Estudio Bíblico | Explicación de Ezequiel 16:15 | Comentario Bíblico Online
Relato de la gran perversidad del pueblo de Israel, a pesar de los grandes favores que Dios les había otorgado. Esta perversidad es aquí representada, como en otros lugares de la Escritura, bajo el símbolo del adulterio. Es una traición por parte de Israel-esposa contra su Esposo sin igual, Jehová-Dios. A partir de Salomón, comienza su carrera de prostituciones idolátricas y alianzas con naciones paganas. La imaginería de este capítulo, como la del capítulo Eze 23:1-49, puede parecer cruda a primera vista, pero el sentido de la porción y las aplicaciones, no sólo para un israelita, sino también para un cristiano, son de la más profunda (o alta, si se prefiere) espiritualidad. Con ojos espirituales (v. Efe 1:18) hay que estudiar, pues, toda esta porción.
1. La idolatría es aquí presentada como prostitución y adulterio: (A) Porque es la violación del pacto matrimonial con Dios. (B) Porque corrompe y contamina la mente y el corazón y esclaviza la parte espiritual del hombre. (C) Porque pervierte y cauteriza la conciencia.
2. Las causas de este pecado: (A) Se habían vuelto orgullosos (v. Eze 16:15): «Pero te envaneciste de tu hermosura, y esperabas que, al ser tan atractiva, se interesaran por ti, y te prostituiste a causa de tu renombre». Salomón se entregó a la idolatría por complacer a sus mujeres. (B) Se habían olvidado de sus comienzos (v. Eze 16:22). (C) Se habían vuelto débiles de entendimiento e inconstantes de voluntad (v. Eze 16:30). La fuerza de la concupiscencia es una evidencia de la debilidad de la voluntad.
3. Los detalles de su pecado.
(A) Adoraban a todos los ídolos que se ponían en su camino (v. Eze 16:15), así estaban a merced de sus vecinos en la creencia de que tales ídolos les podían servir de algún provecho. No sólo estaba a merced del que pasaba por su camino, sino que ella misma los solicitaba (v. Eze 16:25).
(B) Adornaban los templos de sus ídolos y sus lugares altos con los finos vestidos que Dios les había regalado (vv. Eze 16:16, Eze 16:18).
(C) De las joyas que Dios les había dado, se hacían imágenes para adorarlas (v. Eze 16:17). En cuanto a la frase «te hiciste imágenes de hombres y fornicaste con ellas», dice Fisch: «Al seguir la metáfora de la esposa adúltera, el profeta habla de las imágenes que ella adora como de hombres. Es posible que tuviesen forma humana».
(D) Servían a sus ídolos con las buenas cosas que Dios les había dado (vv. Eze 16:18, Eze 16:19): «Pusiste delante de ellas mi aceite y mi incienso, esto es, en los altares de las imágenes que adoraban. Mi pan también, que yo te había dado, la flor de la harina, el aceite y la miel, con que yo te mantuve, los pusiste delante de ellas para olor agradable». Todo lo que deberían haber ofrecido a Dios en la oblación prescrita en Lev 2:1., lo ofrecían a los ídolos, incluida la miel (tan abundante en Canaán), a pesar de que no estaba permitida en las oblaciones a Dios (Lev 2:11).
(E) Habían sacrificado sus propios hijos e hijas a los ídolos (v. Eze 16:20), degollándolos (v. Eze 16:21) para ofrecerlos a aquellas imágenes, haciéndolos pasar por fuego. Dios los llama (v. Eze 16:20) «tus hijos y tus hijas que habías dado a luz para mí»; y en el versículo Eze 16:21 los llama «mis hijos», porque «al entrar en pacto con Dios, Israel había sido elevado al rango de los hijos de Dios (cf. Hijos sois de Jehová vuestro Dios , Deu 14:1)» (Fisch). ¡Qué absurdo tan grande era el que los hijos que habían sido dados a luz para Dios, fuesen ofrecidos en sacrificio a los demonios!
(F) Edificaban templos y altares de toda clase a sus ídolos (vv. Eze 16:23-25). Como si fuese poca toda tu maldad (v. Eze 16:23) a nivel individual, como en privado, llegaste finalmente a tal grado de desvergüenza que te lanzaste a proclamarla en público (v. Eze 16:24): «te edificaste lugares altos (lit. un lugar elevado) y te hiciste un altar idolátrico en todas las plazas». Según M. Henry, el hebreo gab («lugar elevado»), conforme a la lectura marginal de la AV inglesa, podría traducirse por burdel; «en realidad, dice Henry, eso es lo que venían a ser los templos de los ídolos». Así (v. Eze 16:25) la hermosura de Israel resultó, por su propia conducta, abominable, por haberla prostituido a los ídolos, en lugar de reservarla exclusivamente para su Esposo-Jehová.
Nota del traductor: Nuestra Reina Valera ha recatado, bajo expresiones eufemísticas, frases que, en el hebreo y en otras versiones más literales, son más crudas. Por ejemplo, en el versículo Eze 16:25, la frase de la RV «ofreciéndote a cuantos pasaban», dice en el original «abriendo las piernas a todo el que pasaba». Igualmente, en el versículo Eze 16:26, la frase de la RV 1977 «de cuerpos fornidos» dice en el original «grandes de carne» (RV 1960 «gruesos de carnes»), acerca de lo cual dice Fisch: «Una expresión que denota excesiva sensualidad, lo cual era una característica de los egipcios (cf. Eze 23:20)». Efectivamente, Eze 23:20 ofrece la mejor paráfrasis de Eze 16:26.
4. Las agravantes de su pecado.
(A) Eran muy aficionados a los ídolos de aquellas naciones que les habían oprimido y perseguido, como los egipcios (v. Eze 16:26) y los asirios (v. Eze 16:28).
(B) Habían sido disciplinados por la providencia de Dios, pero aún persistían en su pecado (v. Eze 16:27): «Por tanto, he aquí que yo extendí contra ti mi mano, para amenazarte y asustarte, y disminuí tu provisión ordinaria», lo cual parece aludir al saqueo efectuado por las tropas asirias en 701 a. de C., que costó a Ezequías la pérdida de las ciudades filisteas de Asdod, Ecrón y Gaza. De las hijas, es decir, de las ciudades, de los filisteos, que aborrecían a Israel (v. Eze 16:27), se dice que, aun siendo tan malvadas, se avergonzaban del camino deshonesto de Israel, lo cual, como advierte Fisch, es «lenguaje irónico».
(C) Eran insaciables en su prostitución espiritual (vv. Eze 16:28 y Eze 16:29, al final): «… por no haberte saciado; … y tampoco te saciaste … y tampoco con esto te saciaste».
(D) Todo esto, a pesar de lo cara que les resultaba materialmente su idolatría, pues gastaban grandes sumas en imágenes y altares, y en alquilar sacerdotes de otros países para que les oficiasen en sus cultos idolátricos. En todo eso se insiste mucho en los versículos Eze 16:31-34, donde se hace notar que Israel no se comportaba como las prostitutas comunes ni como las mujeres adúlteras, que van buscando la paga (v. Eze 16:31, al final), sino que era ella la que pagaba por pecar (v. Eze 16:34).
5. Y, con todo esto, ¿no se percatará Jerusalén de la enormidad de sus abominaciones? Vemos, con sorpresa y horror, lo que es la corrompida naturaleza de los hombres cuando Dios los deja de Su mano, aun cuando disfruten, como Israel, de las mayores ventajas para ser mejores y portarse mejor.
