Jeremías 31:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Dios le asegura aquí a Su pueblo:

1. Que los recibirá de nuevo en una relación pactada con Él. Serán reconocidos por Él como hijos de su amor: «Yo seré por Dios (esto es, mostraré que soy el Dios) a todas las familias de Israel» (v. Jer 31:1) no sólo de las dos tribus del sur, sino de todas las tribus; y no sólo de las tribus en general, sino de cada una de las familias; cada una de ellas tendrá una relación especial con Dios . Si nosotros y nuestras casas servimos al Señor, nosotros y nuestras casas seremos protegidos y bendecidos por Él (Pro 3:33).

2. Que lo hará por ellos y los sacará de Babilonia, como lo hizo con sus padres cuando los sacó de Egipto.

(A) Les trae a la memoria lo que hizo con sus padres cuando los libertó de la servidumbre de Egipto (v. Jer 31:2). Como entonces, los escapados de la espada hallaron gracia en el desierto; en Egipto, escaparon de la espada de Faraón, quien había mandado matar a todos los niños varones tan pronto como nacieran; en Babilonia (y Asiria), los escapados de la crueldad del opresor. Así lo entiende M. Henry con gran número de autores (entre ellos, Ryrie y Asensio); pero Freedman hace notar que precisamente «la frase el pueblo que escapó de la espada descarta la interpretación de que el profeta alude al éxodo de Egipto», y que la expresión «en el desierto» denota «el país de su destierro». Lo mismo parecen opinar los autores de la obra Search the Scriptures, todos ellos eminentes escrituristas.

(B) Les trae a la memoria lo que había hecho Dios por sus padres, insinúan que ahora no veían tales señales y estaban dispuestos a preguntar como Gedeón: «¿Dónde están todas sus maravillas que nuestros padres nos han contado?» (Jue 6:13). Como si dijesen: «Los días antiguos eran días gloriosos, pero ahora no es así; ¿qué puede hacernos la buena voluntad del que se apareció en los días antiguos, cuando ahora es un Dios que se esconde de nosotros?» (Isa 45:15).

(C) A esto responde Dios asegurándoles la constancia de Su amor (v. Jer 31:3): «Con amor eterno te he amado (comp. con Ose 3:1); no sólo con amor antiguo, sino con amor eterno ¡desde que Dios es Dios! y hasta siempre. El término hebreo aabath corresponde al griego agápe; el amor que no caduca jamás (1Co 13:8), aunque sus consuelos se suspendan por algún tiempo, pues nadie ni nada puede separarnos de ese amor (Rom 8:39). Y a los que Dios ama con este amor, los atrae hacia Sí con Su gracia (hebr. jesed, misericordia) «a una relación anterior que fue interrumpida por el cautiverio» (Freedman). A todos los que Dios ama, los atrae a una comunión íntima con Él y pone en el corazón de ellos su Santo Espíritu (Rom 5:5).

3. Que otra vez hará de ellos un nuevo pueblo, y les procurará una dichosa instalación en su país (vv. Jer 31:4, Jer 31:5). Volverán a tomar las arpas que tenían colgadas en los cipreses de Babilonia, las afinarán y también ellos estarán a tono para hacer uso de ellas. El gozo de la ciudad depende, en gran parte, de la producción de su suelo. Por eso se promete aquí (v. Jer 31:5): «Aún plantarás viñas en los montes de Samaria», que había sido la capital del reino del norte, en oposición a Judá; pero ahora estarán unidas (Eze 37:22) y habrá entre todos tal paz y seguridad que podrán dedicarse sin temores al mejoramiento de su economía (v. Jer 31:5): «plantarán los que planten y disfrutarán de ellas (las viñas)». Freedman hace notar que el verbo jillel, usado aquí para disfrutar, «es el vocablo técnico para la redención» de los frutos, aludida en Lev 19:23-25; Deu 20:6 (también en este último sale el verbo jillel). Esto da a entender (probablemente) que estarán dispensados de la prohibición que vemos en Lev 19:23.

4. Que tendrán amplia libertad y oportunidad para adorar a Dios en las ordenanzas que Él mismo estableció (v. Jer 31:6): «Porque habrá día ¡y será un día verdaderamente glorioso! en que clamarán los guardas en el monte de Efraín (los guardas puestos como centinelas en la frontera, para avisar en caso de que se acercase algún enemigo): Levantaos y subamos a Sion, a Jehová nuestro Dios, para alabarle por la paz pública». Como ya no habrá ningún peligro del exterior, estos guardas pueden ahora acompañar al pueblo en su peregrinación a Jerusalén, lo cual es tanto más notable cuanto que, en Ose 9:8, el guarda de Efraín … halla en todos sus caminos el lazo del cazador; hostilidad en la casa de su Dios (comp. con Ose 5:1, al final).

5. Que Dios tendrá la gloria, y el pueblo la honra y el consuelo, de este bendito cambio (v. Jer 31:7): «Cantad por Jacob con alegría, esto es, que todos sus amigos y los que le desean bien se regocijen con él (Deu 32:43): «Alabad, naciones, a su pueblo» (citado por Pablo en Rom 15:10). Al publicar estas noticias (v. Jer 31:7), «alabad y decid: Oh Jehová, salva a tu pueblo, el remanente de Israel; alabad al Dios de Israel; alabad al Israel de Dios; hablad honorablemente de ambos». Dice Freedman: «Lo de alabad (hebr. hallelú) se refiere probablemente a la recitación litúrgica de las alabanzas de Dios en el culto de adoración religiosa (cf. Sal 118:25, que forma parte de lo que se conoce, en la liturgia judía, como Hallel)».

6. Que, en orden a instalarse de nuevo en su país, tendrán un feliz regreso del país de su cautiverio (vv. Jer 31:8, Jer 31:9).

(A) Aunque están esparcidos en lugares remotos, todos serán traídos juntamente de la tierra del norte y … de los últimos confines de la tierra (v. Jer 31:8).

(B) Aunque muchos de ellos no estén en condiciones de viajar, no habrá nada que les impida volver: vendrán ciegos y cojos (v. Jer 31:8). Tendrán tantas ganas de volver y les brincará el corazón con tanta alegría, que no pondrán como excusa para quedarse el que son ciegos o cojos. Sus compañeros mismos estarán prestos a ayudarles, y serán ojos para el ciego y piernas para el cojo, como deben ayudarse los cristianos en su viaje hacia el cielo (Job 29:15).

(C) Pero, sobre todo, su Dios les ayudará; y que nadie se excuse de ser ciego cuando Dios es su guía, ni cojo cuando Dios es su fuerza. Las mujeres encinta están pesadas y en malas condiciones para emprender un largo viaje; peor están todavía las que han dado a luz recientemente y han de llevar en brazos, todo el tiempo, a sus criaturas. Con todo, al tratarse de regresar a Sion, ninguna de ellas hallará dificultades. Cuando Dios llama, no debemos excusarnos con nuestra incapacidad para ir, porque el que nos llama también nos ayudará a partir y nos dará fuerzas para llegar.

(D) Llorarán con mayor amargura y mayor ternura por su pecado, cuando sean libertados de su cautiverio, que cuando estaban gimiendo bajo ese cautiverio. Pero las oraciones ayudan a enjugar las lágrimas (v. Jer 31:9): «Vendrán con llanto y los guiaré con plegarias», pues éstas son señales genuinas de un sincero arrepentimiento. ¿Es seco e inhóspito el país por el que atraviesan en su regreso? «Los haré andar junto a arroyos de aguas» (v. Jer 31:9), de aguas vivas, corrientes, no de aguas de riada, que escasean en verano. ¿Es su viaje por el desierto, donde no hay camino ni senda? Él los llevará por camino derecho en el cual no tropezarán (v. Jer 31:9). Adondequiera que Dios llama claramente a los suyos, o los hallará ya allí o les preparará el camino.

(E) Se declara el motivo por el que Dios tendrá tanto interés por Su pueblo: «Porque soy a Israel por padre, y como padre he de comportarme con él (v. Jer 31:9, al final, comp. con Sal 103:13), y Efraín es mi primogénito». Efraín, novillo indómito, que, al apartarse de Dios, no era digno de llamarse hijo (Luc 15:19, Luc 15:21), es reconocido como hijo primogénito, particularmente querido y agraciado con doble porción (v. Gén 48:17-20; Gén 49:25, Gén 49:26). Contra la opinión de Freedman, y de acuerdo con Ryrie nota del traductor , Israel no representa aquí a Judá, sino al reino del norte, y Efraín está en paralelismo de sinonimia, por ser el primogénito de José y, en este caso, el representante de las diez tribus del norte. La misma razón que se dio para su liberación de Egipto se da también para su liberación de Babilonia: Son libres y, por tanto, no deben ser esclavizados; son hijos de Dios y no pueden ser siervos de los hombres (v. Éxo 4:22, Éxo 4:23).

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