ANGUSTIA INNECESARIA

Angustia innecesaria.
Ps. Diego Arbeláez.TOMADO DE ADORADOR.

"Claman los justos, y Jehová oye, y los libra de todas sus angustias"
(Salmos 34:17).

Las preocupaciones se deben ver como una manifestación de intensidad nerviosa y, en consecuencia, una fuente potencial de beneficios. Nunca nos será dañosa esa fuerza latente, a menos que la malgastemos en la consideración de problemas imaginarios. Lo que hay que hacer es aceptar las preocupaciones como parte inseparable de la vida, procurar dominarlas y encauzar hacia fines fecundos la energía que malgastaríamos en fomentarlas.

Esto será fácil si hacemos una lista de los motivos que tenemos para preocuparnos. Al asentarlos por escrito, caeremos en la cuenta de lo vago, indefinido y fútil que son muchos de ellos. Un cálculo aproximado por psicólogos de lo que preocupa a la mayoría de las personas da este resultado: Cosas que jamás llegan a ocurrir: 40%; cosas que han sucedido y ya no es posible remediar 30%; temores infundados acerca de la salud, 12%; motivos diversos e insignificantes, 10%; cosas que efectivamente valen la pena, 8%. ¿Que tal? ¡Los estudiosos del tema han descubierto que los hombres gastan un 92% de su tiempo preocupándose sin razón alguna! ¡Afortunadamente, la vida casi nunca es lo que parece! Siempre es más terrible lo que se espera que lo que llega.

La mayoría de nuestros temores nunca se materializan, por eso es innecesario preocuparnos.

Jacob, el padre de la nación Israelita, sufrió amargamente por su hijo José pensando que éste había sido devorado por una fiera. Así se lo hicieron creer sus hijos y el patriarca lo tomó tan a pecho que sufrió lo indecible. Fue un sufrimiento innecesario: Su hijo estaba vivo. Es más: ¡Estaba siendo usado por Dios para prepararle una buena vejez! La vida nos presenta obstáculos aparentemente difíciles, pero cuando los superamos nos abren puertas maravillosas. La mayoría de las desgracias son peores como amenaza que como realidad. Los fantasmas asustan más de lejos que de cerca.

En nuestro camino hay pesadas piedras pero también hay poderosos ángeles. María y sus compañeras que fueron a visitar el sepulcro de Jesús no esperaban la recepción que encontraron allí. Habían acudido de madrugada para aplicar especias aromáticas sobre el cuerpo de su Señor. Y no sabían cómo entrar al sepulcro. Marcos registra el temor de estas mujeres con estas palabras:

"Iban diciéndose unas a otras: ¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?"

Pero, al llegar a la tumba, se sorprendieron al ver la enorme piedra, que antes cerraba la entrada, removida y fuera de su sitio. Lo más maravilloso fue lo que vieron: ¡A un ángel sentado sobre la inmensa piedra!

Estas mujeres estuvieron muy angustiadas por un problema que ya no existía pues los ángeles de Dios habían removido el obstáculo.

La piedra que, según pensaban los soldados romanos, retendría en la tumba a Jesús, se convirtió en trono de triunfo, ocupado por un ángel. La enorme piedra había sido quitada, no para dejar salir a Jesús, pues lo hubiera podido hacer a través de ella, sino para dejar entrar a las mujeres a comprobar el glorioso milagro de la resurrección.

¡Qué sorpresa se llevaron estas mujeres! Planeaban ungir el cadáver de su Maestro pero él ya había resucitado.

Con cuánta frecuencia hemos anticipado dificultades y las hemos temido para descubrir a nuestro arribo que la piedra que más nos preocupa ya había sido removida; que Dios ya había resuelto el problema por nosotros.

Miremos hacia adelante no en busca de piedras sino de ángeles, que sin duda Dios ha enviado delante de nosotros para que nos ayuden.

Usted tiene la respuesta!

¿Puede recordar problemas que le robaron la paz por un tiempo y que, afortunadamente, no pasaron de ser simples pesadillasí Por mi parte, he aprendido a elegir mis batallas. Cuando tengo un problema, me pregunto: "¿Qué importancia tendrá esto dentro de un año, un mes, una semana, un día? Hoy es el mañana por el cual me preocupaba ayer, y todo esta bien".

"El temor y la preocupación son intereses que usted paga
con anticipación sobre algo que quizás nunca tenga".

Y nosotros hemos conocido y creido el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. I Juan 4:16

Dios te bendiga...
Hmna. Marlenys Meza

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