Devocional Diario 15 de Julio del 2005

 

 

 

 

 

 

Lunes 15 de Julio del 2005

 

Juan 6:35

Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.

 

La causa del descontento

 

 

 

 

«Según parece, la prosperidad no hace la felicidad, porque a pesar del alto nivel de vida, los alemanes, tanto del este como del oeste, están descontentos». Así resumió un diario la encuesta de un instituto de investigación.


Que el dinero no hace la felicidad, seguramente no es nada nuevo. Si a pesar de las buenas condiciones de vida estamos descontentos, es ante todo por pura ingratitud. Quien no está agradecido por lo que tiene y sólo codicia lo que no posee envidiando al que tiene más, vive insatisfecho. Además se sabe que con dinero no se puede comprar ni un matrimonio feliz ni una armoniosa vida familiar.


Pero aún hay una causa más profunda de descontento. El alma tiene necesidades que no pueden ser satisfechas con dinero. Mucha gente experimenta, a veces sin ser muy consciente de ello, esa “hambre” y “sed” del alma, esa exigencia que supera lo terrenal.


A esto apunta el Señor Jesucristo con las palabras del versículo de la fecha. Este es el significado espiritual del milagro de la alimentación de los cinco mil. El Señor Jesús vino desde el cielo hasta la tierra a fin de dar a los seres humanos la “comida” para la vida eterna. Él nos aconseja “trabajar” por este alimento (Juan 6:27). Y Él mismo es ese “pan de vida”. Quien cree en él, o dicho de otro modo, quien se alimenta de él, calma su hambre y sed interior para siempre. Esas son las personas que conocen la verdadera felicidad, cualquiera sea su situación material.

 

 

 

 

 

 

 

© Ediciones Bíblicas “La Buena Semilla 1166 PERROY (Suiza)

 

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