Servir sin agobiarse según la Biblia Parte 1

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siervo de DiosServir sin agobiarse según la Biblia Parte 1

«¿ACASO BUSCO AHORA LA APROBACIÓN DE LOS HOMBRES…?» (Gálatas 1:10)

Tanto los pastores ordenados como los laicos pueden ser víctimas del estrés. Con frecuencia muchos de los que servimos a Dios a tiempo completo exhibimos unos rasgos de personalidad que demuestran un cierto complejo de inferioridad y un deseo de perfeccionismo. Estas características hacen de nosotros personas compulsivas y obsesionadas por los resultados, a la vez que nos sentimos incompetentes y pensamos que nuestro servicio no es satisfactorio. Debido a lo anterior, podemos reaccionar de maneras opuestas:

a) somos extremadamente responsables, creyendo que lo tenemos que hacer todo nosotros;
b) somos irresponsables; pensamos que hagamos lo que hagamos no vamos a dar la talla, y por lo tanto es mejor no hacer nada;
c) somos inseguros; vacilamos entre las dos actitudes anteriores y nos convencemos de que hagamos lo que hagamos nada va a cambiar.  Es necesario que entendamos lo siguiente: Lo que nos agobia no son las demandas del servicio sino la tensión que generamos al servir. Y nada nos crea más tensión que buscar agradar a la gente.

Decía Pablo: «¿Acaso busco ahora la aprobación de los hombres o la de Diosí ¿O trato de agradar a los hombresí Si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo» (Gálatas 1:10). Antes de conocer a Jesús, el apóstol había vivido para ser aceptado por los hombres. Pero luego se dio cuenta de que no podía ser un siervo eficaz de Cristo si le importaban las opiniones de los demás. El complacer a otros no debería ser nunca nuestra motivación al servir, por varias razones:

1) No funciona.
 Cada voto que ganas, es un voto que pierdes.
2) Te obliga a intentar lo imposible. Cuando más te cuesta complacer a alguien, más te esfuerzas, lo cual te conduce a un ciclo de estrés, fracaso y decepción.
3) Tú te conviertes en la fuente de tu propia fortaleza. Jesús evitó ese estilo de vida agotador. «No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre…» (Juan 5:19). Si no quieres agobiarte tanto, deja que Dios sea la única fuente de tu vida.

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