De dioses a mártires

 De dioses a mártires

 


Confirmados los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: “Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios”.

Hechos 14:22.

 

 

Los discípulos tuvieron que esforzarse para evitar ser adorados como dioses, y corto tiempo después tuvieron que defenderse de la turba que procuraba su muerte. Los mismos que habían querido adorarlos, ahora los estaban apedreando. No se puede confiar en las alabanzas de los hombres, porque así también hicieron con Jesús. Las manos que recogían palmas eran las manos que se levantaban días después con el grito de “¡Crucifícalo!”

Ni el mundo ni sus alabanzas deberían ser el anhelo del cristiano, pero ello no conlleva que tengamos que andar buscando la persecución con el argumento de que “hay que ser perseguido para que Cristo venga”. Esta es una teología distorsionada, porque los hijos de Dios deben vivir vidas piadosas entre la gente. Bien lo presentó Jesús cuando dijo: “Bienaventurado sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros” (Mat. 5:11, 12).

Conviene entender la razón de las persecuciones y el propósito que Dios tiene para estas situaciones. Algunos han presentado la idea de que es para fortalecer nuestra fe. Tal cosa, por supuesto, no puede descartarse, pero es manifiesto que esta no es la única forma que Dios tiene para fortalecer la fe del creyente. Otros creen que las persecuciones son para lograr la perfección del carácter del cristiano. Esto también puede ser verdad, pero Dios no encuentra gozo en ver el sufrimiento de sus hijos.

La tendencia natural en las pruebas es quejarse. El Señor quiere que nuestras luchas se tornen en bendiciones para nosotros y para los demás. Cuando aprendamos a soportar, estamos dando el mejor testimonio de la gracia de Cristo.

“Cuando apreciemos más profundamente la misericordia y la longanimidad de Dios, lo alabaremos más en lugar de quejarnos. Hablaremos de la amante vigilancia del Señor, de la tierna compasión del buen Pastor. El idioma del corazón no será la murmuración y la queja egoísta. La alabanza, como corriente clara y que fluye, brotará de los verdaderos creyentes en Dios” (HHD 201).

 

Ptr. Israel Leito
Meditaciones Matinales para Adultos, 2008

1 COMENTARIO

  1. Pienso que además de ser la oportunidad para dejar la queja de lado, en momentos de dificultad y persecusión.Son los momentos para parar y darse cuenta que el Señor es el que suplirá toda necesidad, el reconocerle a Él, que sin Dios no podemos hacer nada.

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