Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida;el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.

Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente.

¿Crees esto? Juan 11:25-26.

“Yo soy la resurrección y la vida” (5) el Devocional Diario

Lázaro, un amigo de Jesús, estaba gravemente enfermo. Sus dos hermanas, Marta y María, llamaron a Jesús, pero no vino pronto y Lázaro murió. Cuando al fin Marta se enteró de que Jesús se acercaba a su aldea, fue a su encuentro y le dijo, con un matiz de reproche: “Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto” (Juan 11:21). Jesús le respondió: “Tu hermano resucitará”, y agregó: “Yo soy la resurrección y la vida” (v. 25).

Como los creyentes de entonces, Marta tenía una idea muy vaga del más allá. Creía en una resurrección general al fin de los tiempos. No entendía que tenía ante sí a Aquel que es la resurrección y la vida, y que iba a demostrarlo. En efecto, qué autoridad en la voz de Jesús cuando clama: “¡Lázaro, ven fuera!” (v. 43). ¡Y el muerto salió vivo de la tumba! Así el Señor demostró que él es el vencedor de la muerte.

Sólo Dios posee la vida y la inmortalidad (1 Timoteo 6:16). El Señor Jesús puede dar la vida porque él es Dios y posee la vida en sí mismo. La muerte debe huir ante él, porque la venció en la cruz. Allá soportó el juicio que merecían nuestros pecados, para que la justicia de Dios fuera satisfecha. Él entró voluntariamente en la muerte y salió vivo de ella como hombre resucitado. Desde entonces comunica esta vida a los que le reciben por la fe; vida eterna de naturaleza divina (2 Pedro 1:4); vida que nos coloca ante Dios, como hijos amados por su Padre.