Mateo 15:29 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Mateo 15:29 | Comentario Bíblico Online

I. En esta porción, vemos en primer lugar una referencia concisa a las muchas curaciones de toda clase de enfermedades que Cristo llevó a cabo, una vez vuelto a territorio de Galilea. Veamos:

1. El lugar donde fueron llevados a cabo estos milagros: junto al mar de Galilea (v. Mat 15:29). No leemos que Jesús obrase ningún otro milagro en el territorio de Tiro y Sidón, excepto la expulsión del demonio que atormentaba a la hija de la mujer cananea como si hubiese emprendido de propósito ese viaje con el solo objeto de curarla. Así también, los ministros de Cristo no han de escatimar sus esfuerzos por hacer el bien, aunque sea a pocos, pues todo el que conozca el valor de las almas, no dudará en andar un buen trecho a fin de cooperar a salvar a una sola del poder de Satanás y de la muerte eterna. Subiendo al monte, se sentó allí, para que todos pudiesen verle y tuviesen fácil acceso a Él; por otra parte, el sentarse era propio de un maestro que se dispone a enseñar.

2. Las multitudes que vinieron a Él y los muchos enfermos que sanó: Y se le acercó mucha gente (v. Mat 15:30). Solemos ser muy sensibles a los dolores y a las enfermedades del cuerpo, pero son pocos los que se preocupan de sus almas y de las enfermedades espirituales. La bondad de Cristo era tal, que recibía a toda clase de gentes: a ricos y pobres, nobles y plebeyos, entendidos e iletrados. Al contrario que la mayoría de los hombres de la antigüedad, nunca miró con desprecio al vulgo, a la masa borreguil, como se suele llamarla, puesto que las almas de los labriegos tenían para Él el mismo valor que las de los reyes. Tal era el poder de Cristo que sanaba toda clase de enfermedades. Quienes venían a Él traían consigo a sus parientes y amigos enfermos, y los ponían a los pies de Jesús. El griego dice: Y los echaban junto a los pies de Él lo cual no significaba descuido, sino prisa por llevarlos a Él entre tanta gente. Por eso, no leemos que le dijeran nada pues era suficiente con poner a los enfermos delante del Médico. La triste situación en que se hallaban estos enfermos, hablaba de un modo más elocuente que todo lo que el mejor orador podría haber expresado con sus palabras. Cualquiera que sea nuestro caso el único modo de encontrar alivio y remedio para él, es ponerlo a los pies del Señor y someterlo a su sabia y santa voluntad.

Allí había cojos, ciegos, mudos, mancos, y otros muchos enfermos. Notemos cuánto daño ha producido el pecado, a cuántas y cuán diversas enfermedades están sometidos los cuerpos humanos después de la ruina original, y qué obra tan maravillosa realiza el Salvador. Él vence el pecado y captura a todos esos enemigos de la humanidad. El Evangelio lo expresa concisamente en dos palabras: Los sanó. Este es un ejemplo más del poder de Cristo, que puede confortarnos en todas nuestras debilidades, y de la compasión de Cristo, que puede confortarnos en todas nuestras miserias.

3. La influencia que esto tuvo sobre el pueblo (v. Mat 15:31).

(A) La multitud se maravillaba. Y con toda razón. Las obras de Cristo deberían ser nuestro asombro.

(B) Y glorificaban al Dios de Israel. Los milagros, que son objeto de nuestra admiración, deben ser objeto de nuestra alabanza; y las gracias, que provocan nuestro júbilo, deberían provocar también nuestra gratitud. Si Él sana nuestras enfermedades, todo nuestro ser debe bendecir su santo nombre (Sal 103:1-5). Y si Él nos ha preservado benignamente de todas esas enfermedades, tenemos tanta razón para bendecir a Dios como si nos hubiese sanado de todas ellas. No sólo los enfermos y sus parientes y amigos, sino la multitud en general, glorificaban al Dios de Israel. Hemos de ser altruistas, y glorificar a Dios con alabanza y gratitud, no sólo por los favores que nos concede a nosotros, sino también por los que concede a nuestros prójimos.

II. Tenemos a continuación el relato de alimentar a cuatro mil hombres con siete panes y unos pocos pececillos, como antes había alimentado a cinco mil con cinco panes (Mat 14:13-21). Los invitados en esta ocasión no eran tan numerosos como la vez anterior, y la provisión era un poco mayor; pero el milagro fue obrado igualmente en ambas ocasiones; tanto entonces como ahora, admitió a cuantos estaban en necesidad de alimento, y empleó para darles de comer lo que tenía a mano. Cuando los mayores poderes de la naturaleza son superados milagrosamente, debemos decir: Éste es el dedo de Dios (Éxo 8:19). No importa que sea aquí o allí, sobre muchos o sobre pocos, su presencia se hace claramente manifiesta. Veamos aquí:

1. La compasión de Jesús: Tengo compasión de la gente (v. Mat 15:32). Les dice esto a los discípulos, tanto para probar, como para suscitar la compasión de ellos también. En lo que les dice, obsérvese:

(A) Cómo expresa la necesidad de la multitud: Ya hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer. Esto era muestra del celo de la gente, y del afecto que profesaban a Cristo y a su palabra, pues no sólo habían dejado sus ocupaciones ordinarias, sino que afrontaban grandes inconvenientes, para continuar con Él; llevaban tanto tiempo sin comer, que apenas podían sostenerse en pie; lo cual demuestra que estimaban en más las palabras de Cristo que el necesario alimento corporal. Con qué ternura habla Cristo de ellos: Tengo compasión de la gente. Era justo que ellos tuviesen también compasión de Jesús, que tanto trabajo se había tomado por ellos durante tres días seguidos y, por lo que se da a entender, también Él estaba en ayunas. Nuestro Señor Jesucristo lleva buena cuenta del tiempo que sus seguidores continúan en Su compañía, así como de las dificultades que encuentran en ello.

Ahora bien, la necesidad que el pueblo experimentaba sirve para encarecer la grandeza del poder y del amor de Jesús. El favor de la provisión que les da, se muestra en que los alimenta cuando están hambrientos, que es cuando la provisión se agradece doblemente. El milagro de la provisión abundante que les da. Si se ha dicho que dos comidas raquíticas sirven para que la tercera haga agarrar un empacho, ¿qué diremos de tres días sin comer? Sin embargo, todos comieron y se saciaron (v. Mat 15:37). Hay en Cristo gracia y poder suficientes para dar abundante satisfacción al deseo más urgente y prolongado: Abre tu boca, y yo la llenaré (Sal 81:10).

(B) Cómo expresa el interés que tiene por la multitud: No quiero enviarlos en ayunas, no sea que desfallezcan en el camino. La miseria de nuestra condición presente se muestra, entre otras cosas, en que precisamente cuando nuestra alma está siendo alimentada y ensanchada de alguna manera, nuestro cuerpo no puede seguir el mismo ritmo en situaciones convenientes y aun en el cumplimiento de nuestro deber. La debilidad de la carne es un grave obstáculo a la buena disposición del espíritu.

2. El poder de Jesús. La compasión que siente por la necesidad de la gente, pone en acción Su poder para proveerles de lo necesario para el sustento. Observemos:

(A) Cómo los discípulos desconfiaban de ese poder: ¿De dónde podemos nosotros obtener tantos panes en un despoblado? (v. Mat 15:33). Y eso que habían sido ellos, no sólo testigos, sino ministros, de un milagro similar; el pan multiplicado anteriormente, había pasado por las manos de ellos; de modo que era una señal de gran debilidad espiritual por su parte el preguntar: ¿De dónde podremos obtener nosotros tantos panes? ¿Podían sentirse desvalidos cuando tenían consigo al Maestro? El olvido de experiencias anteriores puede ser causa de perplejidades y dudas presentes.

Cristo conocía cuán escasa era la provisión de que disponía de momento, pero quería oírlo de labios de ellos: ¿Cuántos panes tenéis? (v. Mat 15:34). Antes de actuar, quería ver el poco material de que disponía, para que su poder brillase con mayor resplandor. Lo que los discípulos tenían, lo llevaban para ellos mismos, y aun eso era muy poco, pero Cristo quería que lo diesen a la gente. Les sienta bien a los discípulos de Cristo ser generosos, pues su Maestro lo era: debemos compartir lo que tenemos. Ser tacaño con lo de hoy, a causa de la preocupación por el mañana, es enredo de una corrupta inclinación que debemos mortificar (Rom 8:13). Los discípulos preguntan: ¿De dónde podemos obtener tantos panes? En cambio, Jesús pregunta: ¿Cuántos panes tenéis? No debemos pensar en lo que nos falta tanto como en lo que ya tenemos. Con razón se ha dicho que lo que distingue a un pesimista de un optimista ante una botella que va ya por la mitad, es que el pesimista la ve medio vacía mientras que el optimista la ve medio llena.

(B) Cómo fue manifestado a la multitud el poder de Cristo. Veamos:

(a) La provisión que tenía a mano: Siete panes y unos pocos pececillos (v. Mat 15:34). Es probable que estos peces los hubiesen pescado ellos mismos. Es un consuelo comer del trabajo de nuestras manos (Sal 128:2). Y es una dicha el compartir con otros lo que, con la bendición de Dios, hemos obtenido de nuestro trabajo: Trabaje … para que tenga que compartir con el que padece necesidad (Efe 4:28).

(b) La disposición de los comensales en una postura conveniente: Entonces Él mandó a la multitud que se recostase en tierra (v. Mat 15:35). Aunque el menú que podían ver era tan escaso, actuaron con fe en que de allí obtendrían suficiente provisión.

(c) La distribución de dicha provisión entre los comensales: Primero dio gracias. El verbo usado en el milagro anterior, similar a este, es bendijo. Ambos son, en cierto modo, lo mismo, pues dar gracias a Dios de antemano es el mejor modo de obtener de Dios bendición (comp. Jua 11:41). Luego, partió los panes y los peces y los dio a sus discípulos, y los discípulos a la multitud (v. Mat 15:36). Aunque los discípulos habían desconfiado del poder de Cristo, él los usó como anteriormente. A veces los amos y jefes no dan a sus subordinados una segunda oportunidad, pero Cristo no da de lado a sus ministros a la vista de sus debilidades y flaquezas, sino que continúa dándoles el pan de vida, y les encarga que lo den a los demás.

(d) La abundancia de la provisión distribuida: Comieron todos, y se saciaron (v. Mat 15:37). Cristo sacia a quienes Él alimenta. Mientras trabajamos para lo mundano gastamos nuestro jornal en lo que no sacia (Isa 55:2), pero los que se amparan bajo la sombra de las alas de Cristo, serán completamente saciados de la abundancia de su casa (Sal 36:7-8).

Para mostrar que todos habían tenido bastante, se nos dice lo que sobró: Recogieron lo que sobró de los pedazos, siete canastas llenas. La palabra que el original usa para canasta es la misma de Hch 9:25, y era, sin duda, mucho mayor que las cestas de que se nos habla en el milagro anterior. Eso demuestra que la provisión de Cristo es mayor que lo que se busca y para mayor número de los que la buscan.

(e) El recuento de los que comieron: Cuatro mil hombres, sin contar mujeres y niños. No se les cuenta para que paguen la cuenta, sino para que sean testigos de la grandeza del poder y de la bondad de Cristo.

(f) La despedida de la multitud, y la partida de Cristo hacia otro lugar: Entonces despidió a la gente, entró en la barca, y vino a los confines de Magdala (v. Mat 15:39). Aunque había alimentado dos veces a la multitud, no debían esperar milagros para el pan de cada dia, sino marcharse a sus casas, para ganarse su pan y comerlo en su mesa.

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