Jeremías 15:10 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Jeremías ha vuelto ahora del ejercicio público de su ministerio y se ha retirado a su oratorio; en estos vv. tenemos lo que pasó allí entre él y su Dios.

1. La queja que el profeta hace a Dios por los muchos desalientos con que se encuentra en su trabajo (v. Jer 15:10).

(A) Halla gran cantidad de contradicción y oposición; tanto que está resultando hombre de contienda y hombre de discordia. Tanto la ciudad como el resto del país contendían con él y hacían todo lo posible por hacerle fracasar. Era hombre de paz y, sin embargo, se llama hombre de contienda, no porque él estuviese dispuesto a contender, sino porque los demás siempre contendían con él. Él estaba por la paz; pero ellos estaban por la guerra. La verdadera causa de estas contiendas con él en su fidelidad a Dios y a las almas de ellos. Les mostraba que sus pecados eran su ruina y, cuando él hacía cuanto podía para impedir que se arruinasen, ellos se encendían de furor contra él. El Evangelio de paz ocasiona división (Mat 10:34, Mat 10:35; Luc 12:49, Luc 12:51). Esto ponía a Jeremías muy incómodo y le hacía clamar: «¡Ay de mí, madre mía, que me engendraste un hombre de contienda, etc.!» Es una patética lamentación, pero Jeremías no dimite. Si no podemos vivir en paz con nuestro prójimo, no hemos de perder por eso la paz de nuestra propia conciencia ni ser presa del pánico.

(B) Por lo que se ve, le acusaban de cosas que no había hecho y, por el odio que le tenían, lo llenaban de insultos y calumnias. En vez de bendecirle y bendecir a Dios por él, maldecían al mensajero de Dios y procuraban presentarlo ante el pueblo como persona digna de odio (v. Jer 15:10): «Nunca he dado ni tomado en préstamo, pero todos me maldicen». Se insinúa aquí que los que se enredan en los negocios de este mundo se exponen también a contiendas y discordias. Un ejemplo de la prudencia de Jeremías es que, al haber sido llamado al ministerio profético, no se enredó en los asuntos de esta vida, para no dar ni la más ligera sombra de sospecha de que buscaba ventajas materiales en su oficio. No prestaba dinero porque no era usurero; no tomaba dinero a préstamo porque no era mercader. Hallamos después (Jer 16:2) que no tenía mujer ni hijos por los que procurarse medios de subsistencia, y aun así caía bajo el odio general, por lo malos que estaban los tiempos.

2. La respuesta que Dios da a la queja de Jeremías.

(A) Le asegura que va a hacer que amaine el temporal para que, por fin, Jeremías disfrute de algún respiro (v. Jer 15:11): «Dice Jehová: Ciertamente te pondré en libertad para bien; esto es, cuando se aproxime la catástrofe, yo te libraré de ella. Y tus enemigos no podrán acabar contigo. Más aún, de cierto haré que el enemigo suplique ante ti en el tiempo de la aflicción y en la época de la angustia (comp. con Jer 21:1.; Jer 37:3; Jer 42:1.). Los que ahora te persiguen y calumnian vendrán un día a suplicarte que intercedas por ellos».

(B) Como advierte Freedman, «los versículos Jer 15:12-14 son claramente una digresión en la que Dios (o, según otros, el profeta) se dirige al pueblo». Esta digresión parece ser un adelanto de lo que, con ligeras variantes, se repite en Jer 17:3, Jer 17:4, al ser el versículo Jer 15:12 una especie de dicho proverbial.

(a) El versículo Jer 15:12 ha de leerse del modo siguiente: «¿Acaso el hierro (del sur, esto es, Israel) puede romper el hierro del norte (Caldea) y el bronce (que es más fuerte que el hierro)?» Según Peake (citado por Freedman), «la intención de la referencia al hierro del norte es que el hierro mejor y más fuerte procedía del mar Negro». Dice Asensio: «el versículo Jer 15:12 parece ser un dicho proverbial con que se indicaba algo imposible». Por tanto, lo que Dios (o el profeta) quiere decir aquí a Israel es que serán vanos sus empeños en oponerse a los caldeos, pues éstos son más fuertes que los israelitas.

(b) Oiga, pues, Israel su sentencia (vv. Jer 15:13, Jer 15:14): «Tus riquezas y tus tesoros entregaré como botín sin ningún precio, esto es, sin que recibas del enemigo nada a cambio de lo que se llevará». Jeremías era pobre, no tenía nada que perder, ni riquezas ni tesoros; por eso, el enemigo le tratará bien. Pero los judíos que tenían grandes riquezas en dinero y hacienda perderían la vida para quitarles lo que tenían. Todas las partes del país, aun las más remotas, habían contribuido a los pecados nacionales y a todas se les había de pedir cuentas luego. La mayoría de los MSS leen el versículo Jer 15:14 así: «Y haré pasar (¿las riquezas?) a tus enemigos en tierra que no conoces, etc.». Pero hay todavía muchos MSS (y el Targum) que leen: «Y te haré servir a tus enemigos, etc.». Esta última es también la lectura clara en Jer 17:4.

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