¿Cómo Caminar En La Verdad De Dios?

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¿Cómo Caminar En La Verdad De Dios Según La Biblia?

«…HABLAD CADA UNO A SU PRÓJIMO CON LA VERDAD…» (Efesios 4:25 CST)

Jesús dijo: «…Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres» (Juan 8:32). Pero en el proceso, la verdad te puede hacer daño… Una escritora comenta: «La verdad puede ser muy incómoda.» Hay momentos clave donde necesitamos ser valientes y decirla, o actuar en base a ella. En esos momentos se forja el carácter y se refuerzan las relaciones.

Una tarde de verano un grupo de mis compañeras de estudio bíblico y yo decidimos montar a los niños en los coches e irnos a pasar la noche al rancho de una de nosotras. Otra amiga que no había sido invitada llamó a la conductora del primer vehículo de la caravana para ver si podían verse. La amiga se puso nerviosa, y puesto que no quería herirla, le dijo que no podía porque estaba ocupada en otra cosa; fue una mentira de omisión, dicha para no herir los sentimientos y preservar la relación. A los pocos minutos yo llamé a la misma amiga, sin saberlo, para decirle que un grupo de nosotras iba al rancho y que nos veríamos al día siguiente… De repente se hizo un silencio en el teléfono. Ella estaba muy herida por no haber sido invitada… y porque la otra amiga le había mentido. Hubiera preferido la verdad, aunque le hubiera dolido, a la decepción.

Dijo Pablo: «…Desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo, porque somos miembros los unos de los otros» (Efesios 4:25)… Las normas sociales nos han condicionado a ser amables y no incomodar a nadie; por ello, lo primero que tenemos que hacer es «desaprender» algunos conceptos aprendidos acerca de la verdad. Más tarde en el estudio bíblico, hablamos del incidente. Todas nos beneficiamos de la discusión y aprendimos algo muy importante: aunque duela, la amistad se profundiza en el terreno fértil de la sinceridad».

«…QUERIENDO YO HACER EL BIEN, HALLO ESTA LEY: QUE EL MAL ESTÁ EN MÍ» (Romanos 7:21)

A menos que te propongas por encima de todo decir la verdad, existe una «ley» que dicta nuestros comportamientos, y aun cuando queramos hacer bien, «el mal está ahí». La realidad es que nuestra «configuración por defecto» (la que nuestro ordenador interior selecciona automáticamente a menos que optemos deliberadamente por otra opción) es siempre hacia una relajación de los principios. Un escritor comenta: «Vivo en Atlanta… ahí crece una planta llamada kudzu (pueraria lobata)… una vez que aparece trepando por un árbol o una cerca, si no se la mata inmediatamente, se apoderará de toda la vivienda. Un pequeño engaño… una omisión sutil… decir una mentira piadosa… todo eso es como plantar una semilla de kudzu en el jardín de tu corazón. Para mí es como una pendiente peligrosa, o como tomar un atajo en una carretera no señalizada; pienso que he encontrado el camino más corto… me hago perezoso… y luego me pierdo.

Si dejo pasar una infracción contra la integridad sin corregirla, siento la llamada del Espíritu Santo, pero a veces hago caso omiso y sigo con mis quehaceres… entonces doy el primer paso para vivir en la oscuridad moral. Las pequeñas mentiras son como bolas de nieve rodando por una pendiente… se les pega más nieve al bajar y se hacen cada vez más grandes. ¿Cómo permanecemos en la verdad cuando estamos predispuestos a transigir?

Primero: Tenemos que encomendar nuestro caminar a Dios todas las mañanas, antes de empezar el día. Eso se hace con oración y lectura bíblica. Al hacerlo, elegimos la luz frente a la oscuridad, cuando todavía no hemos tenido tiempo de fallar.

Segundo: Tenemos que ser sensibles a la guía del Espíritu. Es una decisión personal, pero nuestro crecimiento será en función del tiempo y devoción que dedicamos a nuestro caminar con el Señor».

«…PONEROS EL ROPAJE DE LA NUEVA NATURALEZA, CREADA A IMAGEN DE DIOS…» (Efesios 4:24 CST)

Una cosa es desear la verdad; pero para proseguirla, tenemos que «…[quitarnos] el ropaje de la vieja naturaleza… y [ponernos] el ropaje de la nueva… creada a imagen de Dios…» (Efesios 4:22-24 CST). Alguien escribió: Debemos estar dispuestos a enfrentar cosas que «la antigua naturaleza» quiere evitar… No es fácil y se requiere una buena dosis de humildad y aceptar que nos vamos a sentir incómodos… El remedio más rápido es el más inmediato e incómodo: «confesar» en el momento. Así lo hice yo.

Durante una fiesta un grupo de mujeres estaba discutiendo su compromiso con una organización; yo quería ser aceptada, así que les dije que trataría de involucrarme también; pero nunca participé… sabía que había mentido, pues nunca había tenido el deseo de dedicarle ningún tiempo a ello… es más, ¡los comités me dan alergia! Más tarde, aunque mis intenciones fueron nobles, la forma en cómo lo «solté» fue un poco torpe: ‘Perdonad, os mentí, nunca me he ofrecido para ese tipo de cosas y no es mi deseo hacerlo ahora’. Todas estaban calladas, mientras yo trataba de recordar dónde había dejado el bolso para poder salir corriendo de allí. Pero de repente, casi milagrosamente, todas se echaron a reír… No importa lo incómoda que nos resulte la verdad… ésta nos hará libres.

La persecución de la verdad es como el ascenso contra corriente del salmón… el mundo dice que la verdad puede cambiar según las circunstancias, las comparaciones, nueva información o el grado de experiencia. Pero en realidad, la verdad no es relativa. No se puede justificar la mentira ni adaptar la verdad a nuestro estado de ánimo y preferencias. Por eso es tan importante la disposición de nuestro corazón… cuando no podemos o no queremos buscar una alternativa verdadera, tenemos que depender de lo que nos dice un corazón entrenado para la sinceridad».

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