Apocalipsis 16:4 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Ahora vemos los efectos producidos por la tercera copa: «El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos y sobre las fuentes de agua, y se convirtieron en sangre. Entonces oí que decía el ángel a cuyo cargo estaban las aguas:

Justo eres en estos juicios

tú que eres y que eras, el Santo,

por haber juzgado así;

porque derramaron la sangre de tus santos y profetas,

y tú les has dado a beber sangre, como se merecen.

Y oí al altar que respondía:

Sí, Señor Dios Todopoderoso

fieles y justos son tus juicios» (NVI).

1. La plaga producida por la tercera copa lleva los efectos de la plaga anterior más lejos, extendiéndolos a las fuentes de aguas, esto es, a las aguas dulces manantes. Se parece, como la plaga anterior, a la primera de las plagas de Egipto. Es notable la sobriedad con que se describe esta plaga, como bien conocida. No se dice aquí (v. Apo 16:4) que la sangre sea como la de un cadáver, pues no es necesario; el solo hecho de que precisamente las aguas potables (las de los ríos y las fuentes) se conviertan en sangre es ya suficiente para que no puedan beberse; en especial, si se tiene en cuenta la repugnancia de los judíos a beber sangre, dada la estricta prohibición de Dios.

2. El ángel que pronuncia la doxología de los versículos Apo 16:5 y Apo 16:6 es aquel a cuyo cargo estaban las aguas (NVI). El original dice textualmente: «el ángel de las aguas». Dice F. F. Bruce (ob. cit., pág. 1.702): «Los diversos elementos y fuerzas naturales están todos colocados bajo el control de sus apropiados ángeles en la literatura judía de este período; cf. los cuatro ángeles que controlaban los cuatro vientos en Apo 7:1, y el ángel del fuego en Apo 14:18». No aparecen aquí los dioses paganos Eolo ni Neptuno.

3. La referida doxología tiene semejanzas con la de Apo 15:3, Apo 15:4, pues en ambas se ensalzan la justicia y la santidad de Dios. Como en 11:17 (v. el comentario a dicho lugar), a lo de «tú que eres y que eras», no se añade «y que estás viniendo», porque, en realidad, ha llegado ya. No obstante, es posible que se ponga de relieve aquí la misma idea del «YO SOY» de Éxo 3:14, Éxo 3:15 (v. Apo 11:17, como contraste).

4. La misma ley del talión que hemos observado en la plaga producida por la primera copa puede observarse también aquí, pues se dice explícitamente que quienes derramaron la sangre de santos y profetas (lit.) reciben su merecido, pues sólo pueden beber sangre. «Son dignos», dice el griego; ya han recibido toda su recompensa: un baño de sangre. Los «santos» son los que han permanecido fieles hasta la muerte; los «profetas», los proclamadores del Evangelio. Llama a Dios (v. Apo 16:5) justo (gr. díkaios) y santo (gr. hósios): santo moralmente, en sus juicios.

5. El altar celeste (v. Apo 16:7), el único altar que Juan ve en el cielo, responde, como en un canto antifonal, a la doxología del ángel de las aguas, en forma parecida a la de un gran «¡Amén!» El original dice textualmente: «Y oí al altar que decía» (comp. con Apo 6:9; Apo 9:13). ¿De quién es la voz? Tanto Apo 9:13 como Heb 13:10 parecerían indicar que es el Señor Jesucristo. Pero las palabras no son propias del Hijo de Dios. ¿Un ángel? ¿Y por qué no, en consonancia con Apo 8:3, Apo 8:4; Apo 14:8, el altar mismo personificado, identificándose con las súplicas de los santos de Apo 6:9? Así lo entienden Bruce, Grau y Bartina (y están en lo cierto), al apuntar a Apo 6:9-11 para comprender la razón de esto. Dice Bruce: «¿Por qué el altar? Quizás porque fue testigo de la oración de los mártires de Apo 6:10». En lo que se equivoca Bartina es en ver aquí (en Apo 6:9-11) una petición de «pronta justicia para la liberación gloriosa de la Iglesia», ya que, en nuestra opinión, la Iglesia fue arrebatada antes del capítulo Apo 4:1-11.

6. El himno, brevísimo, tiene tres partes: (A) «Sí, es cierto»; como si afirmase: «todo cuanto dice el ángel de las aguas es exacto y lo hacemos nuestro»; (B) «el Señor, el Dios, el Todopoderoso» (gr. kúrie ho Theós ho Pantokrátor), tres epítetos que equivalen a los hebreos Jehová Elohim Tsebaoth; (C) «tus castigos son fieles y justos» (lit. verdaderos y justos tus juicios).

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