[CE-Peru]Alabanza y gratitud al Señor.

Aclamen al Señor, hombres buenos; en labios de los buenos, la alabanza es hermosa. Den gracias al Señor al son del arpa, cántenle himnos con música de salterio, cántenle un nuevo canto, toquen con arte al aclamarlo (Salmo 33,1 – 3).
 
La novia ve con gozo cómo su amado viene saltando por los montes a visitarla. El novio le canta un poema pidiendo a la joven que se haga ver: levántate, amada mía, y ven, hazme oír tu voz (Cantares 2,8.10). Todo alrededor es poesía y primavera en la naturaleza. Pero sobre todo es el amor de los dos jóvenes lo que llena la escena de encanto, el amor humano, elevado en la Biblia a símbolo y encarnación del amor de Dios a su pueblo. Es hermoso que la lectura bíblica nos hable de amor, de enamoramiento, de primavera, poesía y gratuidad: en medio de un mundo lleno de interés comercial y de cálculos medidos, y que este amor juvenil sea precisamente el lenguaje con el que en vísperas de la Navidad, se nos anuncia la buena noticia: Dios, el novio, se dispone a celebrar la fiesta una vez más, si la humanidad y la Iglesia, la novia, le acepta su amor El Señor tu Dios está en medio de ti; Él es poderoso, y te salvará. El Señor estará contento de ti. Con su amor te dará nueva vida; en su alegría cantará como en día de fiesta (Sofonías 3,17 – 18).
 
La visita de María a su prima Isabel está llena de resonancias bíblicas como cuando se trasladó el Arca de la Alianza entre danzas y saltos de alegría a casa de Obededom, donde estuvo tres meses, llenando de bendiciones a sus moradores. María, que acababa de recibir del ángel la trascendental noticia de su maternidad divina (Lucas 1,31.35) corre presurosa por la montaña a casa de Isabel, a ofrecerle su ayuda en la espera de su hijo. Llena de Dios y a la vez servicial para con los demás, María es portadora en su seno del Salvador, ella misma Arca de la Alianza (Mateo 1,18.20) y es por tanto evangelizadora: la Buena Noticia la comunica con su misma presencia y llena de alegría a Isabel y al hijo que salta de gozo en sus entrañas, el que será el precursor de Jesús, Juan Bautista. La palabra del Señor es verdadera; sus obras demuestran su fidelidad. El Señor ama lo justo y lo recto; su amor llena toda la tierra. Por la palabra del Señor fueron hechos los cielos, por el soplo de su boca todos los astros (Salmo 33,4 – 6).
 
Es significativo por demás el encuentro de Isabel y María, dos mujeres sencillas del pueblo, que han sido agraciadas por Dios con una inesperada maternidad y se muestran totalmente disponibles a su voluntad. Son un hermoso símbolo del encuentro del Antiguo y del Nuevo Testamento, de los tiempos de la espera y de la plenitud de la venida. Llena de alegría, Isabel canta las alabanzas de Dios y de su prima, en quien reconoce a la madre de mi Señor. Con su alabanza, Isabel traza un buen retrato de su prima: dichosa tú, que has creído (Lucas 1,45).
 
¿Sabremos experimentar nosotros esta alegría que Dios nos quiere comunicar? Para ello debemos tener ojos de fe, y saber reconocer la presencia de Dios en las personas y los acontecimientos de la vida, como Isabel y María supieron reconocer la presencia del misterio en sus respectivas experiencias. Saber ver a Dios actuando en nuestra vida de cada día, en las personas que nos rodean. ¿Viviremos la Navidad con gozo interior, o sólo de palabras, cantos y regalos externosí Después de tantas invitaciones a cantar de júbilo, par parte de Sofonías, por el ejemplo de los novios enamorados, de Isabel y su hijo Juan, de María llena de la Buena Noticia, y sobre todo de Dios mismo, quien según Sofonías celebra jubilosamente su amor como en una gran fiesta, ¿nos conformaremos con una Navidad rutinaria, de trámite? Honren al Señor todos en la tierra; hónrenlo todos los habitantes del mundo. Él habló y todo fue hecho; Él ordenó y todo quedó firme. Los proyectos del Señor permanecen firmes para siempre. Feliz el pueblo cuyo Dios es el Señor, el pueblo que ha escogido como suyo (Salmo 33,8 – 12).
 
Como María en su visita, cada uno de nosotros debemos ser portadores de la Buena Noticia de Jesús, ser evangelizadores en este mundo. ¿Sabemos en nuestra vida visitar a los demásí ¿Estamos siempre dispuestos a salir al encuentro, a comunicarnos, a compartir la experiencia gozosa y la triste, a ofrecer nuestra ayuda? La visita es salida de sí mismo, cercanía, presencia a los otros. Para llevar nuestro interés y nuestro amor, y transmitir así, en el fondo, la experiencia de Dios, en un mundo que no conoce demasiado la gratuidad del amor ni la cercanía de las visitas. Lo podemos hacer en el círculo de nuestra familia o de nuestros amigos y conocidos o compañeros de trabajo. Si sabemos visitar, a imitación del Dios que ha visitado y redimido a su pueblo, y de Cristo Jesús, el que había sido anunciado como el sol que nos visitará, venido de lo alto, la Navidad será una experiencia gozosa.
 
Nosotros confiamos en el Señor; Él nos ayuda y nos protege. Nuestro corazón se alegra en el Señor; confiamos plenamente en su santo nombre. ¡Que tu amor, Señor, nos acompañe, tal como esperamos de ti! (Salmo 33,20 – 22).
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Que el Padre Dios te bendiga y te proteja, te mire con agrado y te muestre su bondad. Que el Padre Dios te mire con amor y te conceda la paz.
Juan Alberto Llaguno Betancourt
Lima – Perú – SurAmérica


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