Nuestro Andar Diario 16 de septiembre de 2005

Nuestro Andar Diario

16 de septiembre de 2005

Filipenses 3:15-21
15 Así que todos los que somos perfectos, tengamos esta misma actitud; y si en algo ten?is una actitud distinta, eso también os lo revelar? Dios; 16 sin embargo, continuemos viviendo según la misma norma que hemos alcanza-do. 17 Hermanos, sed imitadores m?os, y observad a los que andan según el ejemplo que ten?is en nosotros. 18 Porque muchos andan como os he dicho muchas veces, y ahora os lo digo aun llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo, 19 cuyo fin es perdici?n, cuyo dios es su apetito y cuya gloria está en su verg¿enza, los cuales piensan sÉlo en las cosas terrenales. 20 Porque nuestra ciudadan?a está en los cielos, de donde también ansiosamente esperamos a un Salvador, el Señor Jesucristo, 21 el cual transformar? el cuerpo de nuestro estado de humillaci?n en conformidad al cuerpo de su gloria, por el ejercicio del poder que tiene aun para sujetar todas las cosas a sí mismo.

De extranjeros a ciudadanos
En mi pa?s, Singapur, una persona es ciudadana si ha nacido allí. Pero un extranjero puede obtener la ciudadan?a luego de haber cumplido con ciertas condiciones establecidas por el gobierno. En cualquier caso, la persona lleva consigo ciertos documentos para demostrar que su ciudadan?a es legalmente aceptable. Pero además de los documentos acreditativos, la verdadera prueba de ciudadan?a es si una persona obedece las leyes del pa?s y cumple con todas las responsabilidades que se requieren de ella. Para m?, ning?n ciudadano leal menosprecia a su propio pa?s y a sus l?deres, ni se comporta de manera contraria a la posici?n que se espera de Él.

Del mismo modo, los cristianos son ciudadanos del cielo. Por medio de la muerte y resurrecci?n de Jesís, Dios cambi? nuestra condici?n de extranjeros a ciudadanos. Se nos ha perdonado y declarado legalmente «hijos del reino de Dios». Pero como personas individuales, todav?a se requiere de muchos cambios, ya que aún no somos perfectos. Nuestra vida diaria tiene un largo camino por delante para ajustarnos a nuestra posici?n actual delante de Dios. Con la ayuda del Espíritu Santo y de la Palabra de Dios, crecemos para llegar a ser ciudadanos comprometidos del cielo, amando y obedeciendo a Dios como nuestro Rey, y cumpliendo con nuestras responsabilidades como sus leales síbditos.

En su carta a los filipenses, Pablo quer?a que los creyentes entendieran que la ciudadan?a celestial afecta la manera en que pensamos y vivimos. Nuestro destino es diferente al de los que están en el mundo. Nuestros deseos deben ser diferentes también. Los cristianos no deben ser ajenos a estas cosas, porque la ciudadan?a tiene sus responsabilidades.

Pero hay algo fascinante acerca de los cristianos. Vivir nuestras responsabilidades como creyentes y luchar contra el pecado no son acciones sin esperanza. A diferencia de muchos que están inundados de incertidumbres, nosotros podemos esperar el futuro con entusiasmo. Jesís nos transformar? para ser perfectamente justos. Esta esperanza nos debe mantener caminando fielmente como ciudadanos celestiales en este viaje terrenal. –LCC

destino
?Puede acaso un verdadero ciudadano del cielo no preocuparse por lo que es bueno y malo en todo lo que piensa, dice, o hace?  ¿Cuáles son algunos de los cambios que espero ver en mi vida? ¿De qué maneras cooperar? con Dios para hacer que se den los cambiosí

en resumidas cuentas: nuestra posici?n en Dios nos ayuda a ponernos del lado de Él.

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