Hechos 3:12 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Hechos 3:12 | Comentario Bíblico Online

Sermón que predicó Pedro en esta ocasión. Viendo esto Pedro (v. Hch 3:12). Cuando vio Pedro que el pueblo se reunía en torno de ellos, aprovechó la oportunidad para predicarles a Cristo. Al ver que la gente estaba impresionada por el milagro, se apresuró a sembrar la semilla del Evangelio en tierra que estaba preparada para recibirla y, con toda humildad, atrajo hacia Jesucristo la atención que la gente estaba prestándoles a ellos.

1. No se atribuye a sí mismo el honor del milagro. Se dirige a ellos llamándoles «varones israelitas», a quienes pertenecían no sólo la Ley y las promesas, sino también el Evangelio y sus efectos. Dos cosas les pregunta: (A) «¿Por qué os maravilláis de esto?» Era, sí, algo maravilloso, pero mucho menos que lo que Cristo había hecho unos pocos meses antes, al resucitar a Lázaro de los muertos. A los necios les parece extraordinario lo que les habría resultado ordinario en otras ocasiones si hubiesen prestado la atención necesaria. (B) «¿Por qué ponéis los ojos en nosotros?» Es cierto que habían hecho andar (v. Hch 3:12) al cojo, pero no lo habían hecho por su propio poder o piedad, sino que aquel poder procedía totalmente de Cristo y no lo habían obtenido por ser más santos que los demás, pues eran también hombres pecadores (comp. con Hch 10:26). Los instrumentos de Dios no deben ser convertidos en ídolos de la gente. Lo que es de alabar en Pedro y Juan es precisamente que no se atribuyeron a sí mismos el honor de este milagro, sino que lo transmitieron fielmente a Cristo. La utilidad de un siervo de Dios está en razón directa de su humildad.

2. Les predica a Cristo.

(A) Les muestra primero que Cristo era el Mesías prometido a los padres, a los primeros antepasados del pueblo de Israel (v. Hch 3:13). El Dios de los patriarcas de Israel había glorificado así a su Siervo Jesús. Que el griego paida nota del traductor ha de verterse aquí por «Siervo» y no por «Hijo» se muestra en la implícita referencia de Pedro al cántico del Siervo de Jehová en Isa 52:13-15; Isa 53:1-12.

(B) Les culpa lisa y llanamente de la muerte de Jesús (v. Hch 3:13): «a quien vosotros entregasteis», clamando contra Él como si hubiese sido un criminal de la más baja ralea; le negasteis delante de Pilato, os negasteis a reconocerle como el Mesías prometido porque no vino con el aparato majestuoso y la pompa que esperabais. Fuisteis peores que Pilato, puesto que él había resuelto ponerle en libertad. Y no sólo (v. Hch 3:14) negasteis al Santo y al Justo, que son algo muy superior a la inocencia, sino que pedisteis que se os concediera de gracia un homicida, y (v. Hch 3:15) matasteis al Autor de la vida; preservasteis la vida de un asesino, destructor de la vida, y se la quitasteis al Salvador, autor de la vida». ¡Qué cúmulo tan enorme de circunstancias agravantes!

(C) Testifica acerca de la resurrección de Cristo (v. Hch 3:15), como lo había hecho en el sermón anterior (Hch 2:32): «Creíais que habíais acabado de una vez con el Autor de la vida, pero Dios lo ha resucitado de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos».

(D) Atribuye la curación del cojo al poder de Cristo (v. Hch 3:16): «Y por la fe en su nombre, a éste, que vosotros veis y conocéis, le ha consolidado su nombre». Nótese la repetición del «nombre», que es un sustituto de la «persona». Es Cristo mismo quien ha dado el poder para esa curación, obtenida por medio de la fe en Él; más aún, esa fe es por medio de Él, como vienen todas las gracias por medio del Mediador universal entre Dios y los hombres. Vemos, pues, que Pedro apela: (a) al testimonio de ellos mismos sobre la verdad del milagro: «a éste, que veis y conocéis» (lit., el pronombre personal no figura en el griego). La completa sanidad le ha sido dada en presencia de todos vosotros. (b) El poder ha venido del Autor de la vida, del general en jefe, aunque se ha valido de un subalterno para llevar a cabo el milagro. Se ha hecho por fe en su nombre para que Él se lleve la gloria y el honor. (c) Cristo mismo ha dado la fe necesaria para creer en su nombre; es el Cristo ascendido y glorificado (comp. con Jua 6:44) el que da ese poder, lo cual no quita la responsabilidad de venir a Él por fe (v. Jua 3:16, Jua 3:36; Jua 5:40; Jua 8:24, etc.).

3. Les anima con la esperanza de hallar gracia y perdón. Hace todo lo posible para convencerles de pecado, pero tiene sumo cuidado en no conducirles a la desesperación. (A) Comienza mitigando la enormidad del crimen con la circunstancia atenuante que implicaba la ignorancia. Antes (v. Hch 3:12) les había llamado «varones»; ahora les llama «hermanos» (v. Hch 3:17) y bien podía llamarles así, pues también él, Pedro, había negado al Santo y al Justo, y jurado que no le conocía. Con toda caridad y comprensión añade: «Ya sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros gobernantes». Este lenguaje es parecido al del mismo Señor en la Cruz: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Luc 23:34). Fueron los líderes los que obraron con peor voluntad; el pueblo llano se dejó arrastrar por la corriente (comp. con 1Ti 1:13). (B) Mitiga también los efectos del crimen al decir (v. Hch 3:18): «Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos los profetas, que su Cristo había de padecer» (v. Luc 24:26, Luc 24:46). Como si dijese: «Aun cuando vosotros pensabais que estabais cumpliendo vuestro propio plan, era el propósito de Dios el que se cumplía, no el vuestro». Esto no suprimía la culpabilidad de ellos al odiar y perseguir a Cristo hasta darle muerte, pero les daba ánimo para arrepentirse con esperanza segura de perdón, ya que la misma muerte de Cristo estaba destinada a proveer el fundamento para el perdón de los pecados.

4. Les exhorta a hacerse cristianos.

(A) Les dice lo que han de creer. Deben creer que Jesucristo es la simiente prometida (v. Hch 3:25). Jesús, que era de la simiente de Abraham, según la carne (v. Gál 3:16), es aquel en quien todas las familias de la tierra habían de ser benditas, no sólo la familia de Israel. También deben creer que Jesucristo es profeta, aquel profeta como Moisés, a quien Dios había prometido que levantaría de entre sus hermanos (v. Hch 3:22). Por medio de Cristo nos habla Dios (Heb 1:1, Heb 1:2), como Moisés, pues nos libró de la esclavitud del pecado, así como Moisés los libertó de la esclavitud de Egipto. Moisés fue fiel como siervo, pero Cristo lo fue como Hijo (Heb 3:5, Heb 3:6). Moisés fue modelo de humildad y paciencia; más aún, Cristo. Israel fue favorecido con la bendición de muchos profetas desde Samuel en adelante (v. Hch 3:24), pero ellos trataron mal a todos los profetas, por lo que, después de todos ellos, les envió Dios su propio Hijo. Deben creer que han de venir de la presencia de Dios tiempos de refrigerio, es decir, de consolación (v. Hch 3:19); serán los tiempos de la restauración de todas las cosas (v. Hch 3:21), anunciados por boca de los santos profetas de Dios, y es entonces cuando el Señor ha de venir por segunda vez (v. Hch 3:20). Dice J. Leal: «Los tiempos de la consolación son los tiempos del final del mundo … Y mande (envíe) se refiere a la segunda venida escatológica de Jesús … Este tiempo final es el que coincide con la restauración del reino de que hablaban los discípulos en Hch 1:6, Hch 1:7. Entonces tendrá lugar la era mesiánica de la paz y consolación prometida».

(B) Les dice lo que han de hacer. Deben arrepentirse (v. Hch 3:19), cambiar de mentalidad, y convertirse, darse media vuelta de cara a Dios (v. 1Ts 1:9), y aceptar como Mesías, Ungido de Dios, al que ellos habían matado. No es suficiente con arrepentirse del pecado, hay que convertirse de él y no volver a darle la cara, sino la espalda. Deben escuchar a Cristo, según había profetizado y ordenado (v. Hch 3:22): «a Él oiréis en todas las cosas que os hable», oírle con fe, como se debe oír a un profeta, especialmente a tal profeta como Cristo, y oírle con obediencia plena: «en todas las cosas». Arriesgamos nuestra eternidad si nos hacemos el sordo a las palabras de Jesús (v. Hch 3:23): «Y toda alma (persona) que no oiga a aquel profeta, será totalmente exterminada del pueblo». Los que no quieran ser amonestados y aconsejados por el Salvador no pueden esperar otra cosa que caer en manos del Destructor.

(C) Les dice lo que han de esperar. (a) El perdón de los pecados (v. Hch 3:19): «para que sean borrados vuestros pecados». Con el perdón se borra el pecado como si no hubiese existido, pues cuando Dios perdona, también olvida; pero no ha de esperarse este perdón si no hay arrepentimiento. La esperanza del perdón habría de ser un gran incentivo para convertirse a Dios. (b) Una vez perdonados los pecados, es consoladora la esperanza de ser bendecidos con el refrigerio que traerá consigo la Segunda Venida del Señor (vv. Hch 3:20, Hch 3:21). Ahora no le vemos, porque lo retiene el cielo, pero cuando se manifieste … le veremos tal como Él es (1Jn 3:2). Ahora andamos por fe, la cual es evidencia de lo que no se ve (Heb 11:1). Y cuando Él venga a juzgar al mundo, nosotros no seremos condenados con el mundo (1Co 11:32).

(D) Les dice qué fundamentos tienen para esperar estas cosas si se convierten a Cristo.

(a) Como israelitas, eran la nación favorecida por Dios más que ninguna otra (v. Hch 3:25): «Sois los hijos de los profetas y del pacto». Era un doble privilegio: Pertenecían al pueblo del que habían surgido los profetas de Dios y al que Dios enviaba sus profetas, cuyas palabras se oían cada sábado en la sinagoga (Hch 13:27); esto debía animarles a unirse a Cristo. Cuantos tenemos la Biblia hemos de cuidar de no recibir en vano la gracia de Dios. Además, eran los hijos, es decir, los herederos del pacto que Dios había hecho con sus padres. La promesa era, en primer término, para ellos. Si todas las familias de la tierra habían de ser bendecidas en Cristo, mucho más sus compatriotas según la carne.

(b) Como israelitas, a ellos se ofrecía en primer lugar la gracia del Nuevo Testamento (v. Hch 13:46). A ellos fue enviado en primer lugar el Redentor, lo cual les animaba más aún a esperar que, si se arrepentían, a ellos les había de bendecir en primer lugar (v. Hch 3:26). Se pone aquí de relieve, primero, de dónde había recibido Cristo su misión: «Dios … lo ha enviado»; lo había resucitado y lo había manifestado como Mesías con poder al enviar el Espíritu Santo para convencerles de pecado; segundo, a quiénes había sido enviado: «en primer lugar, para vosotros». El ministerio personal de Cristo, como el de los profetas de antaño, había estado confinado a Israel, a las ovejas perdidas de la casa de Israel y, por eso, había prohibido a los discípulos pasar la frontera. Después de su resurrección, es cierto que habían de proclamar el Evangelio hasta los últimos confines de la tierra, pero comenzando por Jerusalén (Luc 24:47). Y, cuando iban a otras naciones, primero predicaban a los judíos que allí se hallaban. Lejos de ser excluidos por haber dado muerte a Cristo, fueron preferidos al ser predicado el Evangelio primero a ellos, después de la resurrección del Señor. Tercero, con qué fin fue enviado Cristo a ellos (v. Hch 3:26): «lo ha enviado para bendeciros; no para condenaros, como lo merecéis, sino para justificaros». El objeto de la venida de Cristo al mundo es bendecirnos y, cuando se marchó del mundo, dejó tras sí bendición, pues «mientras los bendecía se fue alejando de ellos» (Luc 24:51). Por medio de Cristo es como nos envía Dios sus bendiciones y sólo por medio de Él hemos de esperar recibirlas. La gran bendición fue hacer que cada uno se convierta de sus maldades (v. Hch 3:26), pues así quedamos en disposición de recibir todas las demás bendiciones. El pecado es aquello a lo que por naturaleza nos adherimos; el designio de la gracia de Dios es apartamos de él y volvernos contra él, de forma que no sólo lo abandonemos, sino también lo aborrezcamos.

Hechos 3:12 explicación
Hechos 3:12 reflexión para meditar
Hechos 3:12 resumen corto para entender
Hechos 3:12 explicación teológica para estudiar
Hechos 3:12 resumen para niños
Hechos 3:12 interpretación bíblica del texto

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí