Amistades Remendadas

«Más vale reprensión abierta que amistad encubierta, leal es el golpe del amigo, falaz el beso del enemigo» Proverbios 27: 5-6
 
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Que pena que de pequeña no me enseñaron esto, de repente ustedes tuvieron una mejor enseñanza en cuanto a este tema, pero conmigo no fueron muy atinados.   Si alguna amiguita me «traicionaba» y le avisaba a mis hermanos que no había hecho la tarea (tenía tres hermanos mayores que yo en el colegio y dos menores) yo inmediatamente la tachaba de mi grupo selecto de amiguitas. Mi corazón había sido herido, sangraba por el dolor de la traición, lo remendaba entonces, pero no tardaba en aparecer otro amigo más para apuñalarme con la daga de la deslealtad y otra vez, la triste realidad que no se puede confiar en nadie era mi bandera.
Mi padre, engreidor hasta lo sumo me apoyaba en mis decisiones y me decía si ya no confías en ella, si ha sido desleal, si no tuvo el tino de decírtelo primero, entonces es correcto que ya no sea tu mejor amiga.
Mi madre más prudente Si tomaba en serio la acusación de mi amiga y con rapidez llevaba a cabo la tarea dulce de castigarme con todo.
Esto echó raíces en mi adolescencia, juventud, noviazgo y matrimonio, cualquiera que traicionara mi confianza con reprimendas, críticas, advertencias y hasta sermones gratuitos, eran puestos en la lista negra.
Se podría decir que encarnaba la idea que  «los amigos nunca se golpean».
Cuantos amigos habré perdido por haber tenido la osadía de intentar ayudarme a ser una mejor persona y no la niña engreída de papá.
 
 Más vale ser reñido con franqueza que ser amado en secreto, más confiable es el amigo que hiere que el enemigo que besa.  
 
La reprensión aunque duela, aunque abra heridas, puede valer más que la adulación, porque la primera tiene el fin de curar, de corregir y mejorar, mientras que el halago sólo añade más orgullo al necio.
En Levítico 19:17  habla Dios con referencia a la amonestación del amigo:
 
«No alimentes odios secretos contra tu hermano, sino reprende con franqueza a tu prójimo para que no sufras las consecuencias de su pecado.   No seas vengativo con tu prójimo, ni le guardes rencor, ama a tu prójimo como a ti mismo: Yo soy el Señor».
 
No puedo llenarme de rencor cada vez que alguien llamado prójimo quiere censurarme, si la advertencia de mi amigo quiere llevarme a aclarar las cosas, si su exhortación enmienda mis errores, entonces bienvenida corrección, tú eres mi amiga.
Pero ahora  hablemos del camarada que no quiere  reprender, parece tímido, no quiere perder a su mejor amigo, esta muy conciente de las fallas del otro, pero jamás se las dirá, ellos son muy espirituales y prudentes, deciden callarse y «esperar que Dios le haga ver su error».
La belleza de la amistad justamente radica en el valor de la colaboración mutua, el amor que la hace fusionar y crecer no deberían ser los halagos y complicidad, el amor verdadero y fuerte no tiene temor de perder al amigo sabe que superará la prueba de la reprensión,   Pero la amistad débil no discierne cuánto amor se encubre en una reprensión.
Heridas de amigo, besos del enemigo.
Nunca esperas que un amigo te hiera, y peor, no  imaginas al que te odia besándote.
 Cuando el compañero te corrige no es que esté más atento que nadie a tus fallas más imperceptibles,  -«él es el único que se da cuenta si me equivoco, más que amigo parece enemigo»-
Sino que el valor que tú tienes para él lo hace tener celo y  tienes razón, sí esta atento a tus fallas,  se pone los lentes para ayudarte a ver lo que en tu miopía eres incapaz de contemplar, y una vez descubierto y expuesto,  te ayuda a encaminar.
«Leal es el golpe del amigo, falaz el beso del enemigo»
 
El enemigo está escondido, quiere que creas que te admira, hace muchas cosas para que  creas que es leal y compadre, ése Judas te seguirá a donde vayas y no oirás palabra de reconvención en su boca, cuando te bese, mejor revisa bien donde te dio la caricia porque sus besos saben a mordidas.
 
«El que adula a su prójimo le tiende una trampa»  Prov. 29:5
 
Escucha bien cuando tu amigo se disponga a corregirte, no pierdas el tiempo tratando de justificarte, no te distraigas por sus  «maneras» toda corrección es un regalo de Dios.  
 
«A fin de cuentas, más se aprecia al que reprende que al que adula» 28:23

 
«No abandones a tu amigo sobre todo en circunstancias difíciles 27:10
 
Jeremías se dio cuenta de ciertos amigos, vio la hipocresía de uno  y la franqueza del otro, ninguno muy acertado a la hora de llevar una amistad, entonces dijo:
«Cuídese cada uno de su amigo, no confíe ni siquiera en el hermano, porque todo humano engaña, y todo amigo difama.  Se engañaron unos a otros; no se hablan con la verdad, han enseñado a sus lenguas a mentir y pecan hasta el cansancio.   Su lengua es una flecha mortífera, su boca solo sabe engañar, hablan cordialmente con su amigo, mientras en su interior le tienden una trampa.  » Por eso dice el Señor Todopoderoso.  Voy a refinarlos, a ponerlos a prueba. Jeremías nueve.
 
Hemos perdidos muchos amigos, no supimos retener a muchos amados, sólo bastó una sincera llamada de atención de ellos a nosotros  para convertirse en acérrimos enemigos.
Hemos perdido muchos amigos, preferimos hacer silencio para no dañar su sensibilidad, pero a la larga se alejaron porque  ellos vieron en nuestro silencio indiferencia y traición.
Hemos perdidos muchos amigos porque preferimos al enemigo que nos besaba, esos besos nos convencieron de su lealtad, pero todo era mentira.
Hemos perdidos muchos amigos porque el rencor tuvo campo para crecer y dar su fruto de ingratitud, ellos se fueron porque percibieron nuestra desconfianza.
 
«El que perdona la ofensa cultiva el amor, el que insiste en la ofensa divide a los amigos.  Cala más un regaño en el hombre prudente que cien latigazos en el obstinado.   En todo tiempo ama el amigo; para ayudar en la adversidad nació el hermano»  Prov. 17.
 
Busca a tu amigo y haz las paces con él, es el consejo de Dios.
 
 
Martha Vílchez de Bardales.

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