Daniel 8:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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1. La fecha de esta visión (v. Dan 8:1). Fue «en el año tercero del reinado del rey Belsasar», es decir, el año 551 a. de C. Fue una visión, esto es, mientras estaba despierto, no fue una visión en sueños (comp. con Dan 7:1). Fue después de esa «que me había aparecido antes» dice , porque la anterior había tenido lugar «en el primer año de Belsasar», es decir, en el 553 a. de C.

2. El escenario de la visión. El lugar donde Daniel tuvo la visión era Susa, capital de la satrapía de Elam (v. Dan 8:2). Como da a entender el texto sagrado, Daniel fue transportado en espíritu (como Juan en Apo 1:10) a un lugar de Susa junto al río Ulay. Susa se hallaba situada a unos 400 km al este de Babilonia. Así como Ezequiel fue transportado en espíritu, con alguna frecuencia, a Jerusalén, mientras corporalmente estaba, como cautivo, en Babilonia, así también Daniel fue transportado ahora, también en espíritu, a Susa. El espíritu puede estar en libertad mientras el cuerpo está en cautividad, porque, incluso cuando estamos atados, el Espíritu de Dios (como Su Palabra) no está atado.

3. La visión misma.

(A) Vio un carnero que tenía dos cuernos (v. Dan 8:3). Ésta era la segunda monarquía, de la que los reinos de Media y de Persia eran los dos cuernos. Los cuernos eran altos, pero el más alto de los dos era el que había comenzado a crecer después del otro. En efecto, los medos fueron los primeros en establecerse como reino, pero los persas, bajo Ciro, se hicieron más fuertes que los medos.

(B) Vio (v. Dan 8:4) luego a este carnero que avanzaba en todas direcciones y conquistaba las naciones que se oponían a su paso. Dice Alonso Díaz: «Históricamente, Ciro comenzó por conquistar el septentrión, al vencer a los lidios, que ocupaban el centro del Asia Menor. Después, toda la parte occidental del Próximo Oriente. Su hijo Cambises invadió Egipto hasta Etiopía. Tal es la cornada del carnero hacia mediodía».

(C) Cuando tenía la mirada puesta en el carnero (v. Dan 8:5), «he aquí que un macho cabrío venía del lado del poniente, es decir, de Grecia, sobre la superficie de toda la tierra, pues realmente se hizo dueño de todos los reinos que significaban algo en la civilización de aquella época». De este macho cabrío dice que avanzaba sin tocar el suelo, expresión que simboliza la tremenda rapidez de sus conquistas. Este macho cabrío (el imperio grecomacedonio) tenía un cuerno bien visible entre sus ojos, puesto que toda la terrible fuerza y la sabia estrategia de dicho imperio residía en su jefe, Alejandro Magno. La batalla que se nos describe en los versículo Dan 8:6 y Dan 8:7 entre el macho cabrío y el carnero de los dos cuernos no es otra que la que tuvo lugar a las orillas del Iso (año 333 a. de C.) entre Alejandro Magno y Darío III Codomano, y que acabó con la derrota de éste. Volvió a derrotarle definitivamente (año 331) en Arbela.

(D) El versículo Dan 8:8 nos describe el progresivo engrandecimiento de Alejandro hasta su muerte prematura, de unas fiebres infecciosas, el año 323 a. de C., «estando en su mayor fuerza», pues no había cumplido aún 33 años. Al morir (v. Dan 8:8), su inmenso imperio fue repartido entre sus cuatro generales, «cuatro cuernos bien visibles hacia los cuatro vientos del cielo». Macedonia le correspondió a Casandro; Tracia, a Lisímaco; Egipto, a Tolomeo; Siria, a Seleuco.

(E) De uno de éstos (v. Dan 8:9) en concreto, de Seleuco salió un cuerno pequeño, en el que los autores, sin excepción, ven a Antíoco IV Epífanes (rey de Siria desde el 175 hasta el 163 a. de C.). En lo que los autores antidispensacionalistas están completamente equivocados es en identificar este cuerno pequeño con el del capítulo Dan 7:1-28, si bien es cierto que Antíoco IV resulta, en muchos detalles, tipo del Anticristo. De sus vicisitudes y correrías, lo que le interesa al autor sagrado es su ataque «hacia la hermosura» (hebr. weel hatsébi), como dice el final del versículo Dan 8:9, frase que equivale a la de «tierra hermosa» (hebr. érets hatsebí) de Dan 11:16, Dan 11:41, y designa, indudablemente, a Palestina (comp. con Sal 48:2; Eze 20:6, Eze 20:15). Del ataque de Antíoco a Palestina destaca el autor sagrado los detalles siguientes:

(a) La persecución que llevó a cabo (v. Dan 8:10) contra «el ejército del cielo», que aquí designa metafóricamente a los «santos de Israel» (comp. con Dan 12:3). «Echó por tierra», es decir, dio muerte, a parte de ese ejército (unos 80.000 judíos) y de las estrellas, esto es, de los jefes de Israel.

(b) No sólo eso, sino que (v. Dan 8:11) «se irguió contra el príncipe de los ejércitos», que en el versículo Dan 8:25 es llamado «el Príncipe de los príncipes», es decir, contra Dios mismo, como lo muestra el propio versículo Dan 8:11: «y por él (por Antíoco) le fue quitado (a Dios) el continuo sacrificio, y el lugar de Su (de Dios) santuario fue echado por tierra».

(c) El versículo Dan 8:12 declara que «a causa de la iniquidad, esto es, de las transgresiones del pueblo mismo, el ejército (el pueblo judío) le fue entregado (a Antíoco) junto con el continuo sacrificio, pues lo hizo cesar el malvado invasor». La frase «echó por tierra la verdad» significa que, por algún tiempo, suprimió la verdadera religión de los judíos. En ese tiempo, y para disciplina de Israel, Dios le consintió que hiciera cuanto quería sin que nadie le estorbara: «y le acompañó el éxito». Los horribles sacrilegios que Antíoco cometió (v. 1Ma 1:44.) fueron una abominación con la que, de paso, Dios castigaba el menosprecio con que los israelitas habían tratado los sacrificios que se ofrecían a Dios en el templo (v. Mal 1:6-14).

(F) Igualmente, Daniel oyó a un santo (v. Dan 8:13), esto es, a un ángel declarar el tiempo que tal sacrilegio había de durar. Alonso Díaz hace notar que «el grito ¿hasta cuándo? refleja la fe bajo la prueba a través de los tiempos (Sal 6:3; Sal 74:9; Sal 79:5; Sal 80:4; Sal 90:13)». Podemos ver otro ¿hasta cuándo? similar en Apo 6:10. Aunque tanto la pregunta como la respuesta la hacen dos ángeles, el verdadero destinatario de la respuesta es Daniel, puesto que el versículo Dan 8:14 comienza literalmente diciendo: «Y (él) me dijo …». Contra la opinión de Walvoord y muchos otros autores, y al seguir la de R. Culver y de los autores de Search the Scriptures, este traductor opina que el número 2.300 del versículo Dan 8:14 indica las veces (no los días) que el sacrificio continuo estuvo en suspenso. 2.300 veces nos dan 1.150 días, un poco más de tres años; esto coincide con lo que sabemos por los libros históricos, especialmente por los de los Macabeos, ya que la profanación del templo hasta llegar a la suspensión del sacrificio se llevó a cabo en el año 168 a. de C., mientras que Judas Macabeo llevó a cabo la purificación y rededicación del templo el 25 de diciembre del 165.

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