2 Pedro 2:10 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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El autor sagrado dedica esta larga porción a describir las impías características de estos malvados cuya condenación se ha adelantado a mencionar en los versículos 2Pe 2:4-9. No es fácil subdividir esta porción, pero podría hacerse de la siguiente manera: 1) Son arrogantes y osados (vv. 2Pe 2:10-12); 2) Impuros y avaros (vv. 2Pe 2:13, 2Pe 2:14); 3). Esto les ha llevado al extravío (vv. 2Pe 2:15, 2Pe 2:16); 4) Son estériles en su misma corrupción (vv. 2Pe 2:17-19); 5) El estado final de estos hombres viene a ser peor que el primero (vv. 2Pe 2:20-22; comp. con Mat 12:45).

1. El malvado atrevimiento con que, en su carnalidad, se comportan estos impíos se pone de relieve en los versículos 2Pe 2:10-12: «Esto es especialmente cierto de los que van tras de los corrompidos deseos de su pecaminosa naturaleza y desprecian la autoridad. Atrevidos y arrogantes, éstos no tienen miedo de ultrajar a los seres celestiales; siendo así que los ángeles, a pesar de superarles en fuerza y poder, no profieren contra tales seres ninguna acusación injuriosa en la presencia del Señor. Pero estos hombres blasfeman en materias que no entienden. Son como brutos animales, guiados únicamente por el instinto, nacidos para ser cazados y destruidos, y como brutos animales perecerán ellos también» (NVI).

(A) Estos malvados van marchando continuamente (participio de presente) tras de la carne en concupiscencia de impureza (lit.). El último vocablo es en griego miasmoú, sinónimo de míasma, de donde tenemos el castellano «miasma» para designar las emanaciones de sustancias en descomposición. Es como si estos malvados rebosaran impureza por todos sus poros, de tal manera que hasta «huelen» a podredumbre. «Marchar tras de la carne» indica seguir los dictados de la carne, como de un maestro.

(B) Y, como «las malvadas opiniones van a menudo acompañadas de malvadas prácticas» (M. Henry), estos impíos, desde la corrupción de su carne, se alzan atrevidos contra la autoridad (v. 2Pe 2:10). El griego dice a la letra: «menospreciando el señorío» (gr. kuriótetos). Este vocablo se halla también en Jud 1:8. Jud 1:8-13 contiene, en realidad, las mismas ideas que esta porción de Pedro, aunque son de notar algunas variantes. En la segunda parte del v. 2Pe 2:10, vemos que, en su atrevimiento, los falsos maestros «no tiemblan (el verbo no es tan fuerte como el de Stg 2:19, al final) al hablar mal de las glorias» (lit.). Por el contexto (v. 2Pe 2:11) y por el paralelo con Jud 1:8, se ve claramente que Pedro designa con tal epíteto a los seres espirituales, angélicos.

(C) A la osadía de estos malvados contrapone Pedro (v. 2Pe 2:11) la humilde moderación con que los ángeles, a pesar de ser superiores a los hombres en fuerza y poder, no se atreven a proferir injurias contra ellas (las «glorias» del v. 2Pe 2:10). Dice R. Franco: «La manera concreta de hablar de Jud 1:9, con la historia del altercado con el diablo, es sustituida aquí por una afirmación de carácter general, tal vez para evitar la alusión a un apócrifo que hay en el texto de Judas. Esta generalización del texto de Judas es suficiente para explicar el de 2 Pedro, sin que sea necesario recurrir a un influjo directo de Henoc Seudoepigrafía 1En_9» (el apócrifo en cuestión).

(D) El versículo 2Pe 2:12 corresponde a Jud 1:10, pero las variantes son también notables. La versión de la NVI aclara algunas dificultades que presenta una versión más literal. Quedan únicamente dos puntos por aclarar:

(a) El texto dice, en realidad, que «como animales irracionales … blasfeman de lo que ignoran». Los animales irracionales no blasfeman. Dice R. Franco: «Esta frase crea dificultad a los exegetas septentrionales, que no entienden cómo se puede decir: blasfeman como animales. Para nosotros la expresión no tiene nada de extraño». Lo de «para nosotros» se refiere a los españoles, pues la costumbre de blasfemar de todo lo más santo, y de la manera más sórdida, en ninguna parte del mundo está tan arraigada como en España.

(b) La frase griega «gueguenneména phusiká eis hálosin kai phthorán» carecería de toda dificultad si no fuese por el vocablo phusiká, que en Jud 1:10 está como adverbio (phusikós). El adjetivo que Pedro usa aquí ocurre únicamente en Rom 1:26, Rom 1:27, aparte de este lugar. Con eso, ya tenemos bastante para ver aquí algo así como «nacidos, según el instinto natural, para caza y destrucción (lit. corrupción)». Plutarco usa el adjetivo como sinónimo de «irracional». El sentido, pues, de la frase no es que, como hombres, hayan nacido para ser cazados y destruidos, sino que, como irracionales que son en su comportamiento, su destino es el mismo que el de los animales: ser cazados y echados a los perros o cosa por el estilo, más bien que consumidos, lo cual no cuadra con lo de «corrupción» (lit.).

2. En los versículos 2Pe 2:13 y 2Pe 2:14, el autor sagrado pone de relieve la impureza y la avaricia de estos falsos doctores: «Recibirán en pago el mismo daño que ellos perpetraron. Su concepto de placer se basa en la crápula a la plena luz del día. Son impuros y viciosos, que se juerguean en sus embustes mientras banquetean con vosotros. Con ojos llenos de adulterio, nunca cesan de pecar; seducen a las personas inestables; son expertos en avaricia ¡ralea de malditos! » (NVI). ¿Es posible que tales malvados llegasen a penetrar en las iglesias, durante la época apostólica, y se alzasen con el oficio de maestros en ellas? ¡Así fue, por desgracia, ya que la Palabra de Dios nos lo atestigua, y ello nos debe servir de escarmiento! Notemos los matices de la descripción que nos ofrece aquí el apóstol Pedro:

(A) La Reina-Valera, con gran número de MSS, lee en la primera frase komioúmenoi, recibiendo, pero las versiones modernas siguen la lectura atestiguada por los MSS más importantes: adikoúmenoi (ambos verbos están en participio de presente), haciéndose daño a sí mismos o, como traduce toda la frase la Biblia de las Américas: «Sufriendo el mal (como) pago de su iniquidad». A pesar de las apariencias, la NVI sigue la misma lectura, aunque, al hacer una traducción más libre, parece como si uniese en una las dos variantes del texto original. La idea, pues, es que estos malvados sufren físicamente (comp. con Rom 1:27, Rom 1:28) las consecuencias del daño moral que han causado.

(B) El sustantivo griego truphé, que sale únicamente aquí y en Luc 7:25, describe, como el verbo trupháo de Stg 5:5, la jarana licenciosa en la que, junto con la lujuria, campean la glotonería y la ebriedad, por lo que la NVI ha traducido estupendamente crápula. La expresión griega en heméra tiene el sentido de «en pleno día», más probable que el de «de un solo día». En la última frase de este mismo versículo 2Pe 2:13, Pedro usa un compuesto del verbo trupháo (entrouphóntes. Nótese el prefijo de intensidad en, así como el participio de presente continuo). Es la única vez que tal verbo sale en todo el Nuevo Testamento y le acompaña otro verbo: suneuokhoúmenoi (también en participio de presente), que sale únicamente aquí y en su lugar paralelo Jud 1:12. Por los nuevos detalles que Jud 1:12 añade, vemos que estos farsantes aprovechaban la ocasión de asistir a las reuniones de compañerismo y amor de la congregación (gr. agápais) para «apacentarse a sí mismos» (Jud 1:12) poniendo todo su deleite (el entruphóntes de 2Pe 2:13) en los embustes y errores engañosos (gr. apátais, el mismo vocablo de 2Ts 2:10, entre otros lugares) que sembraban entre los creyentes con quienes banqueteaban, verbo que, ya por sí mismo, indica que éstos, como los que señala Pablo en 1Co 11:21, comían y bebían hasta embriagarse.

(C) La descripción de los numerosos y variados pecados de estos malvados continúa en el versículo 2Pe 2:14: (a) «Con ojos llenos de adulterio» (lit. de adúltera), es decir: «En toda mujer ven virtualmente una adúltera o desean que lo sea» (R. Franco). (b) La expresión akatapaústous (única vez que tal vocablo sale en todo el Nuevo Testamento) hamartías significa que «no son capaces de cesar de pecar» o, como prefiere R. Franco, que son «insaciables de pecado». (C) Seducen (como a los peces con el cebo el mismo verbo de Stg 1:14 ) a las almas inestables (que son como estrellas errantes, incapaces de estar fijas en un mismo sitio, inseguras, débiles; comp. con 2Ti 3:6). (d) En cambio, ellos no están inseguros en lo suyo, pues tienen el corazón ejercitado en la codicia (lit.). (e) El autor sagrado añade (al final del versículo) que son «hijos de maldición», con todo lo que significa este ya conocido semitismo (v. el comentario a Efe 2:3).

3. La mención de la codicia le trae a Pedro el recuerdo de Balaam. En el lugar paralelo de Jud 1:11, vemos los ejemplos de Caín y Coré, junto con el de Balaam, pero Pedro ha escogido únicamente el de este último (vv. 2Pe 2:15, 2Pe 2:16): «Han abandonado el camino recto, y se han extraviado para seguir la senda de Balaam, hijo de Beor, que apeteció el pago de la iniquidad; pero fue reprendido por su maldad por un jumento una bestia sin habla , que se expresó en lenguaje humano y refrenó la locura del profeta» (NVI). La historia de Balaam se encuentra en Núm 22:1-41, Núm 23:1-30 y Núm 24:1-25, y en el capítulo Núm 31:1-54, los versículos Núm 31:8 y Núm 31:16; es bien conocida de todos. Las variantes que introduce Pedro son interesantes: En cuanto al «abandono del camino recto» (v. 2Pe 2:15), compárese con Hch 13:10, donde Pablo le echa en cara al mago Elimas «trastornar los caminos rectos del Señor». Hay en 2 Pedro dos notables variantes con la historia de Balaam, que R. Franco expone del modo siguiente: «En Núm 22:28-33, el que reprende es el ángel, mientras que el asno sólo se queja del mal trato recibido. La idea del autor es siempre no dejar que aparezca un delito sin su correspondiente castigo. Lo que impidió el asno con su conducta no fue el camino de Balaam, sino la maldición de Israel». Ya estamos acostumbrados a variantes como éstas, al tener en cuenta que los autores sagrados usan con bastante libertad historias como la de Balaam, y escogen y disponen los diferentes detalles en la forma que mejor se adaptan al asunto que llevan entre manos.

4. En los versículos 2Pe 2:17-19, el autor sagrado añade nuevos aspectos de la conducta perversa de estos falsos maestros, fijándose especialmente en los pecados que mayor infructuosidad suponen en quienes los cometen y mayor desencanto en quienes los imitan. Dicen así dichos versículos en la NVI: «Éstos son fuentes sin agua y brumas que son impulsadas por la tormenta. Les está reservada la más densa oscuridad. Porque profieren palabras altisonantes y vacías de sentido y, con el cebo de los carnales deseos de la naturaleza pecadora del hombre, seducen a los que apenas acaban de escapar de entre los que viven en el error. Les prometen libertad, mientras ellos mismos son esclavos de la depravación porque uno es esclavo de aquello que le tiene dominado».

(A) En el versículo 2Pe 2:17 se nota la similaridad con Jud 1:12 y Jer 2:13. Como ya dijimos en la introducción de la epístola, es Pedro el que depende de Judas, al cual modifica según le parece conveniente. Así, por ejemplo, Pedro dice «fuentes sin agua» donde Judas pone «nubes sin agua»; de este modo, la metáfora resulta más fuerte, pues es cierto que hay muchas nubes sin agua, pero hay pocas fuentes sin agua. Y, a continuación, no usa «nubes», sino «neblinas» (lit. Gr. homíkhlai); al decir que son empujadas por la tormenta, da a entender que están faltas de peso, con lo que esta metáfora le sirve para poner de relieve el poco valor, «la falta de peso», de las enseñanzas de estos falsos doctores. Ryrie aplica ambas metáforas del modo siguiente: «Fuentes sin agua. La esterilidad de los falsos doctores es una burla para el alma sedienta que desea sinceramente aprender de ellos el camino de Dios. Brumas impulsadas por la tormenta. Estas brumas, como los falsos doctores, parecen prometer refrigerio, pero, en realidad, no hacen ningún bien» (comp. Jer 2:13).

(B) Añade Pedro que, a estos falsos maestros, les está reservada la más densa oscuridad (v. 2Pe 2:17. Lo de «para siempre» de nuestra RV es una glosa que no aparece en el original). Esta oscuridad, por supuesto, no es otra que las tinieblas de los tormentos eternos en el infierno (comp. con Mat 8:12).

(C) Con un «porque» (gr. gar), con que comienza el versículo 2Pe 2:18, explica el autor sagrado la razón por la cual les espera tal suerte a estos malvados maestros: Al aplicar concretamente la metáfora de las «fuentes sin agua», dice Pedro que «profieren palabras altisonantes y vacías de sentido», con lo que «deja entender que los seudomaestros vendían con apariencia de profundidad doctrinas vulgares y sin contenido» (R. Franco).

(D) A las palabras altisonantes unen (v. 2Pe 2:18) el cebo de los carnales deseos de la naturaleza pecaminosa del hombre y, de este modo, como si los sugestionaran o hipnotizaran, «seducen a los que apenas acaban de escapar de entre los que viven en el error»; se aprovechan de la debilidad e inmadurez de los neófitos. Dice Salguero: «Logran seducir con el cebo de la sensualidad a los incautos y a los débiles, es decir, a los que se han convertido recientemente del paganismo y que todavía no han conseguido vencer plenamente sus anteriores errores y malos hábitos». Éstos son los indoctos e inconstantes de 2Pe 3:16.

(E) Un método, casi siempre eficaz, de seducir a los incautos e inmaduros, es prometer libertad (v. 2Pe 2:19). Tanto en el terreno religioso como en el politicosocial, éste es el método usado constantemente por los demagogos de toda índole («libertad, libertad, libertad»). Pero sólo el que es verdaderamente libre puede ofrecer tal libertad, ¿cómo lo pueden dar estos «mientras ellos mismos son esclavos de la depravación»? El antinomianismo de estos falsos maestros se echa de ver una vez más y, por lo que el propio Pedro dice en 2Pe 3:16, es más que probable que se apoyasen en una falsa interpretación de las enseñanzas de Pablo sobre la libertad del cristiano (v. Gál 5:1) y la justificación sin obras de la ley (Rom 3:28). La tendencia al libertinaje, al apoyar la práctica en una falsa interpretación de la doctrina paulina, se dio ya en los días de Pablo y de Pedro, y ambos tuvieron que reaccionar pronta y enérgicamente contra ella (v. por ej., Rom 3:8; Rom 6:1, Rom 6:15; Gál 5:13; 1Pe 2:16). La verdadera libertad es la que la verdad provee para el bien; la libertad para el pecado, para el mal, es la peor esclavitud (comp. con Jua 8:32-36). Nadie aprisiona tan fuertemente como el vicio, y aun los mismos viciosos lo confiesan cuando, al ser instados a dejar de fumar, beber, fornicar, etc., dicen «no puedo, no puedo». El pecado «le tiene dominado», se enseñorea de él (comp. con Rom 6:12, Rom 6:16-20).

5. En los versículos 2Pe 2:20-22, el autor sagrado muestra cómo la condición del apóstata es peor que la del ignorante. Resulta muy difícil determinar si Pedro se refiere, en estos versículos, a los falsos maestros o a los que son engañados por ellos. Ryrie da por supuesto que se refiere a los falsos maestros, aunque lo de «haber escapado de las impurezas contagiosas del mundo por medio del conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo» (v. 2Pe 2:20) difícilmente cuadra con la descripción que de ellos nos hace el autor sagrado en los versículos 2Pe 2:10.; 2Pe 3:3. R. Franco dice, por su parte: «Este versículo lo mismo se puede aplicar a los falsos doctores que a sus víctimas, y probablemente el autor lo refiere a ambos». La mención del «haber escapado» parecer aludir a «los que acaban de escapar» del versículo 2Pe 2:18, pero esto nos plantearía un grave problema: ¿puede perderse la salvación adquirida? ¿Es un caso semejante al de Heb 6:4.? ¿O semejante al de Heb 10:26.? Por eso, también D. Payne lo aplica, como Ryrie, a los falsos maestros.

Dichos versículos dicen así en la NVI: «Si han escapado de las impurezas contagiosas del mundo por medio del conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, y vuelven a enredarse en ellas y son vencidos, están al final en peor situación que al principio. Más les valdría no haber conocido el camino del bien que, después de haberlo conocido, echarse atrás del sagrado mandamiento que se les había transmitido. En ellos se cumplen los proverbios: El perro se vuelve a comer lo que ha vomitado ; y La cerda lavada vuelve a revolcarse en el cieno ».

(A) Si estos versículos, como hemos dicho, se aplican especialmente (o también) a los falsos maestros, hemos de concluir que el escapar de la corrupción del mundo ha de entenderse en una reforma temporal de vida, sin haber realmente experimentado el «nuevo nacimiento», y que el conocimiento del Salvador se limitó a un conocimiento intelectual de las verdades básicas de la salvación o, quizá más probable, a una experiencia emocional como la de Simón Mago al ver los milagros de Felipe (v. Hch 8:9-13), que, en la parábola del sembrador, corresponde al terreno rocoso, sin suelo apto para que la semilla eche raíces (v. Mat 13:5, Mat 13:6, Mat 13:20, Mat 13:21).

(B) La segunda parte del versículo 2Pe 2:20 (sobre todo, la frase final) parece una copia de la frase del Señor en Luc 11:26: «El estado último de este hombre viene a ser peor que el anterior» (NVI. V. también Mat 12:45). Es mejor quedarse en el paganismo que entrar por la puerta falsa en la Iglesia y apostatar. Lo mismo viene a expresarse con otras palabras en el versículo 2Pe 2:21, donde el conocimiento del Señor es llamado conocimiento del camino de la justicia (lit.). Dice Salguero: «La expresión camino de la justicia designa la santidad cristiana con todo lo que ella implica, pues esta santidad proviene del conocimiento que se tiene de Jesucristo». La mención (v. 2Pe 2:21, al final) del «santo mandamiento» (lit. Comp. con 2Pe 3:2 y, quizá, con 1Jn 3:23) del cual se volvieron (gr. hupostrépsai. Este es el significado de este verbo aquí en aoristo de infinitivo en las 35 veces que ocurre en el Nuevo Testamento V. especialmente Luc 11:24, en un contexto semejante al actual) los falsos maestros de que habla Pedro, nos da idea, por una parte, de que habían intentado reformarse moralmente; y, por otra, que habían caído en el antinomianismo. Dice R. Franco: «La razón de designarlo preferentemente bajo este aspecto (santo mandamiento) ha sido seguramente el desprecio que los seudomaestros tenían de la moral».

(C) Esta reincidencia de los falsos maestros es ilustrada por Pedro con dos proverbios. El del perro que se vuelve a comer lo que vomitó está tomado de Pro 26:11: «Como perro que vuelve a su vómito, así es el necio que repite su necedad». La imagen es muy expresiva, pues el que profesa de algún modo la fe cristiana arroja de sí, como algo que causa náuseas, la corrupción que antes amaba; si su profesión resulta falsa y se vuelve a la condición corrompida que tenía anteriormente, es como si volviese a comer lo que vomitó. El segundo proverbio sobre la puerca que, después de haber sido lavada, vuelve a revolcarse en el cieno donde se ensució, no se halla en la Biblia, pero pudo haber sido tomado de la Leyenda de Ahikar, donde se halla al pie de la letra: «La cerda lavada vuelve a revolcarse en el cieno». Tanto el perro como el puerco eran ya considerados, no sólo entre los judíos, sino también entre los autores paganos de aquella época, como símbolos de suciedad moral. Su comparación resulta, pues, muy apropiada para el caso que el autor sagrado está tratando.

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