Crecer gracias a los cambios Parte 2

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«.DERRIBADOS, PERO NO DESTRUIDOS» (2 Corintios 4:9)

Max Gunther bromeó: «Cuando estés en un tira y afloja con un tigre, dale la soga antes de que te agarre el brazo; ¡siempre podrás comprar otra!» La resistencia al cambio sólo produce úlceras, insomnio y tensión. Éstas son algunas de las actitudes que tal vez necesites modificar: Deja de pensar como víctima, esperando que los demás te rescaten, te tengan compasión y te calmen. ¡Toma el timón de tu propia vida! Debes decirte que no estás desesperado y que la situación tiene remedio. La Palabra de Dios promete que «Todo lo puedo… en Cristo…» (Filipenses 4:13). Deja de oponerte a los cambios. En lugar de darte de golpes contra la pared de la realidad, invierte tus esfuerzos en cambiar lo que sí puedes cambiar -por ejemplo, tus actitudes y la forma de ver las cosas. Se gasta más energía aferrándose a los viejos hábitos y creencias que aceptando los nuevos. Deja de jugar al nuevo juego con las viejas reglas.

Cuando un automóvil en segunda velocidad intenta circular a 100 millas por hora, ya sabes lo que pasa: ¡se quema el motor! Para no quemarte, debes aprender a cambiar de velocidades. Cuando varían las estaciones de la vida, o los cometidos, o las relaciones humanas, intenta adaptarte a las nuevas situaciones. Aprende a jugar con las nuevas reglas, o perderás siempre el juego. No quieras controlar lo incontrolable. Cuando cambia la música, es hora de aprender los nuevos pasos; si no lo haces, acabarás apoyado contra la pared mirando a los que bailan. Quizás no te gusten los cambios, pero puedes aprender a fluir con ellos. «.Estamos atribulados en todo, pero no angustiados; en apuros, pero no desesperados. derribados, pero no destruidos» (2 Corintios 4:8-9).

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