Estudio Bíblico | Explicación de Salmos 132:11 | Comentario Bíblico Online
En esta sección, Dios responde a las oraciones de su pueblo con dos promesas.
1. La primera se refiere al establecimiento de la monarquía en la persona de David y de sus descendientes. Dios escogió por rey a David (a Saúl lo escogió el pueblo) y confirmó la elección con un juramento que, como el de David a Dios, es una elaboración poética del salmista (comp. con Sal 89:3). Pero la promesa, en cuanto a los sucesores de David, es condicionada (v. Sal 132:12): «Si tus hijos guardan mi pacto, etc.». La condición no se cumplió y el cetro llegó a desaparecer de la casa de Judá, hasta que vino el Hijo de David a recibir el trono de su padre David (v. Luc 1:32, Luc 1:33). El apóstol Pedro lo aplica así a Cristo, y hasta asegura que así lo entendió el propio David (Hch 2:30).
2. La segunda se refiere a la elección de Sion (vv. Sal 132:13-18) para ser sede del santuario y, por tanto, centro del culto israelita. Éste había de ser el lugar de su reposo, como hemos visto en el versículo Sal 132:8. Desde el versículo Sal 132:14 en adelante, es Dios mismo el que toma la palabra y amplia las ideas de los versículos Sal 132:8-10: (A) Ése es el lugar que ha deseado (v. Sal 132:14. Lit.), es decir, que ha preferido a los demás. (B) Promete abundante provisión para los habitantes de Sion, donde hasta los pobres estarán saciados (v. Sal 132:15). (C) Promete también a los sacerdotes el vestido de salvación (v. Sal 132:16), en respuesta a la petición del versículo Sal 132:9, y a los santos es decir, a los piadosos de la ciudad el júbilo también deseado en el versículo Sal 132:9. (D) Promete que hará retoñar el poder (lit. el cuerno) de David (v. Sal 132:17, comp. con Luc 1:69), idea que recoge Etán en el Sal 89:24, y dispondrá lámpara, imagen asimismo familiar (v. 1Re 11:36; 1Re 15:4), para su ungido David, de modo que se preserve a perpetuidad la dinastía. Sobre él (v. Sal 132:18) florecerá la corona, y aumentará progresivamente en honor y en prosperidad, mientras sus enemigos son vestidos de vergüenza, lo que contrasta con los vestidos de salvación de los versículos Sal 132:9 y Sal 132:16.
