Apoyo suizo al manejo ambiental en el Perú

Apoyo suizo al manejo ambiental en el Perú
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En alguna parte de esta tierra las personas van despertando y tomando CONCIENCIA  de nuestro saber ancestral y así pues los espíritus de nuestros ancestros estarán felices al saber que su herencia cultural se está expandiendo por todo el mundo, y claro ESOS ERAN SUS SUEÑOS. Que esto sirva para que nuestros INTELECTUALES dejen un poco la teoría y vayan a aprender de esa GRAN UNIVERSIDAD QUE ES LA NATURALEZA ese otro conocimiento que viene directo de la fuente.

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Los Harakmbut, comunidad indígena de la Amazonía peruana, no habían tenido contacto con el hombre blanco hasta hace 50 años. Hoy esta población autóctona cuenta con una tecnología para cartografiar una reserva natural de 400 mil hectáreas amenazada por la deforestación y la explotación minera.

 

Al frente de este proyecto de manejo ecológico está el Centro Nacional Suizo de Competencia en Investigación Norte-Sur ( NCCR, por sus siglas en inglés), red de investigación internacional y multidisciplinaria coordinada desde la Universidad de Berna.

La técnica denominada Sistema de Posicionamiento por Satélite (GPS) permitirá capacitar a los pueblos autóctonos de la Amazonía peruana en el manejo ecológico de sus territorios ancestrales, afirma Marc Galvin, coordinador científico del proyecto en el Instituto de Estudios para el Desarrollo ( IUED) de la Universidad de Ginebra, socio institucional del NCCR.

El manejo ecológico es hoy más urgente, explica el socioantropólogo, ya que se han agudizado cuatro fuentes de tensión que afectan al ambiente y a la cultura local de la reserva comunal Amarakaeri, donde viven 5 mil indígenas de ocho comunidades.

 

Biodiversidad y saber ancestral se pierden juntos

 

La primera fuente de tensión es la deforestación indiscriminada, y con ella, la pérdida de la biodiversidad. Por lo menos 60 especies de la flora y la fauna están en peligro de extinción en el corazón de la reserva. Y al tiempo que se destruyen los recursos naturales, desaparece paulatinamente el conocimiento local ancestral sobre plantas medicinales y remedios.

Los colonos representan otra amenaza para la reserva. En los años 60, el gobierno peruano fomentó la conquista del territorio amazónico, ofreciendo a los ciudadanos del país un pedazo de selva gratuitamente. Esta política produjo una marea migratoria que hoy ha formado una clase policial y económica incontrolable en la región.

La explotación maderera y aurífera manejada por los colonos ha degradado el medio ambiente. Además de la deforestación, se observa una creciente contaminación de los ríos y, en consecuencia, la intoxicación de los peces por el mercurio que utilizan los buscadores de oro.

Estas prácticas están en conflicto con los intereses de las poblaciones autóctonas, precisa Galvin. A nivel de organización política, se constata un debilitamiento de las instituciones tradicionales que se mezclan con aquellas instauradas por el gobierno en los años 70.

 

Revalorización del saber tradicional

 

El acceso a los recursos naturales se ha convertido en un tema central hoy en día, algo que el gobierno peruano terminó por reconocer en el 2002, cuando entregó a los pueblos indígenas el control de sus territorios. Una nueva ley sobre áreas naturales protegidas destaca que las poblaciones autóctonas están en condiciones de manejar sus recursos de manera sostenible. Con este reconocimiento, las poblaciones autóctonas tienen por primera vez la posibilidad de usar sus prácticas conservadoras respaldadas por las leyes peruanas y por acuerdos internacionales, señala Galvin.

La revalorización del saber tradicional mejora las condiciones de vida actuales, si paralelamente hay un reconocimiento político de las reivindicaciones de los pueblos autóctonos que tenga en cuenta sus necesidades cotidianas y repare las graves injusticias cometidas contra ellos en el pasado, sostiene el investigador del IUED.

 

Un punto preciso en medio de la selva

 

Sin embargo, la revalorización del saber y de las prácticas ancestrales no se contradice con una gestión ambiental moderna. Al contrario, la tecnología la facilita enormemente. El GPS es un aparato que indica en qué punto de un mapa está la persona que lo maneja, indica Marie Thorndahl, especialista en el uso social de las tecnologías de la información. Además de localizar los límites geográficos de la reserva casi al milímetro, el GPS ubica árboles de interés, lugares sagrados, permite observar animales y sus costumbres. Es una gran ayuda para completar los conocimientos sobre la biodiversidad y para detectar los riesgos y daños provocados por los mineros o madereros ilegales, explica. El GPS es un instrumento de alta tecnología muy resistente. Pero su manejo relativamente sencillo demanda una capacitación, que ya se ha iniciado con ocho guardaparques indígenas, todos elegidos por sus propias comunidades, entre ellas la Harakmbut, precisa esta socioeconomista y especialista en cooperación internacional del IUED.

 

Fascinados con la modernidad

 

El rol de los guardaparques es central. Van a desempeñar un trabajo remunerado en una institución que funciona, van dar a conocer su región y ser intermediarios entre la población y los madereros y mineros ilegales. Van a concientizar en aspectos legales y éticos a todos los actores involucrados, puntualiza Marc Galvin.

Aunque todos los guardaparques hablan español, el proyecto pone énfasis en la formación bilingüe para apoyar el idioma tradicional Amarakaeri y de paso, proteger los conocimientos ancestrales que hasta ahora se han transmitido por vía oral.

Las comunidades de la reserva Amarakaeri están entre dos mundos, la aculturación es una realidad muy fuerte, hay una cultura mestiza. Y mientras por un lado están fascinados con la modernidad, emigrar a Lima, la televisión, el trabajo con los mineros y turistas, por otro lado mantienen su identidad y la visión del mundo de sus antepasados, señala Galvin.

 

Un hospital con medicamentos tradicionales

 

Ante tal situación, agrega el socioantropólogo, el reto es apoyar a estas comunidades en la conservación de su cultura y sus recursos naturales y al mismo tiempo, ayudarles a encontrar vías para la generación de recursos económicos dentro de su propio territorio. Algunos pobladores han manifestado su deseo de sistematizar sus conocimientos sobre plantas medicinales, elaborar medicamentos a base de ellas y abrir un hospital tradicional. Otros preferirían desarrollar el ecoturismo, y no faltan aquellos que quieren fomentar una cultura de tala sostenible y mantener el derecho de cazar de manera tradicional.

Todas estas posibilidades están abiertas. Galvin, quien hizo su tesis doctoral sobre la política de protección de los conocimientos tradicionales en el Perú y es además investigador asociado del Centro Bartolomé de las Casas del Cusco, destaca en este contexto la importancia de entender la dimensión política y cultural de la conservación de la naturaleza. Algunas experiencias acumuladas en la reserva Amarakei se transfieren actualmente a Pilón Lajas, una reserva comunal en Bolivia. Marc Galvin y Marie Thorndahl concluyen optimistas: Nuestro modelo de manejo ecológico concertado involucra al Estado, a las federaciones indígenas y a las comunidades locales y puede ser replicado en otras partes del mundo.

Rosa Amelia Fierro

www.swissinfo.org

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Juan Alberto Llaguno Betancourt
perurepublicano@yahoogroups.com
Lima – Perú

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