LIVING LA VIDA LOCA

«VIVIENDO LA VIDA LOCA» ECLESIASTÉS 11:9: Alégrate, joven, en tu juventud, y que tu corazón tome placer en los días de tu adolescencia; anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe que sobre todas estas cosas te juzgará Dios.

Lee con atención estas palabras que vienen de Dios: ¿Qué es esto? A primera vista parece ser la versión original de «Vive la vida loca». De ser así, sería mi versículo favorito. Pero es algo mucho mejor que eso.

Este texto es rico en significado y lecciones que todos debemos aprender acerca de cómo Dios quiere que entendamos esta vida que nos presta.

Mito #1 «A DIOS SÓLO LE INTERESA LA VIDA DE LOS ADULTOS»

Una de las ideas arraigadas en los jóvenes es el sentido de que Dios solo se interesa en las cosas de los adultos. Pero vemos aquí a Dios hablándoles directamente a ellos, y sus palabras son muy interesantes: Dios habla aquí y lo que está haciendo es un mandamiento nada más ni nada menos que para ¡GOZAR LA VIDA! Es como cuando alguien nos ve todos chorreados y nos dice: «¡anímate, adelante, disfruta, vive!»

En el libro de Proverbios, tenemos frases como: «Hijo mío», haciendo de la relación con Dios una experiencia íntima y muy personal.

La realidad es que Dios está plenamente interesado en la vida, las inquietudes, temores y sueños de los jóvenes. No solo usa a los adultos, sino también ha usado jóvenes para llevar a cabo sus propósitos.

El profeta Samuel escuchó la voz de Dios a muy temprana edad.

David fue escogido para ser rey cuando era muy joven.

Muy probablemente María, la madre de nuestro Señor, era una tierna joven cuando Dios la escogió para llevar en su vientre al Salvador.

Pablo animó a Timoteo a que no se sintiera menos por ser joven, sino que se esforzara por ser un ejemplo de vivir para el Señor.

Así que Dios tiene muchas cosas importantes que decirles a los muchachos de hoy; quiere hablarles al corazón para que puedan encontrar el verdadero sentido y propósito de sus vidas.

Este texto también desenmascara y expone un segundo mito:

Mito #2 «DIOS ESTÁ EN CONTRA DE DISFRUTAR LA VIDA»

La Biblia no se refiere a los jóvenes solo en términos negativos, en prohibiciones, «no hagas esto o aquello», como la mayoría piensa. Para muchos jóvenes, acercarse a Dios es como acercarse a un anciano enojado y mal encarado que solo sabe decir prohibiciones. Desde este ángulo, la vida cristiana no tiene nada de atractiva, es aburrida, o en el mejor de los casos, es una resignación a perderse de lo mejor, casi como un desperdicio, pues consiste en decirle adiós a todo lo bueno que se puede disfrutar.

Muchos jóvenes de hoy tienen esta perspectiva distorsionada de Dios y de la vida en Cristo.

Mito # 3 «RENUNCIAR A TODO LO QUE VERDADERAMENTE SE QUIERE HACER ES ESCLAVITUD, NO LIBERTAD»

¿Parece que ese es el sentido de las palabras dichas por Jesucristo cuando dijo: «el que quiera ser mi discípulo tiene que renunciar a sí mismo, tiene que negarse a sí mismo»?

Sin embargo, contrario a lo que se piensa, la salvación que Cristo vino a conseguir para nosotros no consiste en la aniquilación total de nuestro gozo; más bien consiste en el rescate de nuestros corazones egoístas para vivir honrando a Dios viviendo con gozo la vida que Él nos ha dado. No es vivir esclavizado, o atrapado en una celda hasta que lleguemos al cielo, sino que consiste en ser liberados del poder del pecado para vivir en esta vida y en la venidera de tal manera que podamos complacer a Dios.

Eso es lo que significan las palabras de Ezequiel 36:26-27 «Os dará un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros. Quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Pondré mi Espíritu dentro de vosotros y haré que andéis según mis leyes, que guardéis mis decretos y que los pongáis por obra».

Totalmente opuesto a las creencias del mundo, en Cristo puedes encontrar la verdadera libertad: no aquella para hacer lo que queremos; esa no es libertad, es esclavitud. Jesús dijo: «De cierto, de cierto os digo que todo aquel que practica el pecado es esclavo del pecado». Así que si el Hijo os hace libres, seréis verdaderamente libres. Juan 8:34,36

Entonces, vivir al máximo es vivir libres de la esclavitud del pecado para agradar, para honrar, para complacer a Dios.

Proverbios 4:20-27 «Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón; Porque son vida a los que las hallan, Y medicina a todo su cuerpo». ¿Y qué palabras son las que hay que escuchar? ¿Cómo debo vivir para vivir de verdad? «Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de Él mana la vida. Aparta de ti la perversidad de la boca, Y aleja de ti la iniquidad de los labios. Tus ojos miren lo recto, Y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante. Examina la senda de tus pies, Y todos tus caminos sean rectos. No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; Aparta tu pie del mal».

Sólo así podrás decir como David: «me regocijaré en tus mandamientos» Salmo 119:47

Mito # 4 «NO IMPORTA CÓMO VIVAS, SINO DE QUE VIVAS A LO MÁXIMO»

Las últimas palabras del pasaje ponen en su verdadero contexto: «pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios». Esto significa que, al final de nuestra vida, seremos juzgados por Dios según la forma en que hemos vivido. Así que, en lugar de vivir para nosotros mismos y hacer lo que nos plazca, debemos vivir para honrar a Dios y seguir sus mandamientos.

El apóstol Pablo lo expresó de esta manera en 1 Corintios 10:31: «Así que, ya sea que comáis o bebáis, o que hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios». Esto significa que incluso en las cosas más simples de la vida, debemos buscar glorificar a Dios.

En conclusión, vivir para Jesús y renunciar a nuestros deseos egoístas no es esclavitud, sino libertad verdadera. Dios quiere que disfrutemos nuestras vidas, pero debemos hacerlo de una manera que lo honre a Él. Al final de nuestra vida, seremos juzgados por cómo hemos vivido. Así que, en lugar de vivir para nosotros mismos, debemos vivir para honrar a Dios y hacer todo para su gloria.

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