Las Parábolas de los «Objetos Perdidos». Parte 1

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Las Parábolas de los «Objetos Perdidos». Parte 1

«…ENCONTRÉ MI OVEJA PERDIDA» (Lucas 15:6)

Algunos han denominado el capítulo 15 del Evangelio de Lucas como «la Sección de Objetos Perdidos» de la Biblia. Ahí se encuentran la parábola de la oveja perdida, la de la moneda perdida y la del hijo pródigo. Hoy meditaremos sobre la oveja perdida. Esa oveja no tenía intención de perderse. De hecho, a lo mejor pensó que no estaba perdida. La parábola en cuestión nos revela dos facetas maravillosas de Jesús, nuestro Pastor:

1) ¡Lo valioso que eres para Dios! Algunos habríamos dicho: ‘No es más que una oveja entre cien, ¿por qué alarmarse? Nadie la va a echar en falta’. Mentira, ¡el Buen Pastor sí la echará en falta! Debes entender lo siguiente: si tú hubieras sido la única persona en habitar jamás en esta tierra, aun así Jesús habría ido a la cruz a morir por ti. La próxima vez que sientas que no tienes ningún valor o que nadie te ama, recuerda eso.

2) Dios hará todo lo que sea necesario para salvarte. Para salvar a Cornelio, un gentil, Dios derribó las barreras religiosas y sociales y envió al judío Pedro a Cesárea a predicarle el Evangelio. ¡El cielo no puede hacer oídos sordos al clamor de un alma perdida! Cuando Cornelio oró a Dios, Él le respondió: «Tus oraciones… han subido para memoria delante de Dios» (Hechos 10:4). Y he aquí algo fascinante en la parábola: «Cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso» (Lucas 15:5). No sólo Jesús te salvará, sino que te «llevará sobre sus hombros» cuando ya no puedas más. Su promesa es «…No te desampararé ni te dejaré» (Hebreos 13:5). En un servicio dominical en el que Carlos Spurgeon predicaba, un hombre se levantó gritando: ‘¡Estoy perdido!’, a lo que Spurgeon respondió: ‘¡Dale gracias a Dios, porque has sido encontrado!’

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