Leer | Efesios 4:11-16
Si pensamos en la vida cristiana como un viaje, podemos identificar varias etapas de crecimiento que necesitamos alcanzar en la ruta a la madurez espiritual. Las primeras dos etapas son la salvación y el servicio.
Todos comenzamos nuestro viaje en el mismo lugar: muertos espiritualmente y sin interés en las cosas de Dios (Ef. 2:1, 2). Solamente hay una manera de recibir vida espiritual: la fe en Jesucristo, quien tomó nuestro lugar y llevó el castigo de Dios por nuestros pecados. Murió para que nosotros pudiéramos tener vida. Al ser salvos, recibimos el Espíritu Santo, el cual crea en nosotros el deseo de conocer a Dios y a Su Hijo Jesucristo.
Al aprender más acerca de nuestro Dios trino, nuestra fe se profundizará y nuestros corazones rebosarán de agradecimiento. La gratitud nos conducirá al siguiente paso del viaje: el servicio a Dios. Desearemos devolver algo a Dios en reconocimiento a Su generosidad para con nosotros. En vez de determinar nosotros lo que queremos hacer, debemos preguntarle al Señor cuáles son Sus planes, y cómo podemos encajar en ellos (Ef. 2:10). Como hijos de Dios, debemos escuchar con atención Su invitación, y concentrar nuestras mentes y corazones en la obediencia. Con el tiempo, el Espíritu Santo producirá su "fruto" en nosotros (Gá. 5:22, 23), y nos unirá a otros creyentes en el servicio.
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