¿Has Encontrado El Llamado de Dios para Tu Vida?

¿Has Encontrado El Llamado de Dios para Tu Vida?

«…lo he llenado… en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte» (Éxodo 31:3)

¿Has leído acerca de los dos constructores llamados Bezaleel y Aholiab? El Señor dice de ellos: «…Yo he llamado por su nombre a Bezaleel… y lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte… He puesto junto a él a Aholiab…» (Éxodo 31:2,3,6). Hay muchos otros ejemplos en los que el llamado del Señor no fue «religioso» en un sentido formal. Nehemías era albañil, Daniel Consejero de Estado en Babilonia y Lucas un médico del siglo I. Así que, considéralo: ¡tu oficio podría ser tu llamado! Cuando pones de manifiesto tu condición de alumno de Jesús y usas tus ingresos en apoyar a los propósitos de Dios en la Tierra, estás haciendo lo mismo que cualquier pastor.

Créeme, tu pasado no te descalifica. Pablo escribió: «…habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador…» (1 Timoteo 1:13). Afortunadamente, el Señor no tiene en cuenta nuestro pasado para determinar nuestro futuro. Es más, ¡Él te dará un trabajo que te parecerá demasiado grande! ¿Que por qué? Pues, para que no olvides nunca de dónde vienen tu fuerza y tu éxito. Los llamamientos no son anuncios clasificados; tú no te ofreces, ¡respondes! Dios te habla, y te «da con el codo» persistentemente. En la película «Carros de Fuego», Eric Liddell dijo: «Cuando corro, siento la complacencia de Dios». Todos los elogios y logros humanos -a la larga- te dejarán vacío. El placer duradero, el de la clase que sólo el Señor proporciona, viene de saber que estás haciendo lo que Él te ha dicho que hagas. Al final, Eric Liddell se hizo misionero; de la misma manera, tu llamado puede empezar en un sitio, para llevarte a otro. Cuando sabes que estás haciendo lo que el Dios te ha dicho que hagas, experimentas un gozo permanente que, sencillamente, ¡no se puede encontrar en ningún otro lugar!

«…somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas» (efesios 2:10)

Cuando Dios te llama a hacer algo, su llamado viene de varias formas:

(1) Te sientes avivado.

Hay un momento de acierto cuando el Señor pone su mano sobre ti, empujándote a cubrir una necesidad en particular, una que, por regla general, nunca fue satisfecha antes; lo sabes muy dentro de ti.

(2) Otros te lo confirman.

La gente se da cuenta de que Dios está actuando en tu vida. Las personas que te conocen bien te observan y te hacen comentarios como: «Te veo en forma…», «Tienes un brillo especial en los ojos…», etc.

(3) Tienes el talento necesario para hacerlo.

Hay veces en las que una persona empieza sin tener las aptitudes específicas requeridas, pero ésas son excepciones. Con el llamado viene el talento, esa potenciación especial que el Señor da a los «llamados». Cuando estás donde debes estar, «vuelas muy alto», a pesar de los obstáculos. ¡Y la gente se queda sorprendidísima! ¿Has visto alguna vez a Joni Eareckson Tada hablando a un auditorio lleno de personas en sillas de ruedasí Todo el lugar recobra vida cuando ella en la suya se acerca al micrófono.

(4) Verás los resultados. Cambiarás las cosas, tocarás las vidas de las personas y glorificarás a Dios.

San Patricio tuvo un sueño en el que veía a los irlandeses diciendo: «Te pedimos, bendito joven servidor, que vengas a caminar entre nosotros». Y él les hizo caso. Rastreó la campiña irlandesa predicando a jefes y a reyes. Una nación entera empezó su «viaje» hacia la cristiandad. Ahora bien, quizás no estés llamado a hacer algo semejante, pero sí lo estás para hacer algo por Dios. Encuéntralo, y ¡cúmplelo!