Café Instantáneo

INSTANTÁNEO

Un café instantáneo acompaña la elaboración de este escrito. Una “cucharadita” de café, dos de azúcar, revolver y… ¡listo!

Acostumbrados a la cotidianidad, muy pocas veces reparamos en la magnitud y la influencia que tiene “lo instantáneo” en nuestras vidas. Elementos y productos cuya consecución en otra época solía demorar un determinado espacio de tiempo, hoy apenas dura unos segundos… como mucho, unos pocos minutos.

Recuerdo la primera vez que viajé al extranjero y visité uno de los países pertenecientes al denominado “Primer Mundo”. Todavía faltaba cerca de una década para que se popularizara el acceso a Internet y se acuñase el término “globalización”, por lo que el contraste entre lo que uno conocía y lo nuevo por conocer alcanzaba dimensiones superlativas. Mucho más para un niño de ocho años…

Restaurantes de comidas “rápidas”, fotografía instantánea, almacenes de autoservicio, autopistas de pago previo… ¡todo parecía ser instantáneo!

Hoy en día ya no sorprende desarrollar los hábitos alimenticios en torno a una dieta de comidas instantáneas, desde el desayuno hasta la cena. Ya no nos llama la atención fotografiarnos con el teléfono móvil, revisar cómo ha quedado la imagen y enviarla a otro amigo en el mismo instante. No despierta curiosidad descubrir el proceso por el cual podemos conversar y escribirnos en tiempo real – mediante programas de mensajería instantánea – con amigos y familiares que se encuentran “al otro lado” del globo terráqueo. Ya no nos preocupamos por el horario de cierre de tal o cual tienda de productos… un sitio de Internet y una tarjeta de crédito bastan para “tener el mundo en nuestras manos”.

Situaciones y realidades positivas que son parte de nuestra vida. Elementos a los que accedemos, disfrutamos y cuya existencia y utilidad damos por sentadas.

En todo esto, la relación entre los productos de realización instantánea y la manera en que se perfila nuestro carácter es algo que no deja de preocuparme. En otras palabras, me parece percibir que en nuestro afán de instantaneidad hemos abandonado virtudes y características cuya esencia requiere algo más que la adrenalina del instante.

La Biblia recomienda: “siembra tu semilla en la mañana, y no te des reposo por la tarde, pues nunca sabes cuál siembra saldrá mejor, si ésta o aquélla, o si ambas serán igual de buenas”. Eclesiastés 11.6 (NVI)

Es que forjar una amistad lleva tiempo. Ahorrar dinero involucra disciplina. Alcanzar un objetivo requiere perseverancia. Formar una familia requiere amor, que es sinónimo de entrega. Cultivar las virtudes y las buenas costumbres requiere constancia. En definitiva, constituirnos en personas maduras y responsables llega como resultado de la suma de instantes bien invertidos, instantes cuyo valor se aprecia a la sombra total de una vida.

¡Buen Fin de Semana!
CRISTIAN FRANCO

1 COMENTARIO

  1. es verdad q todo lo instantaneo nos hace la vida un poco mas facil pero hay q reconocer q los tiempos los maneja el señor y eso nos hace dependientes de el para lo mas importante de nuestra vida.

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