Jeremías 1:4 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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1. Designación temprana de Jeremías para el oficio de profeta (vv. Jer 1:4, Jer 1:5): «Y vino a mí palabra de Jehová diciendo, etc.».

(A) Dios le dijo (v. Jer 1:5) que le había destinado a ser profeta a las naciones, a ser portavoz de Dios a los pueblos diferentes del pueblo escogido. Dice F. Asensio: «Para ellos, como contra Israel, tendrá el profeta sus amenazas de destrucción (46 51) y sus promesas de edificación mesiánica (Jer 3:14-18; Jer 4:1-4; Jer 12:7-17; Jer 16:14-19; Jer 23:5-7)».

(B) También le dijo Dios que así lo había decidido en el consejo de su predestinación eterna, pues eso es lo que significa lo de «antes que te formase en el vientre … y antes que nacieses» (v. Jer 1:5). Nótense esos tres verbos: (a) «te conocí», que aquí tiene el sentido de «puse mis ojos en ti y te escogí»; (b) «te santifiqué», es decir, «te separé, te puse aparte»; (c) «te di», esto es, «te destiné a ser profeta a las naciones». El profeta, como el poeta, nace, no se hace (comp. Gál 1:15).

2. Jeremías, al contrario que Isaías (Isa 6:8, al final), pero no tan obstinado como Moisés (Éxo 3:11-13; Éxo 4:1, Éxo 4:10-13), rechaza modestamente este honor (v. Jer 1:6) con un dolorido «¡ah!» (hebr. ahá) y se excusa con el alegato de que se siente demasiado joven (unos veinte años) y, por tanto, mal equipado, «por falta de madurez y experiencia, para hablar en público … delante del pueblo y de sus dirigentes» (Asensio).

3. La seguridad que Dios le da benignamente de que estará a su lado y le capacitará para el ministerio profético.

(A) Es cierto que es joven (v. Jer 1:7), pero eso no es obstáculo para que vaya a transmitir el mensaje que Él le ponga en la boca (vv. Jer 1:7, Jer 1:9): «Porque a todos a quienes (mejor que todo lo que) te envíe irás, y dirás todo lo que te mande» (v. Jer 1:7). También Samuel era muy joven cuando llevó un mensaje importante de Dios al sumo sacerdote Elí. Dios puede, cuando le place, hacer profetas de los niños y afirmar Su fortaleza por boca de los niños y de los que maman (Sal 8:2).

(B) Es cierto que el oficio profético está lleno de riesgos, pero Jeremías (v. Jer 1:8) no ha de tener miedo de ellos, de los que se le opondrán, por muy grandes que parezcan y por muy altos que estén, pues Dios será su protector: «porque estoy contigo para librarte, dice Jehová». Los que hablan en nombre del Rey de reyes, y con la autoridad que han recibido de Él, no tienen por qué temer el rostro de los hombres (comp. con Eze 3:8, Eze 3:9).

(C) Dios le capacitará para que hable como quien está íntimamente relacionado con Jehová (v. Jer 1:9). Esta capacitación se describe por medio de una acción simbólica: «extendió Su mano» (acortamiento antropomórfico de la distancia entre Dios y el hombre) «y tocó la boca de Jeremías», dando a entender que la santificaba (comp. con Isa 6:7) a fin de que hablase con autoridad las palabras de Dios. No sólo le puso conocimiento en la cabeza, sino también palabras en la boca, pues hay palabras que el Espíritu enseña (1Co 2:13).

(D) Con el poder y la autoridad que Jehová le otorga, Jeremías, a pesar de no ser un príncipe que gobierna, sino un joven profeta que proclama, va a intervenir tan activamente en la caída y en el alzamiento de naciones y de reinos (v. Jer 1:10) que lo que Dios va a hacer en momentos cruciales para la historia de Israel y del mundo circundante, es como si lo hiciese el profeta por medio de la palabra que Jehová ha puesto en su boca. Antes de edificar y plantar, es preciso arrancar y destruir. Cuando una planta está infectada de raíz, no valen los fumigatorios; es preciso arrancarla antes de hacer una nueva plantación. Cuando un edificio se cuartea, no bastan los remiendos; es menester derribarlo, a fin de proceder a la reedificación. Lo que ocurre en el plano material sucede también en el espiritual. Jeremías tiene que poner delante de todos vida y muerte, bien y mal (Jer 18:7-10). Ha de asegurar a los que persisten en su maldad que serán arrancados y destruidos; y a los que se arrepienten de sus pecados, que serán edificados y plantados.

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