El Suspiro del Corazón de David

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«Tales hazañas hicieron estos tres héroes. Abisay, el hermano de Joab, estaba al mando de los tres y ganó fama entre ellos. En cierta ocasión, lanza en mano atacó y mató a trescientos hombres. Se destacó mucho más que los tres valientes, y llegó a ser su jefe, pero no fue contado entre ellos.» 1º crónicas 11:20-21 (NVI)

Abisay era el hermano del general del ejército del rey David. El rey tenía su elite, de treinta guerreros asombrosos y súper valientes que habían hecho proezas increíbles. No por nada eran la elite del rey. Este Abisay con una lanza había matado a trescientos hombres. Lo que se dice muy rápido es una proeza solo igualable en una película de Spilberg. Si hicieron la película 300 en honor a los espartanos que detuvieron al enorme y gigantesco ejército enemigo, esta gesta merecería una película también.

Intentaba imaginar como habrá sido esa lucha desigual. La lanza tiene una punta filosa que mata cuando se clava en el enemigo, pero para atacar a otro primero hay que desclavarla. Por más rápido que seas ¿Cómo hacés para evitar el ataque de otro enemigo? Es muy fácil rodear a uno siendo trescientos. No pude imaginar como hizo, pero Abisay lo hizo y sobrevivió. ¡Increíble!

Sin embargo, para el rey David, a pesar de sus logros extremos, Abisay, el cuarto mejor de los treinta no pudo superar a los mejores tres. ¿Qué hicieron ellosí David estaba luchando contra los filisteos cerca de su ciudad Belén y en un suspiro, habla en voz baja diciendo «como me gustaría poder tomar un poco del agua del pozo de Belén».

No fue una orden, no se lo dijo a nadie, simplemente lo deseó en voz alta, y estos tres soldados lo escucharon. ¿Qué hicieron? Irrumpieron en el campamento enemigo para buscar el agua que su rey y comandante deseaba. Irrumpir no es una acción sigilosa. Me imagino una escena como de Rambo, disparando su ametralladora contra un ejército ruso.

Estos tres no tenían ametralladoras, pero irrumpieron, tomaron el agua y salieron. Entrar habrá sido difícil, ¡pero ni me quiero imaginar lo que les costó salir, peleando y tratando que no se vuelque el agua! Solo para darle a su rey lo que deseaba su corazón. Por eso, no hubo ninguno como ellos.

Si hoy puedes escuchar el suspiro del corazón de Dios, y puedes cumplir con su deseo más íntimo, te puedes convertir en un escogido de Dios. Un ser especial.

REFLEXIÓN – No hay ninguno como el que escucha el suspiro de su Dios. ¿Lo escuchásí

Un gran abrazo y bendiciones

Dany

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