Salmos 55:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Salmos 55:1 | Comentario Bíblico Online

1. David ora. La oración es buen remedio para toda herida y buen alivio a todo espíritu que gime bajo una pesada carga: «Escucha, oh Dios, mi oración» (v. Sal 55:1). E insiste: «No te retraigas a mi súplica. Atiéndeme y respóndeme» (vv. Sal 55:1-2). Si en nuestras oraciones abrimos a Dios nuestro corazón y le exponemos sinceramente nuestro caso, tenemos razón para esperar que El no esconderá de nosotros su persona, ni sus favores ni sus consuelos; pero es preciso orar con perseverancia, como David, sin desfallecer.

2. David llora, pues también en esto era tipo de Cristo, varón de dolores y experimentado en quebranto (Isa 53:3), y también de lágrimas a gritos (v. Heb 5:7). «Clamo en mi oración y me desasosiego», dice David (v. Sal 55:2). Le quitan el sosiego «los gritos del enemigo» (v. Sal 55:3), es decir, las amenazas, así como las calumnias, que lanzaban contra él Absalón y sus seguidores, hasta soliviantar al pueblo para que se rebelase contra un rey tan bueno como David, y le sacasen de su palacio y de su ciudad, como hicieron después con Jesús los principales sacerdotes y aun toda la multitud cuando gritaban ante Pilato: «¡Fuera con ése … Crucifícale crucifícale!» (Luc 23:18, Luc 23:21). «Sobre mí vierten la iniquidad», dice David, esto es, sobre mí maquinan un malvado plan tras otro (más bien que, por todos los medios tratan de hacerme odioso).

3. David tiembla en gran consternación. Podemos suponer que de verdad temblaba al estallar la conspiración de su hijo Absalón y ver la general defección del pueblo. David era hombre valiente y osado, que en muchas ocasiones se había señalado por su bravura, pero en esta ocasión, ante tan grande y tan inminente peligro, desfalleció su corazón (vv. Sal 55:4, Sal 55:5). Los «terrores de muerte» significan algo más que el simple temor a la muerte; expresan el terror que inspira una muerte violenta y horrible. La fe de David le había hecho decir, viéndose rodeado de enemigos: «No temeré lo que pueda hacerme el hombre», pero ahora el miedo le tiraniza y agarrota; pues aun los mejores no están libres de temores, ya que no siempre está su fe al mismo alto nivel de fortaleza y confianza en Dios ¡Cómo deseaba David, en esta ocasión, poder escapar al desierto! (vv. Sal 55:6, Sal 55:7). Desea alas, no de halcón, sino de paloma, pues no quiere volar para caer sobre la presa, sino para poder escapar de aquellas aves de presa que eran sus enemigos. La paloma vuela despacio y bajo, y busca refugio donde resguardarse; así querría David volar ahora, para escapar del viento borrascoso, de la tempestad (v. Sal 55:8); compara el tumulto que ha surgido en la ciudad a una tormenta borrascosa y amenazante. Con tal de poder descansar, volaría adonde fuese, aun al desierto (vv. Sal 55:6, Sal 55:7).

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