El papel de la mujer en el liderazgo de la iglesia es un tema que ha generado mucha controversia y debate entre los cristianos de diferentes denominaciones y tradiciones a lo largo de los siglos. Algunos argumentan que la Biblia prohíbe a las mujeres ejercer autoridad sobre los hombres en la iglesia, basándose en pasajes como 1 Timoteo 2:12 y 1 Corintios 14:34-35. Otros sostienen que la Biblia reconoce y valora el don y el servicio de las mujeres en diversos ministerios, citando ejemplos como Débora, Priscila, Junia y Febe.
Uno de los defensores de la primera posición es el pastor y escritor John Piper, quien afirma que el orden de la creación establece una jerarquía entre el hombre y la mujer, y que esta se refleja en el ámbito eclesiástico. Según Piper, solo los hombres pueden ser pastores, ancianos y diáconos, mientras que las mujeres deben someterse a su liderazgo y limitarse a roles de apoyo y enseñanza a otras mujeres o niños.
En el contexto paraeclesiástico, con entidades que cumplen el papel de ser un brazo de las iglesias en otras áreas, John Piper cree que el apóstol Pablo mantendría la misma lógica: «Moisés enseñó [y] la naturaleza enseña que va en contra de la naturaleza más verdadera, dada por Dios, del hombre y la mujer, colocar a una mujer en un papel de liderazgo regular, directo y personal sobre los hombres.»
La mujer y el ministerio
Este posicionamiento teológico y doctrinal no es exclusivo de denominaciones tradicionales como bautistas y presbiterianos. La mayoría de las Asambleas de Dios, en países como Brasil y Latinoamérica, también adoptan la misma interpretación.
En 2012, el renombrado teólogo pentecostal Antonio Gilberto, también pastor, publicó un extenso artículo señalando las razones por las cuales el ministerio femenino no puede ser considerado bíblico, y advirtió: «Es la iglesia la que tiene la culpa y la iglesia dará cuenta de ello. La iglesia que yo digo no es la «iglesia edificio», los responsables van a dar cuenta de eso. Jesús nunca ordenó mujeres».
En Estados Unidos, la Convención Bautista del Sur -la mayor denominación evangélica del país- está en el punto de mira tras excluir a iglesias que ordenaron mujeres al ministerio pastoral, entre ellas la megaiglesia californiana Saddleback, fundada por Rick Warren.
Además, los miembros de la convención aprobaron una medida que impide a las mujeres servir como «pastoras de cualquier tipo», con lo que la denominación está un paso más cerca de consolidar la norma como enmienda constitucional, según informa The Christian Post.
Sin embargo, no todos los cristianos comparten esta visión restrictiva del papel de la mujer en la iglesia. Hay quienes defienden que la Biblia no impone una prohibición universal y permanente a las mujeres para ejercer el liderazgo eclesiástico, sino que se trata de instrucciones específicas para situaciones concretas y culturales. Estos argumentan que hay principios bíblicos más amplios que apoyan la igualdad y la complementariedad entre el hombre y la mujer, sin distinción de roles o funciones.
Así, señalan que tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento hay evidencias de mujeres que fueron llamadas por Dios para desempeñar roles proféticos, apostólicos, pastorales y diaconales. También destacan que Jesús trató a las mujeres con dignidad y respeto, rompiendo con los prejuicios y las barreras sociales de su época. Además, afirman que el Espíritu Santo derrama sus dones sobre todos los creyentes, sin hacer acepción de personas por razón de género.
Este debate no es meramente teórico o académico, sino que tiene implicaciones prácticas para la vida y misión de la iglesia. ¿Cómo debe responder la iglesia ante los desafíos y oportunidades que presenta el contexto actual? ¿Qué criterios debe seguir para reconocer y capacitar a sus líderes? ¿Qué mensaje transmite al mundo sobre el valor y el propósito de la mujer? Estas son algunas de las preguntas que los cristianos deben responder con honestidad y humildad, buscando la voluntad de Dios y el bien de su pueblo.
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