Deuteronomio 6:4 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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I. Un breve compendio de la verdadera religión, resume los dos primeros principios de fe y obediencia (vv. Deu 6:4-5). Los judíos tienen estos dos versículos como la porción más importante de la Escritura; los tienen inscritos en sus filacterias, y se sienten obligados a repetirlos por lo menos dos veces cada día, lo que expresa, en una bienaventuranza, el gozo extraordinario que tal repetición les proporciona: Bienaventurados somos los que cada mañana y cada tarde decimos: Oye Israel: Jehová es nuestro Dios; Jehová es uno.

1. Lo que se nos enseña aquí a creer acerca de Dios: (A) Que Jehová es nuestro Dios. El Dios a quien amamos y servimos, por el que somos protegidos y cuidados, es Jehová (o Yahweh), es decir, el Ser infinita y eternamente perfecto, autoexistente y todosuficiente. (B) Que Él es el único Dios vivo y verdadero. Nadie ni nada puede arrogarse la Deidad, sino sólo Él, en exclusiva. La fe firme en esta verdad debía ser suficiente para mantenerlos libres de toda idolatría, y debería ser suficiente para mantenernos a los creyentes libres del apego idolátrico a las cosas de este mundo. ¡Dichosos los que tienen a Éste por su único Dios, a Él aman por encima de todo, y a Él sirven con todo su ser; porque tienen al único amo que ni cambia ni se les puede morir, y al único bienhechor de quien asirse y en quien refugiarse (Stg 1:17). (C) Los judíos inconversos y los unitarios de todos los tiempos (como los actuales Testigos de Jehová, etc.) han visto en este versículo una negación de la Trinidad de personas en Dios. Sin meternos en argumentos teológicos, podemos asegurar que Deu 6:4 no es contrario a la Trina Deidad: (a) porque el desdoblamiento de Jehová en dos personas es patente en el Antiguo Testamento, no sólo en las varias menciones del divino Ángel de Jehová, sino en lugares como Zac 3:2, donde el desdoblamiento es evidente; (b) porque la palabra uno expresa la unidad de naturaleza individual (Jua 10:30); «somos UNO …». (el mismo uno de Deu 6:4; Jua 17:3), compatible con una misteriosa pluralidad de personas, bien atestiguada en el Nuevo Testamento (por ej. Mat 28:19). (c) porque el término hebreo ejad = uno, proviene del verbo ajad = unir; de donde se deduce que el concepto es de unidad compacta, que puede darse en una unidad compuesta. (d) Que este Dios único en las personas del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, es la única fuente de aguas vivas (Jer 2:13); el único Hacedor y Salvador necesario y suficiente de cada ser humano. Por ser el único necesario, todos los demás son insuficientes; por ser el único suficiente, todos los demás son innecesarios.

2. Lo que aquí se nos enseña referente a la conducta que Dios requiere del hombre, está compendiado en el versículo Deu 6:5: Amarás a Jehová tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Ningún rey demandó de sus súbditos amor. Más aún, en ninguna otra religión se había jamás demandado el amor a sus dioses. Pero la condescendencia de la gracia divina es tal que ha hecho del primer mandamiento (el l.o en orden e importancia) un mandamiento de amor, para que todos nuestros deberes para con Dios se cumplan por amor. El códice alejandrino de la versión de los LXX sustituye kardías = corazón, por dianoias = mente, por lo que el Señor Jesucristo, al citar de los LXX, añadió mente a los tres vocablos de Deu 6:5. El corazón indica el centro de la personalidad y, por tanto, de la conducta; el alma es el centro de los deseos e inclinaciones; las fuerzas representan las energías operativas del ser humano y, con mucha probabilidad, las posesiones o bienes de fortuna. La mente es el centro del discernimiento (1Co 2:14-16).

II. También se prescriben aquí los medios para conservar y observar la verdadera religión en el corazón y en el hogar, para que no se marchite ni decaiga. Estos medios son principalmente dos: 1. La meditación de la Palabra de Dios: Estas palabras que yo te mando estarán sobre tu corazón (v. Deu 6:6). 2. La educación religiosa de los hijos: Las repetirás a tus hijos (v. Deu 6:7). Además, al repetirlas, crece el conocimiento de ellas. Esto nos enseña a aprovechar todas las oportunidades para conversar con quienes nos rodean, no de materias intrincadas ni de opiniones discutibles, sino de las verdades llanas y sencillas de Dios, que constituyen el «saber de salvación» (2Ti 3:15). Cuanto más nos familiaricemos con las Santas Escrituras, más las amaremos, las admiraremos, nos alimentaremos de ellas y estaremos deseosos de comunicarlas a otros, comenzando por nuestros familiares. Aquí (vv. Deu 6:8-9) se dan instrucciones a los hijos de Israel, con el objeto de que tuviesen siempre bien presentes las enseñanzas de Dios. Las filacterias eran precisamente las cintas que se ataban a la frente, y en las que se inscribía lo más importante del shemá, para tener Deu 6:4-5 como un recordatorio ante tus ojos (v. Deu 6:8). El Señor Jesucristo censuró a los fariseos (Mat 23:5), no por llevarlas, sino por la orgullosa ostentación (mera fachada) que hacían de ellas, al llevarlas más anchas que los demás. Con todo, es una costumbre digna de encomio el tener sobre las paredes de los lugares de culto, lo mismo que sobre las paredes de nuestras casas algunas porciones escogidas de la Palabra de Dios, que nos recuerden constantemente la bondad del Señor y nuestro deber de serle agradecidos.

III. Se añade a continuación una exhortación a no olvidarse de Dios en los días de prosperidad y abundancia (vv. Deu 6:10-12). Estimula la esperanza que habían de tener en la bondad de su Dios dando por seguro que había de introducirles en aquella buena tierra que les había prometido (v. Deu 6:10), para que no habitasen por más tiempo en tiendas de campaña como los nómadas y los pastores, sino que se asentasen en ciudades y se acomodasen en casas llenas de todo bien; así no andarían ya vagando por inhóspitos desiertos, sino que disfrutarían de mansiones convenientemente edificadas y amuebladas, y de huertos y campos bien plantados. Y todo ello, por pura gracia y obra de su Dios: Ciudades que tú no edificaste, casas que tú no llenaste, cisternas que tú no cavaste, viñas y olivares que no plantaste (vv. Deu 6:10-11).

IV. Siguen algunos preceptos y ciertas prohibiciones. 1. En toda ocasión, han de temer, servir y honrar a Dios (v. Deu 6:13). Esta porción es la que Jesús lanzó al rostro del diablo, cuando éste le tentó en el desierto (v. Mat 4:10; Luc 4:8), con el señuelo de obtener los reinos de este mundo y su gloria a trueque de servir a los planes de Satanás y adorarle. 2. También habían de cuidar mucho de no deshonrar a Dios tentándole, esto es, poniendo en duda su poder, su providencia, su protección, etc., como en Éxo 17:2; Isa 7:12-13, o como si esperasen presuntuosamente la protección divina exponiéndose por propia iniciativa a un peligro al margen de la voluntad de Dios, como es el caso de lo que le proponía el diablo al Señor en otra de las tentaciones, y al que replicó Jesús con el versículo Deu 6:16 de esta misma porción (v. Mat 4:7; Luc 4:12).

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