Solamente su compañía
Cada vez que mi pequeño Lucas tenía el menor problema, él estimaba que sólo yo, su papá, podía resolverlo. Mientras estaba ocupado en corregir los trabajos de mis alumnos, él me interrumpía para que le sacara punta a un lápiz, le diera una hoja de papel, un pedazo de hilo o unas tijeras; entonces yo le decía: ?¿Me prometes traérmelas de vuelta? Si no se le olvidaba, esto me valía otra visita.
Esta mañana, tres ligeros golpes en la puerta anunciaron a mi pequeño visitante. Entra, Lucas, ¿qué necesitasí Nada, papá, sólo quiero estar cerca de ti. Y permaneció tranquilo, sentado en un rincón mientras yo continuaba con mi trabajo. En este caso yo fui el alumno y mi hijo de seis años me dio la lección: ¿Sé acercarme a mi Padre celestial con la confianza y la simplicidad de este niño? ¡Y no sólo cuando tengo dificultades! Por supuesto, sé que no me cerrará la puerta y responderá a mis oraciones en la medida en que lo que le pido sea bueno para mí. Pero, ¿sé buscar sencillamente su compañía y sentirme satisfecho al intercambiar algunas palabras con él?
Es lo que en la Biblia se llama «comunión». Cristianos, ¿leemos el Santo Libro no sólo para buscar enseñanzas, sino a veces sencillamente para oír la voz del Señor y decirle que lo amamosí |