DEVOCIONAL DIARIO – AMPLITUD

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«Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve.» Juan 1:46 (RV 60)

La fama de Juan había sacudido la región y los judíos habían vuelto a buscar a Dios. El anuncio había sido claro: está llegando el Mesías. Y cuando Juan vio a Jesucristo, se hizo a un costado y le dio paso para que se adueñara de la escena. Los discípulos de Juan fueron tras Jesucristo y quedaron encantados con su nuevo Maestro.

Felipe era uno de ellos. Tan fascinado estaba que cuando encontró a su amigo Natanael, le dijo sin vueltas que habían lo que tanto estaban esperando. Y le contó lo que sabía: era Jesús, el hijo de José de Nazaret. La primera objeción de este hombre fue dura, los judíos (del reino del sur) que habían regresado de Babilonia habían mantenido la pureza de la raza y habían intentado no contraer matrimonios mixtos. Pero las tribus del norte que habían sido exiliadas en Asiria varios años antes no hicieron lo mismo. Y había mucho mestizo. De allí la enorme diferencia y división entre judíos (del sur) y samaritanos (del norte).

Nazaret estaba en el norte, y de aquellos lugares no había salido ningún profeta de Dios. El preconcepto de Natanael era bastante lógico y con argumentos sólidos. Sin embargo, aceptó la invitación de Felipe y fue a ver al supuesto Mesías. Cuando conoció personalmente a Jesucristo, fue seducido completamente por la grandeza de su Persona y cambió de opinión.

Hoy nos falta el criterio y la amplitud de Natanael para actuar en la obra de Dios. Un cristiano espiritual y maduro tiene la capacidad de discernir entre lo bueno y lo malo, de analizarlo todo y retener lo bueno y de actuar como lo hiciera el amigo de Felipe.

Pero nos falta espiritualidad y madurez. Y en consecuencia actuamos por impulsos, por caprichos, por preconceptos y por amiguismos. Y sin darnos cuenta (o queriendo) lastimamos la Obra de Dios. Apertura de mente para ver los camino de Dios y conocer su Voluntad, lejos de los preconceptos tan determinantes con los que nos movemos habitualmente.

La simpleza de Natanael emociona. Estaba convencido de lo que pensaba, pero frente a la grandeza de Jesucristo, cambió radicalmente de idea. ¡Que podamos tener su madurez y espiritualidad para elegir correctamente en el Reino de Dios! Ampliá tu criterio.

REFLEXIÓN – Simpleza, madurez y espiritualidad.

Un gran abrazo y bendiciones

Dany

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