contrarrestó la pérdida y la desgracia sufridas en la batalla en que Israel fue derrotado y Saúl halló la muerte juntamente con sus hijos, sino que llegó a la dominación casi total de estos peligrosos enemigos.

I. En ambas acciones los filisteos fueron los agresores. 1. En la primera vinieron a buscar a David (v. 2Sa 5:17) porque oyeron que había sido ungido por rey sobre Israel. Pensaban, pues, aplastar su gobierno en la misma infancia, antes de que se afianzara del todo. Se unieron todos para esta empresa, pero fueron quebrantados (v. Isa 8:9, Isa 8:10). 2. En la segunda volvieron a venir (v. 2Sa 5:22) y esperaban recuperar lo que habían perdido en el primer encuentro, ya que su corazón estaba endurecido para la destrucción de ellos mismos (v. 2Sa 5:25). 3. En ambas ocasiones se extendieron por el valle de Refaím (vv. 2Sa 5:18, 2Sa 5:22) que caía muy cerca de Jerusalén. Esperaban hacerse dueños de la ciudad antes de que completara David el trabajo de las fortificaciones. Con el verbo «se extendieron» da a entender el texto que eran muy numerosos.

II. En ambos casos, aunque David era lo bastante valiente para marchar contra el enemigo, no entró en acción sin antes consultar a Jehová (vv. 2Sa 5:19, 2Sa 5:23) por medio del efod. Su consulta abarcaba dos puntos: 1. En cuanto a su deber: «¿Iré contra los filisteos?» Aquís le había tratado muy bien cuando David se hallaba en apuros, y le había protegido. Parece, pues, preguntar: «En recompensa de aquella fineza, ¿no debería yo buscar las paces con ellos, más bien que hacerles frente en el campo de batalla?» «¡No!», le dice Dios, «son enemigos de Israel; sube, pues». 2. En cuanto al éxito de la campaña. Su conciencia le había inclinado a preguntar: «¿Subiré?» (lit.). Ahora su prudencia le hacía preguntar: «¿Los entregarás en mi mano?» Con esto reconoce su total dependencia de Dios en cuanto a la victoria. «¡Sí!», le responde a esto Dios; «Ve, porque ciertamente entregaré a los filisteos en tu mano». Si Dios nos envía a un lugar con un cometido cualquiera, Él nos protegerá y estará con nosotros. La seguridad que Dios nos ha dado de victoria sobre nuestros enemigos espirituales nos debería animar en nuestras luchas con Satanás y sus huestes de maldad. David tenía ahora a su disposición un grande y animoso ejército; con todo, confió en la promesa de Dios más que en sus propias fuerzas.

III. En el primero de estos encuentros David derrotó a los filisteos a filo de espada (v. 2Sa 5:20) y, después de la victoria: 1. Dio al Señor la gloria por el triunfo, pues puso por nombre al lugar: Baal-perasim, que significa «Señor de las roturas» (o de los quebrantamientos), porque, al haber quebrantado Dios a las fuerzas enemigas, fácilmente pudo él obtener la victoria sobre las mismas. 2. Cubrió de vergüenza los ídolos del enemigo. Los filisteos habían traído al campo de batalla las imágenes de sus dioses para que les protegiesen, así como los israelitas habían llevado al campo de batalla el Arca de Jehová; pero, al ser puestos en fuga, no se detuvieron a llevarse las imágenes, porque les resultaban una carga sobre las bestias cansadas (Isa 46:1), por lo que las abandonaron en el campo de batalla, juntamente con el resto del bagaje en manos del vencedor. David y sus hombres hicieron uso del resto del botín pero a las imágenes las quemaron (v. 2Sa 5:21), como había ordenado Dios (Deu 7:5). El obispo Patrick hace notar aquí muy bien que cuando el Arca cayó en manos de los filisteos los consumió, pero cuando estas imágenes cayeron en manos de Israel, no pudieron salvarse a sí mismas de ser consumidas.

IV. En el segundo de estos encuentros Dios concedió a David algunas señales sensibles de su presencia con él, le ordenó que no cayera de frente sobre el enemigo, como la vez anterior, sino que los rodease (v. 2Sa 5:23). 1. Dios le ordena que se detenga. Y, como en otro tiempo, Israel se estuvo quieto para ver la salvación de Jehová (Éxo 14:13). 2. Le prometió que Él mismo (Dios) cargaría contra el enemigo por medio de un invisible ejército de ángeles (v. 2Sa 5:24): «cuando oigas ruido como de pasos en la cima de las balsameras, entonces te moverás» (comp. con 2Re 7:6). La gracia de Dios debe despertar en nosotros la prontitud para actuar. El ruido de los pasos era: (A) Una señal para que David se pusiera en movimiento. Bien podemos ponernos en marcha cuando Dios va delante de nosotros. Y (B) Quizás, alarma para el enemigo, a fin de ponerle en desorden y confusión. Al oír como pasos de un ejército que marchaba contra ellos, se retiraron precipitadamente y cayeron en manos de las fuerzas de David que estaban a la retaguardia del enemigo. (C) El éxito de esta estratagema se nos narra brevemente en el versículo 2Sa 5:25. David actuó conforme Jehová se lo había mandado, esperó a que Dios se moviese, y sólo entonces atacó al enemigo. Hirió a los filisteos hasta la misma frontera del país de ellos. Cuando el reinado del Mesías comenzó su primera fase, los Apóstoles encargados de abatir el reinado de Satanás hubieron de esperar hasta recibir la promesa del Espíritu (esto es, el Espíritu prometido), el cual vino del Cielo con un estruendo como de un viento recio que soplaba (Hch 1:4, Hch 1:8; Hch 2:2), del cual era, en alguna forma, tipo este ruido como de pasos en la cima de las balsameras.

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