Con voz tímida y ojos llenos de expectativa, el pequeño hijo recibió a su padre al volver éste del trabajo y le preguntó:
– "Papito, ¿cuánto ganas por hora?"
El Padre con gesto severo le respondió:
El Padre con gesto severo le respondió:
– "Oye, hijo esas cosas ni a tu madre se las digo y ya no me molestes que vengo muy cansado del trabajo".
Pero el niño insistió:
– "Pero papito, dime por favor cuánto ganas por hora".
La reacción del Padre fue menos severa y respondió:
– "Gano solamente cinco dólares por hora".
El niño volvió a preguntar:
– "Papito, ¿me puedes prestar dos dólaresí"
El Padre se enojó y con mucha brusquedad le dijo:
– ¡Así que esa es la razón de saber cuánto gano por hora!. " Vete, ya deberías de estar durmiendo y no molestándome, muchacho aprovechado!"
Un poco después, el padre reflexionó sobre lo acontecido, se sentía culpable y no podía ver su programa de televisión tranquilo. El padre pensaba que quizás su hijo quería el dinero para comprar algo de mucho interés para él, por lo que queriendo descargar su conciencia se levantó del sofá y fue hacia el cuarto del pequeño niño y en voz muy baja le preguntó:
Un poco después, el padre reflexionó sobre lo acontecido, se sentía culpable y no podía ver su programa de televisión tranquilo. El padre pensaba que quizás su hijo quería el dinero para comprar algo de mucho interés para él, por lo que queriendo descargar su conciencia se levantó del sofá y fue hacia el cuarto del pequeño niño y en voz muy baja le preguntó:
– "¿Duermes hijito?"
– No papito respondió el pequeño.
– "Escucha hijo, aquí tienes los dos dólares que me pediste.
– "Escucha hijo, aquí tienes los dos dólares que me pediste.
– "¡Gracias papito!" dijo el niño metiendo sus manitas debajo de la almohada y sacando otros tres dólares.
Entonces le dijo:
– "¡Papito ahora sí estoy muy feliz ya completé cinco dólares!"
– "Bien hijo, ahora dime, ¿para qué quieres esos cinco dólaresí
– "Bien hijo, ahora dime, ¿para qué quieres esos cinco dólaresí
– "PAPITO ¿ME PODRÍAS VENDER UNA HORA DE TU TIEMPO?»
Autor Desconocido
No Diga…Diga
Palabra guía: Abogada
Forma femenina del sustantivo Abogado. No se dice la Abogado, sino la Abogada. Esta norma de feminización rige para casi todos los títulos profesionales, que hasta hace poco se utilizaban sólo en su forma masculina para designar al hombre y a la mujer.
No Diga: Una abogado lo está asesorando.
Diga: Una abogada lo está asesorando.
Un Abrazo y que Dios te bendiga;
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