1 Pedro 1:13 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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En estos versículos Pedro inicia su llamamiento a una vida santa, pues somos salvos para ser santos. Viene primero el llamamiento mismo (vv. 1Pe 1:13, 1Pe 1:14). Después, un primer motivo: porque el Dios que nos llamó es santo (vv. 1Pe 1:15, 1Pe 1:16). Un segundo motivo: porque hemos de rendirle cuentas como a Juez (v. 1Pe 1:17). Un tercero y muy fuerte motivo: porque hemos sido rescatados a un precio altísimo, la sangre preciosa de Cristo (vv. 1Pe 1:18, 1Pe 1:19). Éste era el plan de la redención desde la eternidad, que ha tenido cumplimiento en estos últimos tiempos (vv. 1Pe 1:20, 1Pe 1:21). Analizaremos, pues, en cinco puntos esta porción.

1. El llamamiento a una vida santa es consecuencia lógica de la gloriosa salvación adquirida. Dicen así los versículos 1Pe 1:13 y 1Pe 1:14 en la NVI: «Por tanto, preparad vuestras mentes para actuar; mantened el equilibrio de vuestro espíritu y poned plenamente vuestra esperanza en la gracia que os será otorgada cuando Jesucristo se manifieste. Como hijos obedientes, no os amoldéis a los malos deseos que albergabais cuando vivíais en la ignorancia».

(A) La primera frase: «Ceñíos los lomos de vuestro entendimiento» (lit.) es una metáfora que expresa la necesidad de prepararse a actuar; está tomada de la costumbre de recogerse y ceñirse las largas túnicas antes de emprender un trabajo o un viaje.

(B) Viene después una actitud juiciosa, sensata, equilibrada, lo cual requiere dominio de sí mismo, concentración y vigilancia. Todo ello se condensa en ese verbo, ya conocido, «Sed sobrios» (gr. néphontes, en participio de presente continuativo). El adverbio … perfectamente» (gr. teleíos) que, en el original, va inmediatamente después de dicho verbo, puede conectarse con él o con el verbo siguiente, según la puntuación que se escoja. La puntuación más aceptada es la que adopta la NVI (con el verbo siguiente).

(C) La frase siguiente (aceptada la puntuación referida) dice así siguiendo la letra del original: «Esperad por completo en la gracia que os es llevada (participio de presente) en la revelación de Jesucristo». La gracia a la que Pedro se refiere aquí es la salvación final, esto es, la entrada a disfrutar de la herencia eterna. Esto ha de suceder cuando se descorra el velo de la fe y la presencia, ahora invisible, del Señor se haga manifiesta. Este acontecimiento se hallaba, en la mente de Pedro, en el horizonte de un futuro próximo; lo que, unido a que nuestra salvación, en su estadio inicial, es ya una realidad presente, hace que el autor sagrado use el participio de presente «por la dialéctica entre la realidad actual de la salvación ya presente y su manifestación definitiva en su futuro próximo, que caracteriza el pensamiento de la epístola» (R. Franco).

(D) En un hebraísmo corriente, Pedro se dirige a sus lectores como a «hijos de obediencia» (v. 1Pe 1:14). Su conversión ya fue una «obediencia» (v. el comentario al v. 2), pero la frase actual indica una actitud habitual que constituye, por decirlo así, la naturaleza misma del sujeto, en la misma forma en que la naturaleza humana se transmite de padres a hijos. Pablo llama a los inconversos «hijos de la desobediencia» (Efe 2:2; Efe 5:6) o, más exactamente, de la resistencia a ser persuadidos (para creer).

(E) Como a creyentes genuinos, el autor sagrado exhorta a sus lectores, y usa el mismo verbo que emplea Pablo en Rom 12:2, a no amoldarse al esquema, es decir, a los criterios normativos de pensamiento y de acción, propios de los mundanos, que les gobernaban antes de su conversión, ya que, a causa de su ignorancia (comp. con Hch 17:30; Efe 4:18), servían a los deseos carnales y desordenados (gr. epithumíais, concupiscencias), al impulso de los cuales se movían (v. Efe 2:3). Para mostrar la culpabilidad de dicha ignorancia, basta leer Rom 1:19-21. La forma en que Pedro se expresa en este versículo es una prueba más de que los destinatarios de la epístola eran (todos o en su mayor parte) de extracción pagana.

2. En lugar de amoldarse a los antiguos esquemas de pensamiento y de conducta, los creyentes deben llevar en todo una vida santa, como lo describe Pedro en los versículos 1Pe 1:15 y 1Pe 1:16, y atender al motivo principal, que es la santidad de Dios, quien nos llamó. Dicen así dichos versículos en la NVI: «Sino que, así como es santo el que os llamó, imitadle vosotros en la santidad en todo lo que hagáis; pues está escrito: Sed santos, porque yo soy santo ».

(A) Nada se pone tanto de relieve en la Biblia como la santidad de Dios, hasta el punto de ser Santo uno de los nombres con que se describe a Jehová. Pedro dice aquí textualmente: «… conforme al Santo que os llamó». El autor sagrado (v. 1Pe 1:16) cita de una frase que se halla ya en Lev 11:44.; Lev 19:2; Lev 20:7.

(B) El versículo 1Pe 1:15 dice literalmente: «… sed hechos también vosotros santos en toda conducta (gr. anastrophé). Este es un vocablo que aparece en 1 Pedro nada menos que seis veces y, en su etimología, indica el «volverse a una parte y a otra» (comp. con Sal 139:2, Sal 139:3 «sentarse y levantarse, andar y reposar»). Al añadir toda, da a entender que «la exigencia de santidad se extiende a todos los aspectos de la vida» (R. Franco).

3. Al motivo de la santidad de quien nos llamó, se añade luego el de tener que rendir cuentas al que, aun siendo Padre, es también Juez (v. 1Pe 1:17): «Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor durante todo el tiempo de vuestra peregrinación». Este versículo pide más meditación que interpretación, pues los términos son claros, pero quizás no hacen sobre nosotros el impacto que deberían porque no los ponderamos como se merecen.

(A) La mención de Padre, junto a la de Juez, nos lleva a una doble reflexión: (a) Es consolador presentarse al Juez, sabiendo que es nuestro Padre; (b) pero también infunde temor, esto es, respeto reverencial (y éste es el énfasis que la exhortación de Pedro comporta aquí), el pensamiento de que el Padre, cuya santidad hemos de imitar como hijos (v. 1Pe 1:16), es el Juez ante quien hemos de rendir cuentas de todo cuanto hayamos hecho (v. 2Co 5:10).

(B) El apóstol Pedro nos hace a la memoria que no por ser hijos de Dios va a ser nuestro Padre parcial a favor nuestro, pues con Él no hay favoritismos, «sin acepción de personas (sin dejarse llevar de relumbrantes apariencias exteriores), juzga según la obra de cada uno». El verbo está en participio de presente, y denota, como hace ver A. Stibbs, que «indefectible e imparcialmente trata con los hombres en juicio conforme a la obra actual de cada individuo particular».

(C) A nuestra vida en este mundo la llama Pedro … el tiempo de vuestra peregrinación» (gr. paroikías). El vocablo griego, lo mismo que el término pároikos (de la misma raíz), indican el estado legal de una persona que reside temporalmente en un país que no es el suyo propio (v. 1Pe 2:11 «… paroíkous kai parepidémous» extranjeros y peregrinos ). Dice Salguero: «La verdadera patria del cristiano está en el cielo. Por eso, ha de trabajar por librarse de todo lo que le pudiera apartar de la meta durante su peregrinación por este mundo». Stibbs, por su parte, hace notar: «Paroikía se usa en Hch 13:17 de los israelitas peregrinando en Egipto. Los cristianos, pues, han de vivir en este mundo como en un lugar al que no pertenecen y donde no deben esperar vivir para siempre».

4. Pero de la misma manera que los israelitas fueron rescatados de la esclavitud de Egipto, también los cristianos han sido rescatados de la esclavitud de una vida anterior en el mundo vana (gr. mataías, vacía, inútil). El autor sagrado exhorta ahora a sus lectores a considerar el altísimo precio que fue pagado por su liberación, como motivo especial para conducirse santamente. Dicen así los versículos 1Pe 1:18 y 1Pe 1:19 en la NVI: «Porque bien sabéis que no es con cosas perecederas, tales como plata u oro, con lo que habéis sido rescatados del infructuoso modo de vivir que os transmitieron vuestros antepasados, sino con la preciosa sangre de Cristo, cordero sin mancilla y sin defecto».

(A) Pedro les hace a la memoria a estos creyentes de extracción pagana que el Señor les había rescatado de la manera vacía e inútil que les habían transmitido sus padres. «El autor sagrado se refiere evidentemente al culto de los ídolos, supremas vanidades de los paganos» (Salguero). En efecto, una expresión igual o similar («vano vivir») se aplica frecuentemente en la Biblia al culto de los ídolos (v. Lev 17:7; Jer 8:19; Jer 10:14; Hch 14:15; Efe 4:17; 1Ts 1:9).

(B) Ya el mismo Señor Jesús había aludido al objetivo de Su misión en este mundo como «la entrega de Su vida en rescate por muchos» (v. por ej., Mat 20:28; Mar 10:45 y comp. con 1Ti 2:6; Tit 2:14). La entrega de su vida había de ser mediante el derramamiento de Su sangre, puesto que había de constituir un sacrificio (v. Heb 9:14, Heb 9:23, Heb 9:26, Heb 9:28; Heb 10:10, Heb 10:12, Heb 10:14, Heb 10:29; Heb 12:24; Heb 13:10-15).

(C) Pedro hace notar, en consecuencia, que el precio de nuestro rescate no fue pagado con cosas perecederas, de este mundo, por muy estimadas que sean de los hombres, como el oro y la plata, sino (v. 1Pe 1:19) con algo de valor divino, infinito: «la preciosa (mejor, valiosa; gr. timío, digno de estima) sangre de Cristo, como de un cordero sin mancha ni contaminación (o, sin tacha ni defecto; gr. amómou kai aspílou). El primero de estos dos vocablos se aplica a Cristo en Heb 9:14. El segundo no se aplica a Cristo en ningún otro lugar del NuevoTestamento. Tampoco se halla en el Antiguo Testamento según la versión de los LXX. La frase, dice Stibbs, «corresponde al ritual requerido para la Pascua y otras ofrendas (v. Éxo 12:5; Lev 22:19, Lev 22:20; Deu 15:21) … Aplicadas a una persona, estas frases significan integridad y perfección de carácter moral».

5. Tras de esta triple motivación, el autor sagrado hace un resumen del plan de nuestra salvación, determinado en la eternidad y llevado a cabo en el tiempo (vv. 1Pe 1:20, 1Pe 1:21): «El cual (cordero) fue escogido antes de la creación del mundo, pero ha sido manifestado en estos últimos tiempos en beneficio vuestro. Por medio de Él creéis en el Dios que le ha resucitado de entre los muertos y le ha glorificado, de modo que vuestra fe y vuestra esperanza se centren en Dios» (NVI).

(A) El verbo griego que Pedro usa para «escogido» (NVI) o «provisto» (RV 1977), «ordenado» (RV antigua), «destinado» (RV 1960) significa literalmente «conocer de antemano» y es el mismo que Pablo usa, en Rom 8:29; Rom 11:2, para describir la elección divina, hecha antes de todo tiempo. Tenemos, pues, aquí la predestinación de Cristo como el Cordero que había de ser inmolado cuando se cumpliera plenamente el tiempo prefijado (Gál 4:4), no la inmolación misma, que, como es obvio, no tuvo lugar antes de la creación del mundo (v. el comentario a Apo 13:8).

(B) La frase «antes de la fundación del mundo» (lit. gr. pro katabolés kósmou) es la misma que usa Pablo en Efe 1:4, para referirse a nuestra elección en Cristo; con lo que vemos que Dios predestinó, a un mismo tiempo, a los que habíamos de ser rescatados y el precio de nuestro rescate: a los escogidos en Cristo y al Cristo por medio del cual fuimos escogidos. «Así, dice A. Stibbs, se nos hace percatarnos de que la caída del hombre en pecado y su esclavitud subsiguiente no tomaron a Dios por sorpresa. Las había conocido de antemano, y tenía ya listo el remedio para ellas».

(C) Pedro hace notar que, lo que desde la eternidad estaba oculto en los misteriosos designios de Dios, «al final de los tiempos fue manifestado a causa de vosotros» (lit.), esto es, se hizo notoria y visible, en beneficio nuestro, la ejecución del plan de salvación al hacerse hombre el Hijo de Dios para padecer y después resucitar de entre los muertos.

(D) El versículo 1Pe 1:21 se entiende mejor si se le compara con Rom 10:9, Rom 10:10. Dice Salguero: «La fe que poseen los fieles es obra también del Cordero inmaculado». Supongo que esto no significa que el acto de fe se ponga por medio de Jesucristo, sino que el ser creyentes (gr. pistoús) en Dios, en el Dios verdadero, se lo debemos a la obra de Cristo, gracias a la cual fuimos rescatados de nuestra miserable condición anterior (v. 1Pe 1:18). Creyendo en el Dios que le ha resucitado y le ha glorificado es como nos apropiamos personalmente el fruto de los hechos salvíficos que constituyen el núcleo del Evangelio (v. 1Co 15:1-4).

(E) «De manera que vuestra fe y vuestra esperanza sean en (gr. eis; esto es, estén orientadas hacia) Dios» (lit.), termina diciendo el autor sagrado (v. 1Pe 1:21). R. Franco tiene como más probable la siguiente versión: «De modo que vuestra fe sea también esperanza en Dios», y menciona los nombres de varios exegetas a favor de dicha traducción. Aunque esto sea posible desde el punto de vista gramatical, es muy improbable desde el punto de vista de una exégesis bíblica consistente. En cambio, puede aceptarse el comentario que, a continuación de eso, añade el referido autor: «Tal vez se podría decir que lo radicalmente nuevo en el cristianismo no es la fe en Dios, que era ya propia del judaísmo, sino la esperanza (1Ts 4:13), y que esto es lo que añade esta frase a la anterior».

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