La Singularidad De Tu Hijo, ¿Cómo Comprenderla?

“INSTRUYE AL NIÑO EN SU CAMINO” (Proverbios 22:6)

Como padre, o bien aceleras o bien frenas los talentos de tu hijo. La Biblia dice: “Instruye al niño en su camino y ni aun de viejo se apartará de él” (Proverbios 22:6). Eso no significa que una vez que hayas encaminado bien a tus hijos, estos no vayan a apartarse nunca. No; la salvación es obra de Dios (véase 1 Corintios 3:6). Entonces, ¿qué quiere decir este pasaje bíblico?

La versión ampliada en inglés de la Biblia dice: “Modela a tu hijo del modo en que deba andar [y refuerza su don individual o inclinación]”. Fíjate en la palabra “inclinación”. Como padre sostienes el arco y tu hijo es la flecha. Por eso, ora pidiéndole a Dios que te ayude a identificar las dotes y las virtudes de tu hijo y dirígelos “del modo en que deba andar”.

En realidad, Dios ha configurado a tu bebé, ha programado los talentos de tu hijo pequeño, ha colocado a tu adolescente en una trayectoria y luego te ha dado con él un proyecto de investigación de dieciocho años. Pregúntate qué es lo que distingue a tu hijo.

Las inclinaciones de la infancia suelen predecir lo que será capaz de hacer de adulto. Cáptalas; confírmalas; reafírmalas; sé su animador personal. Piensa en la vida de José. A los diecisiete años tuvo sueños y visiones de sí mismo como líder (ver Génesis 37:2-10). Y de adulto interpretó los sueños de Faraón y terminó dirigiendo una nación (ver Génesis 40, 41).

De niño, David demostró tener dos dones sobresalientes: la lucha y la música. Más adelante, mató a un león y a un oso (véase 1 Samuel 17:34-37). Y tocaba el arpa con gran destreza (véase 1 Samuel 16). La lucha y la música predominaron en la vida adulta de David y en gran medida son por lo que se le recuerda hoy. Así que esfuérzate por comprender, apreciar y encauzar la singularidad de tu hijo.

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“INSTRUYE AL NIÑO EN SU CAMINO” (Proverbios 22:6)

Educar a tu hijo “en su camino” significa ser consciente de:

1) Sus intereses

John Ruskin apuntó: “Dime qué te gusta y te diré lo que eres”. ¿Qué le gusta a tu hijo? ¿Los números? ¿Los colores? ¿Las actividades? El mayor regalo que puedes darle no son tus riquezas, sino revelarle cuáles son las suyas.

2) Su modo de relacionarse con los demás

¿Cuál de las siguientes afirmaciones caracteriza mejor a tu hijo?

a) ‘Seguidme todos’.
b) ‘Ya te avisaré si necesito ayuda’.
c) ‘¿Lo podemos hacer juntos?’.
d) ‘Dime qué hacer y lo hago’.

No tildes al niño solitario de distante, ni al que busca las multitudes de arrogante. Dios lo creó así. ¿Qué le da satisfacción a tu hijo y le hace participar en algo? ¿Ama el recorrido o el destino? ¿Le gusta encasillar las cosas o resolverlas? Lo que les entusiasma a unos les aburre a otros.

3) Su entorno

Un cactus crece en condiciones diferentes de las de un rosal. ¿En qué tierra crece tu hijo? A algunos les encanta hacerse notar, mientras que otros prefieren pasar desapercibidos. A algunos se les dan bien los exámenes; otros son excelentes en la asignatura, pero dan traspiés a la hora de examinarse. Winston Churchill suspendió muchas veces en el colegio y aun así cambió la Historia. Solamente sobresalimos cuando estamos en el entorno adecuado.

4) Sus dotes

Con dos años, Van Cliburn tocó una pieza en el piano después de haberla escuchado a alguien que enseñaba en la habitación contigua. Su madre se dio cuenta, le dio clases y el niño de Kilgore, Texas, ganó el primer Concurso Tchaikovsky Internacional de Piano de Moscú. Refrénate para no etiquetar a tu hijo antes de haberlo analizado y pídele a Dios que te ayude a entender su singularidad.