¿Qué Significa A.C. y D.C. Según La Historia Y Que dice La Biblia?

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¿Qué Significan a.C. y d.C. Según La Historia Y Que dice La Biblia?

Para comprender la respuesta a la pregunta ¿Qué significan a.C. y d.C. según la historia y qué dice la Biblia? Es importante enfocar la discusión desde una perspectiva amplia que combina elementos históricos, culturales y bíblicos.

Los términos a.C. y d.C. son fundamentales en nuestra forma de medir y entender el tiempo histórico. a.C. significa «Antes de Cristo», y d.C. puede significar «Después de Cristo» o, en terminología más moderna, «Anno Domini», que es latín para «En el año del Señor». Estos términos han sido utilizados durante siglos para dividir el tiempo en la historia del mundo según el nacimiento de Jesucristo.

Es importante destacar que aunque estos términos están profundamente arraigados en la historia y la tradición cristiana, son utilizados globalmente en un contexto secular para marcar eras históricas.

Desde una perspectiva bíblica, estos términos adquieren un significado más profundo. La Biblia, dividida en el Antiguo y el Nuevo Testamento, refleja en cierta manera esta división del tiempo. El Antiguo Testamento incluye textos escritos antes del nacimiento de Cristo, mientras que el Nuevo Testamento contiene textos escritos después de su venida. Pero más allá de la cronología, esta división resalta el papel fundamental de Jesús en la historia de la humanidad y su importancia en la fe cristiana.

A lo largo de este estudio, veremos cómo estos términos se relacionan con el papel de Jesús en la historia, el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento, el cambio en el pacto entre Dios y la humanidad y la esperanza que la era d.C., «En el año del Señor», trajo y sigue trayendo a nuestra vida.

Como pastor, es importante hablar con sabiduría y discernimiento cuando se trata de asuntos relacionados con la Biblia. Por esta razón, creo necesario tocar algunos asuntos previos antes de responder a esta pregunta: ¿Qué significan a.C. y d.C.? Desde una perspectiva bíblica:

1. Definición y origen de los términos a.C. y d.C.

La definición y el origen de los términos a.C. («Antes de Cristo») y d.C. («Después de Cristo» o «Anno Domini» en latín, que significa «En el año del Señor») son una manera de dividir la historia en torno a la vida de Jesús. Pero, hay que aclarar que estos términos fueron introducidos por los humanos siglos después de la vida de Jesús, específicamente por el monje Dionisio el Exiguo en el año 525, para llevar un registro de los años de manera más coherente en relación con la historia cristiana.

La Biblia no menciona explícitamente estos términos, pero la vida y obra de Jesús es el núcleo central de la Biblia. La historia antes de la llegada de Jesús, que correspondería al periodo «a.C.», está narrada en el Antiguo Testamento. Aquí encontramos profecías sobre la venida del Mesías, por ejemplo, en Isaías 7:14 (NVI): «Por tanto, el Señor mismo les dará una señal: La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamará Emanuel.»

La vida de Jesús, su muerte y resurrección, así como las enseñanzas de sus seguidores, que correspondería al periodo «d.C.», están documentadas en el Nuevo Testamento. La importancia de su venida se refleja en versículos como Juan 1:14 (NVI): «Y aquel Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.»

La idea de que Jesús es el centro de la historia del mundo se refleja en Gálatas 4:4-5 (NVI): «Pero, cuando se cumplió el tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, a fin de que fuéramos adoptados como hijos.»

Estos versículos subrayan la importancia de la vida de Jesús como un punto de inflexión en la historia de la humanidad desde una perspectiva bíblica y cristiana. Aunque los términos a.C. y d.C. no son bíblicos en sí mismos, la idea de dividir la historia antes y después de Jesús tiene profundas implicaciones teológicas, ya que reconoce la importancia fundamental de Jesús y su obra redentora en la historia humana.

2. El papel de Jesús en la historia

Jesús es, sin lugar a dudas, una figura central en la Biblia y la historia del cristianismo. Su vida, muerte y resurrección cambió la trayectoria de la historia humana y sus enseñanzas han dejado un impacto imborrable en el mundo. Aunque la Biblia no usa los términos a.C. y d.C., el nacimiento de Jesús se considera un momento crucial que divide la historia de la humanidad.

En el Antiguo Testamento, muchas profecías señalan la venida del Mesías. En Isaías 9:6 (NVI) leemos: «Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus hombros, y se le darán estos nombres: Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.» Este versículo profetiza el nacimiento de Jesús y su impacto en la historia humana.

Con la llegada de Jesús, como se narra en el Nuevo Testamento, vemos el cambio en la historia humana. En Juan 3:16 (NVI) dice: «Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.» Este versículo revela el propósito de la venida de Jesús: proporcionar un camino hacia la salvación y la vida eterna para la humanidad.

Las enseñanzas de Jesús también tuvieron un gran impacto en la sociedad. En Mateo 22:37-39 (NVI), Jesús dice: «Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente” —le respondió Jesús—. Este es el primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a este: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.» Estos mandamientos han guiado la conducta moral y ética de los seguidores de Jesús durante los últimos dos milenios.

En resumen, Jesús no solo es una figura central en la historia de la humanidad por su influencia en el cambio de «a.C.» a «d.C.», sino también por su impacto duradero en la vida espiritual, moral y ética de innumerables personas a través de sus enseñanzas y su sacrificio redentor.

3. El cumplimiento de las profecías

El cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento en la vida y obra de Jesús es uno de los temas centrales de la fe cristiana. Estas profecías prepararon el camino para la venida del Mesías y su misión redentora.

  1. El Nacimiento de Jesús: En Isaías 7:14 (NVI) se predijo el nacimiento virginal de Jesús: «Por tanto, el Señor mismo les dará una señal: La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamará Emanuel.» El evangelio de Mateo (Mateo 1:22-23) confirma que este evento se cumplió en el nacimiento de Jesús.
  2. Lugar de nacimiento de Jesús: Miqueas 5:2 (NVI) predijo que el Mesías nacería en Belén: «Pero de ti, Belén Efrata, pequeña entre los clanes de Judá, saldrá el que gobernará en Israel; sus orígenes se remontan a tiempos antiguos, a los días de la eternidad.» Esto se cumple en la narración del nacimiento de Jesús en Mateo 2:1.
  3. Traición de Judas: En el Salmo 41:9 (NVI), David escribió: «Incluso mi amigo íntimo, en quien yo confiaba, que compartía conmigo el pan, ha levantado contra mí su talón.» Esta profecía se cumplió en la traición de Jesús por Judas Iscariote, como se registra en Marcos 14:10.
  4. Muerte y resurrección de Jesús: En Isaías 53:5-6 (NVI) se predijo la muerte sacrificial de Jesús por los pecados de la humanidad: «Pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados. Todos andábamos perdidos, como ovejas; cada uno seguía su propio camino, pero el Señor hizo recaer sobre él la iniquidad de todos nosotros.» La muerte y resurrección de Jesús, como se registra en los evangelios (por ejemplo, Lucas 24), cumple esta profecía.

Estos son solo algunos ejemplos de las profecías del Antiguo Testamento que se cumplieron en la vida y obra de Jesús. Las conexiones entre estas profecías y su cumplimiento en Jesús proporcionan una base sólida para la fe cristiana y demuestran la coherencia y unidad de la Biblia como un todo.

4. El cambio en el pacto

La idea del cambio en el pacto es fundamental en la comprensión de la relación entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.

El Antiguo Testamento habla de lo que comúnmente se llama el pacto mosaico o la Ley, que fue dado a través de Moisés en el monte Sinaí. Este pacto incluía una serie de leyes y mandamientos que los israelitas debían seguir. Un versículo clave es Éxodo 24:7-8 (NVI): «Luego tomó el libro del pacto y lo leyó al pueblo, el cual respondió: —Haremos todo lo que el Señor ha dicho; le obedeceremos. Moisés tomó entonces la sangre, la roció sobre el pueblo y dijo: —Este es el pacto que el Señor ha hecho con ustedes, conforme a todas estas palabras.»

Con la llegada de Jesús, hay un cambio en el pacto entre Dios y la humanidad. Este nuevo pacto se basa en la gracia y la fe en Jesús, más que en la adhesión estricta a la ley. Jesús mismo habla de este nuevo pacto en Lucas 22:20 (NVI): «De la misma manera, después de cenar, tomó la copa y dijo: —Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por ustedes.»

La epístola a los Hebreos también habla extensamente sobre este nuevo pacto. En Hebreos 8:6-7 (NVI), leemos: «Pero ahora Jesús ha recibido un ministerio sacerdotal superior al de ellos, ya que el pacto del cual él es mediador es superior al antiguo, y se basa en mejores promesas. Si aquel primer pacto hubiera sido perfecto, no habría habido necesidad de buscar uno segundo.»

Este cambio de pacto no invalida el antiguo, sino que lo cumple. Jesús mismo dice en Mateo 5:17 (NVI): «No piensen que he venido para anular la ley o los profetas; no he venido a anularlos sino a darles cumplimiento.»

La llegada de Jesús trajo consigo un nuevo pacto, uno basado en la gracia y la fe, que cumple y supera el antiguo pacto de la ley. Esto es fundamental para entender la transición del Antiguo al Nuevo Testamento y el papel de Jesús en la historia de la salvación.

5. La esperanza en la era d.C.

La esperanza que trajo Jesús a la era d.C. es un tema poderoso y central en el Nuevo Testamento. A través de su vida, muerte y resurrección, Jesús trajo esperanza y salvación a la humanidad. Sus enseñanzas sobre el amor, la gracia y la redención siguen siendo relevantes y transformadoras hoy en día.

  1. Amor: Jesús habló extensamente sobre el amor, tanto el amor a Dios como el amor al prójimo. En Mateo 22:37-40 (NVI) Jesús dice: «Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente» —le respondió Jesús—. Este es el primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a este: “Ama a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas.» El amor es central para el mensaje de Jesús y su llamado a sus seguidores.
  2. Gracia: La gracia es un tema recurrente en las enseñanzas de Jesús y en el Nuevo Testamento en general. En Efesios 2:8-9 (NVI), Pablo dice: «Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte.» La salvación es un regalo de gracia, no algo que se pueda ganar.
  3. Redención: Jesús trajo un mensaje de redención a la humanidad. En Lucas 19:10 (NVI), Jesús dice: «Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.» La redención y la salvación que Jesús ofrece es la esperanza central del Nuevo Testamento.

Estas enseñanzas de Jesús proporcionan una gran esperanza para la humanidad y siguen siendo relevantes hoy en día. No solo ofrecen una forma de vivir una vida de amor y gracia, sino que también proporcionan la esperanza de la redención y la salvación eterna. Como dice en Romanos 15:13 (NVI): «Que el Dios de la esperanza los llene de toda alegría y paz a ustedes que creen en él, para que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo.» La era d.C. es una era de esperanza gracias a Jesús y su obra redentora.

Estos temas nos llevan a una conclusión esencial: la historia de la humanidad y nuestra fe se dividen en dos eras: Antes de Cristo (a.C.) y Después de Cristo (d.C.), reflejando la relevancia y el impacto central de Jesucristo en la historia humana.

Jesús no es simplemente una figura que se encuentra en el centro de nuestro sistema de tiempo, es la encarnación del amor de Dios, el cumplimiento de antiguas profecías, el mediador de un nuevo pacto de gracia y la fuente de esperanza para todo el mundo. En Él, las profecías del Antiguo Testamento encontraron su cumplimiento y el pacto de Dios con la humanidad encontró su consumación.

A través de Jesús, Dios ha establecido un nuevo pacto, no basado en estrictas leyes y rituales, sino en la gracia, el amor y la redención. Como dice en Romanos 6:14 (NVI): «Porque el pecado ya no tendrá dominio sobre ustedes, pues ya no están bajo la ley sino bajo la gracia.» A través de Cristo, Dios nos ha liberado de la condenación de la ley y nos ha ofrecido gracia y amor inmerecidos.

Además, en Jesús, encontramos una esperanza perdurable. Juan 3:16 (NVI) nos dice: «Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.» Esta esperanza, fundada en la obra redentora de Cristo, es un faro para nosotros hoy y para todas las generaciones venideras.

Por lo tanto, nuestro desafío es vivir en la luz de esta esperanza, amar como Jesús nos ha amado y compartir la gracia que se nos ha dado con otros. Como Pablo escribió en Colosenses 3:17 (NVI): «Y todo lo que hagan, ya sea de palabra o de hecho, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él.» Que nuestras vidas sean un reflejo de la era en la que vivimos, la era «Después de Cristo», viviendo en su amor, su gracia y compartiendo la esperanza que él nos ha dado.

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