Libros Cristianos – Kenneth Hagin La Fe Lo que es – Capitulo 2

Capítulo 2 – La Fe es una Acción

 

Me acuerdo de lo que me contó un amigo mío de una predicadora en los primeros días de los pentecostales, que ministraba a cuatro personas en silla de ruedas. A todos les dijo en voz baja: "Levántese y ande en el nombre de Jesús". Tres se levantaron y caminaron; la cuarta persona no. Esta dijo: "No puedo andar".

"Los otros no podían andar tampoco, pero lo hicieron", fue la respuesta de la predicadora.

Y la predicadora tuvo que alejarse, dejándola en su silla.

Cuando los otros se pusieron a hacer lo que se les dijo, los resultados siguieron. Cuando usted hace lo que dice la Palabra de Dios, o hace lo que el Espíritu Santo le dice al corazón, entonces los resultados vienen.  Eso es la fe.

En una iglesia donde yo era pastor, había una señora en silla de ruedas. Sufría de artritis, y un médico le había dicho que su cuerpo iba a quedar tieso, siempre doblado, sin poder enderezarse.

Ella y su esposo no faltaban a ningún culto de cualquier clase; siempre acudían. Yo podía orar por ella y se sanaba de la gripe o de un resfrío. Pero me pesaba que nunca pidiera oraciones para su artritis, aunque otros de la congregación habían sido sanados de enfermedades muy graves. Me molestaba porque yo sabía que era la voluntad de Dios el sanarla. Algunos dirían: "Quizá no era la voluntad de Dios". Pero yo sé que la voluntad de Dios es la sanidad de su pueblo. Eso no quiere decir que hay creyentes que no vayan al cielo porque no son sanados. Simplemente se privan de una bendición aquí en la tierra.

Una tarde un pequeño grupo de la iglesia fuimos a la casa de esa señora para orar con ella, y mientras orábamos, vi claramente lo que Dios quería de mí. Les dije a todos: "Apártense de ella". Me puse al otro lado del cuarto, el cual era bastante grande. "Miren todos", dije, "pero no la toquen. Quédense acá".  Entonces señalándola con el dedo dije: "Ahora, hermana mía, levántese y ande en el nombre de Jesucristo".  Yo soy testigo, como lo es el grupo allí y mi esposa, de que un poder invisible la levantó de la silla, y ella quedó sentada en el aire. Podía mover los brazos y en seguida buscó con ellos la silla. Al momento se cayó sobre ella. Al instante, del Espíritu de Dios vinieron a mis labios las palabras: "Hermana, no tiene fe ¿no es verdad? Usted no cree que será sanada nunca de esta artritis ¿no es verdad?"

Inmediatamente respondió: "No hermano Hagin, no creo. Voy a morir e ir al sepulcro con ella". Y así fue. No se puede recibir de Dios más allá de la fe actual. ¿Sabe usted lo que habría pasado si ella hubiera cooperado con Dios y con el poder que vino sobre ella? Habría andado. Habría sido sanada allí mismo.

Hay demasiada gente que cree que el poder de Dios, el poder del Espíritu Santo para sanar, va a apoderarse de ellos y obligarles a hacer algo fuera de su voluntad, sin su cooperación. Tal proceder no sería del Espíritu Santo; sería de un espíritu malo. Los espíritus malos obligan, empujan e impelen; pero el Espíritu Santo persuade, sugiere o da un impulso y queda con usted el responder y obedecer.

Yo dirigía una campaña en un pueblo de Texas, y una señora allí escribió a una amiga que viniera a recibir el Espíritu Santo. Llegó y estuvo en dos reuniones nuestras. Pasó adelante para recibir el Espíritu Santo. Le impuse las manos y oré; vino sobre ella el Espíritu Santo con el habla, pero no pude lograr que lo recibiese.  Vino por oración una segunda vez. Oré y nuevamente vino sobre ella el Espíritu Santo y le dio el habla. Yo sabía exactamente lo que le sucedía; sin embargo, me di cuenta que iba a tomar bastante tiempo instruir, ayudar y hacerle ver. Se estaba haciendo tarde, así que lo dejé en las manos del pastor.

Cruzando hacia la casa de pastor, vi a la señora en su auto. Parecía tan abatida que le pedí al Señor la forma de ayudarla, y luego el Espíritu me mostró la manera más fácil de hacerlo. Fui hacia ella y abrí mi Biblia en Hechos 2:4. Le pedí que leyese en voz alta y leyó: "Y fueron todos llenos del Espíritu que les daba que hablasen". Le dije: "Hermana, ¿quiénes dice la Escritura hablaron en lenguasí"

"Dice que fue el Espíritu Santo", respondió. Le hice volver a leerlo y a la cuarta vez sospechó algo, y leyó despacio: "Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar. . ." Entonces algo asombrada dijo: "Pues ellos lo hicieron". Tomó mi Biblia y la examinó para ver si era la misma que ella tenía, y lo era. Entonces dijo: "Siempre he creído que era el Espíritu Santo el que hablaba".

Le dije que ya lo sabía, pero propuse leer otras Escrituras, para no basarnos en una solamente. Leímos Hechos 10:44-46: "Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso. Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo. Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios".

"Oh, lo veo", exclamó ella.

"Muy bien" le dije. "Ya tenemos dos testigos. Tengamos tres. Busque Hechos 19:6".

Leímos: "Habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas y profetizaban".

"Sabe, hermano Hagin", me dijo, "si me hubieran llamado a testificar ante un juez, y un abogado me hubiera preguntado quién hablaba en lenguas, yo hubiera dicho que era el Espíritu Santo y hubiera creído decir la verdad".

"Quiero hacerle una pregunta", le dije, "cuando le impuse las manos allí ¿vino sobre usted el Espíritu Santo? ¿Le sobrevino el poder de Diosí"

"Absolutamente".

"¿Quiso su lengua decir algo en otra lengua?"

"Pero, costó todas mis fuerzas el impedirlo".

"No debe impedirlo, sino cooperar con ello".

Cuando el Espíritu Santo da el habla, hay que tener fe para ponerla en acción. Y ella inmediatamente empezó a hablar en una lengua hermosísima.

En una ocasión yo conversaba con un individuo que había esperado en Dios por 15 años. No tardó en decirme: "Usted no puede decirme nada que yo no sepa acerca de esperar en Dios. Lo sé todo acerca de buscar a Dios". Puede que supiera buscar, pero no sabía recibir de Dios. Hay una gran diferencia entre los dos.

Un evangelista, amigo mío, dijo que estaba en la iglesia orando una mañana, cuando entró un hombre, quien le apretó la mano y luego le dijo: "¿Quiere saber algo? Hace 19 años que busco el Espíritu Santo". Parecía orgulloso del ello.

Aquél le dijo: "Usted no ha hecho tal cosa. Jesús dijo:»El que busca, halla». Si hubiera buscado, hubiera hallado. «Todo lo que ha hecho es estacionarse junto al altar". Estacionarse es todo lo que algunos hacen. Es hora de moverse y hacer lo que indica la Palabra de Dios ya que la fe es lo que lo hace.

Una vez me encontraba en una iglesia donde estaba un hombre al que se le habían quemado las piernas, tanto que no podía andar. Simplemente raspaba el suelo. En cierto culto, cuando teníamos una fila de personas queriendo ser sanadas el Señor por medio de Su Espíritu me dijo que hiciera que todos los lisiados de las piernas se presentasen primero. Aquél vino, el primero de unos doce. Esperé hasta que todos estaban delante de mí para decirles que Dios me había dicho que hiciese esto. Me dirigí a este hombre:

"¿Puede usted correr?"

"¡Ay, Dios mío! No puedo andar, mucho menos correr".

"El Señor me ha dicho que yo le diga que corra".

No se detuvo para pensar. Dio la vuelta y echó a ¡repelerse hacia adelante a toda prisa. Tres veces dio la vuelta al auditorio y a la tercera vez el Espíritu del Señor vino sobre mí. Salté de la plataforma, le agarré de la mano y corrí con él. Al llegar al púlpito estaba caminando sin arrastrarse, de manera normal. Quedó perfectamente sanado. Si yo no hubiera conseguido su cooperación en esta acción, no podría haberle ayudado.

La fe actúa según la Palabra de Dios, según lo que nos indica en ella o según lo que nos dice el Espíritu.

Recuerdo que en el culto de la noche siguiente, habían dos señores ancianos que respondieron a la llamada de salvación. No es muy común que personas ancianas lo hagan. Tanto se parecían que yo les creí gemelos. Resultaron ser hermanos de 74 y 72 años. Se me dijo que estos eran los vecinos más cercanos del hombre que había sido sanado la noche anterior. Lo vieron en el patio y creían que se había arrastrado hasta allí. Pero después de poco lo vieron enderezarse, sano, normal y dar la vuelta a la casa. Se apresuraron a ver lo que le pasaba, y él les contó como fue sanado y lo que el Señor había hecho. Por eso los dos asistieron al culto y fueron salvos. Uno fue lleno del Espíritu Santo. Algo milagroso tenía que haber ocurrido para convencerlos.

3 COMENTARIOS

  1. esa señora es de poca fe sufro de artritis y tengo la fe que jesus me sanara hermanos contesteme lo mas pronto posible y le pido que oren por mi soy de venezuela pero somos un solo pueblo.DIOS me les bendiga y tengo la fe que este mensaje sera recibido y ustedes me contestaran y croa que DIOS le mostraran una vision

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