Caleb, ¿Cómo Seguir Su Ejemplo Según La Biblia?

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“…EL SEÑOR ME HA MANTENIDO CON VIDA” (Josué 14:10 NVI)

¿Cómo Seguir El Ejemplo de Caleb Según La Palabra de Dios?

“…EL SEÑOR ME HA MANTENIDO CON VIDA” (Josué 14:10 NVI)

A la madura edad de ochenta y cinco años, Caleb le dijo a Josué: “…El Señor me ha hecho vivir… Todavía estoy tan fuerte como el día en que Moisés me envió… Dame, pues, ahora este monte, del cual habló el Señor aquel día… Josué entonces lo bendijo, y dio a Caleb… a Hebrón por cuanto se había mantenido fiel a Dios…” (Josué 14:10-14).

Caleb no era una persona de medias tintas. Su sueño le había mantenido con vida y se levantaba cada mañana dispuesto a conseguirlo.

Cuando Dios te da un sueño tan grande como una montaña, Él hará que prosigas cuando otros a tu alrededor se rinden.

Presta atención para ver a quién escuchas. No te dejes desanimar por los que dicen: ‘Eres demasiado viejo’.

La Biblia dice que al igual que la palmera, puedes dar tu fruto más abundante en tus últimos años (Véase Salmo 92:12-14).

Cuando se pone el sol, salen las estrellas. Igualmente, tú podrás billar más en los últimos años de tu vida.

Dice Barbara Klassen:

“Un hermano de mi tatarabuelo vivió hasta los ciento seis años. Gozaba de buena salud y se mantuvo activo; disfrutaba sirviendo de chófer a otros ancianos que no estaban en tan buenas condiciones físicas.

Cuando llegó el tiempo de renovar su permiso de conducir, a los cien años, se presentó en la oficina correspondiente, donde un funcionario escéptico le dijo: ‘¡Pero si usted tiene cien años! ¿Para qué quiere un permiso de conducir?’. A lo que mi tío abuelo, totalmente impasible replicó: ‘Alguien tiene que llevar a los viejos, ¿no?’ Así que siguió conduciendo durante los cinco años siguientes. Sigue el ejemplo de Caleb: ¡Vive hasta el momento en que te mueras!’

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“…EL SEÑOR ME HA MANTENIDO CON VIDA” (Josué 14:10 NVI)

“…MI SIERVO CALEB, POR CUANTO HUBO EN ÉL OTRO ESPÍRITU…” (Números 14:24 RV 1960)

Caleb dijo a Moisés:

“…Subamos luego, y tomemos posesión de ella [la Tierra Prometida], porque más podremos nosotros que ellos. Pero los hombres que subieron con él… hablaron mal… diciendo: Vimos allí gigantes… Nosotros éramos, a nuestro parecer, como langostas…” (Números 13:30-33).

Notemos dos actitudes opuestas, presentes en este episodio:

1) Una actitud de duda.

Diez de los doce espías volvieron diciendo: ‘No lo podemos hacer’. Sin embargo, la mayoría no siempre tiene razón.

Si Dios te ha prometido algo, eso te pertenece, aunque estés en minoría.

El informe de la mayoría aterrorizó al pueblo de Dios; les entró una clase de amnesia espiritual y se olvidaron de los cuarenta años de provisión sobrenatural. Y lo que es más grave, se llegaron a convencer de que Egipto era en realidad “la tierra de leche y miel”: “¿Es poco que nos hayas hecho venir de una tierra que destila leche y miel, para hacernos morir en el desierto?…” (Números 16:13).

¡Increíble! ¡Egipto era la tierra de hacer adobes y de esclavitud, no de leche y miel!

¿Cuál era su problema?

Permitieron que su entorno ejerciera mayor influencia en ellos que las promesas de Dios. Cuando sucede eso, te secas espiritualmente, empiezas a quejarte y a decir cosas como:

‘Dios hizo milagros en el pasado, pero ya no los hace.’ La consecuencia de su incredulidad fue que ninguno de ellos entró en la Tierra Prometida, excepto Josué y Caleb.

2) Una actitud de fe.

Dios dijo: “Pero a mi siervo Caleb, por cuanto lo ha animado otro espíritu y decidió ir detrás de mí, yo lo haré entrar en la tierra… y su descendencia la tendrá en posesión” (Números 14:24).

Entonces, ¿Con cuál de las dos actitudes te identificas?

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